No se trata solo de cuando llueve. También hay que hacerlo para tomar decisiones. El caso del Mercado Central de Elx es emblemático en ese sentido. Nadie se moja. Así llevamos cinco años desde que el PP, lamentablemente, aprobó el proyecto para derribarlo, en época preelectoral y sin consenso alguno, y adjudicárselo a una empresa privada para que construyera uno nuevo y con un parking de más de 300 plazas en la zona más histórica y sensible de la ciudad.

Con el cambio del equipo de gobierno, en 2015, y de acuerdo con sus promesas de campaña, parecía que el problema se resolvería rápidamente. Nada más lejos de la realidad. Ahora estamos peor que entonces, y ya se sabe que lo que va mal puede empeorar. La pasividad municipal ha sido muy difícil de explicar. Menos mal que diversos colectivos ciudadanos han suplido aquello que debería haber hecho el equipo de gobierno, analizaron el proyecto y presentaron las denuncias que el Ayuntamiento debió presentar y no presentó. Así se ha sabido que nunca hubo estudio de tráfico que justificara la solución propuesta o que Icomos planteara su preocupación por ello, por su impacto al Misteri o, incluso, a la red de acequias del Palmeral afectadas y que conforman bienes protegidos ambos como Patrimonio de la Humanidad.

A pesar de la importancia de estos elementos y del previsible impacto negativo del proyecto en la ciudad, el Ayuntamiento no lo estimó suficiente para batallar contra el mismo y, aparte de recurrentes declaraciones verbales, le pasó la pelota a la Consellería de Cultura para que esta, a la vista de las excavaciones arqueológicas que había que hacer, fuera la que determinara la inviabilidad del proyecto y nos liberara de él.

El inicio de las mismas fue esperanzador. A pesar de que la construcción del Mercado, en su día, así como diferentes canalizaciones habíam afectado gravemente toda la zona, aparecieron diversos restos documentados como muros pertenecientes a edificaciones medievales islámicas, así como construcciones de los siglos XV al XVI, entre otros hallazgos. Sorprendentemente, el informe de Patrimonio de dicha Consellería decía que ello no era suficiente para poder desestimar el proyecto. Es verdad que aquello no era la Mezquita de Córdoba ni siquiera Medina Azahara, pero también es cierto que Elx no es Córdoba y que tenemos un escasísimo patrimonio arqueológico en nuestra ciudad. Y si al poco que hay no se le da importancia, y se da permiso legalmente para que se arrase con él, apañados vamos.

Aquella decisión, tomada a mediados de 2017, se ha vuelto a ratificar ahora a pesar de que, en este tiempo, han seguido las excavaciones y, además, se han descubierto un horno cerámico, unos segundos baños, dos acequias del siglo XII, un edificio singular, por sus dimensiones, con un soportal y de un uso aún desconocido, dos muros pendientes de valoración y un cementerio islámico, con más de 120 esqueletos de los siglos XI y XIII, curiosamente más del 60% de menores de 12 años, señal de la alta mortalidad infantil de la época. Es tal la importancia de lo encontrado que la propia empresa contratada para las excavaciones ha planteado poder seguir con las mismas. Pues bien, la Consellería, en su nuevo informe declara que «los restos encontrados son una continuación de los ya documentados por lo que las valoraciones son similares a las ya emitidas anteriormente». O sea, que tampoco son suficientes para desestimar el proyecto. Y dicen que se siga excavando, en lo poco que va quedando, para hacer el informe final.

Es llamativo que en una Consellería que dirige Compromís, y con una Dirección General de Patrimonio que lleva el PSOE, se hayan valorado tan poco los restos hallados en nuestra ciudad. Deben conocer nuestro escaso patrimonio y la necesidad de que se descubra y documente todo aquello tan relacionado con nuestra historia para ser puesto en valor y expuesto como atractivo cultural y turístico. Restando valor a los restos hallados se tiran piedras a su propio tejado y facilitan su destrucción. No parece lo más adecuado.

Probablemente si lo aquí encontrado lo hubiera sido en cualquier otro espacio del municipio, la Consellería diría que dichos restos habría que conservarlos y prohibiría su destrucción. En el tema del Mercado parece que no es suficiente. Si el Ayuntamiento no ha querido complicarse la vida con el mismo, la Consellería no iba a ser menos. Nadie se moja, los resfriados a destiempo pueden ser perjudiciales.

Y, mientras tanto, la ciudad padece las indecisiones y miedos a tomar las medidas más adecuadas. Así llevamos casi cinco años y lo que nos queda todavía.