Tras la revolución de 1868, conocida como «La Gloriosa» o «Septembrina», los liberales españoles se dividieron entre quienes defendían la monarquía constitucional (Partido Progresista y Unión Liberal) y quienes deseaban proclamar la república, que fundaron el Partido Republicano Democrático Federal.

En Alicante, el 1 de enero de 1869 se constituyó el primer ayuntamiento elegido democráticamente (sufragio universal masculino), presidido por el republicano Eleuterio Maisonnave, ya que en las elecciones municipales había triunfado el Partido Republicano. Pero en las elecciones generales a Cortes celebradas el 15 de enero fue la Coalición Progresista-Liberal encabezada por el general Juan Prim la que venció, imponiéndose de manera contundente sobre el Partido Republicano de Francisco Pi y Maragall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar, y el partido carlista Comunión Católico-Monárquica.

Las Cortes promulgaron el 6 de junio una Constitución en la que se establecía la monarquía parlamentaria. Mientras se buscaba al nuevo rey, se nombró regente al general Francisco Serrano, quien nombró presidente del Gobierno al general Prim.

Como en el resto del país, en Alicante muy pronto empezó a notarse las tensiones que fragmentaban al republicanismo. La burguesía que apoyaba el ala más moderada miraba con reticencia al sector más radical, influido por el socialismo utópico, apoyado por la pequeña burguesía y el naciente movimiento obrero. Los moderados estaban liderados por el alcalde alicantino, Eleuterio Maisonnave Cutayar, mientras que entre los radicales destacaban José Marcili Oliver y Froilán Carvajal Rueda.

La consagración de la monarquía parlamentaria como forma de gobierno llenó de frustración a los republicanos más radicales, que organizaron reuniones territoriales y constituyeron pactos con acuerdos que impusieron a la dirección central del partido. Los delegados alicantinos participaron el 18 de mayo en el llamado Pacto Federal de Tortosa. Entre los acuerdos firmados se hallaba el derecho a la insurrección. El Comité Provincial Republicano de Alicante suscribió el pacto, pero los republicanos moderados publicaron un escrito en el que llamaban a la calma y el orden.

Clubes republicanos

Tras el triunfo de La Gloriosa, las ideas republicanas se propagaron rápidamente por la ciudad. El Partido Republicano utilizó la prensa para hacer público su ideario, pero fueron sin duda alguna los clubes republicanos los elementos más efectivos de proselitismo.

Fomentados por los comités republicanos, los clubes proliferaron por los barrios, constituyéndose en la base principal del nuevo partido. Además de su labor propagandística a través de conferencias y tertulias, los clubes sirvieron para fomentar la cultura entre las clases populares, puesto que contaban con bibliotecas, gabinetes de lectura y, en algunos casos, con clases de instrucción primaria.

El primero que se constituyó en Alicante fue el Club Republicano Federal, el 1 de noviembre de 1868. Lo presidía Froilán Carvajal y su vicepresidente era José Marcili. Tras la fractura del partido republicano, pasó a llamarse Club Republicano Federalista de los Radicales, con sede en Teatinos 4. Con un nombre parecido, pero dirigido por Manuel Lozano, estaba el Club Republicano Federalista de Alicante, ubicado primero en el paseo Méndez Núñez y luego en la calle Virgen de Belén.

En la calle de Santo Tomás estaba el Club Federalista, presidido por el concejal y carpintero Bartolomé Pons. En el barrio de San Antón, el Club Propagandista, dirigido por Vicente López. El Círculo Republicano, de Juan Mas Dolz, en la calle San Francisco. El Club Marítimo Republicano Federal se hallaba en la calle Villavieja. La Propaganda Republicana, en la calle San Vicente. En la calle Valdés, el club Igualdad, Libertad y Fraternidad. Y en la calle Riego, el club Juventud Republicana de Alicante, dirigido por Juan Ramos, quien desarrolló una intensa campaña para conseguir el derecho de voto a los veinte años.

El 5 de julio fue inaugurado en Alicante el Club Republicano Femenino (el segundo en España), presidido por Rita Bataller, que intentó organizar políticamente a las cigarreras de la Fábrica de Tabacos.

Prensa

Hace siglo y medio, gracias a la efervescencia política que se vivía tras la Septembrina, los alicantinos tenían al alcance de sus manos numerosos periódicos, si bien algunos tuvieron una vida breve. Este es el caso de La Unidad Católica, La Correspondencia de España, La Ilustración, y el semanario El Pollo, cuya redacción y administración estaba en el entresuelo de Méndez Núñez 13. Dirigido por Rafael Campos Vassallo, El Pollo informaba de manera satírica, usando la caricatura y un tono burlesco. Su primer número apareció a primeros de año, y el último el 28 de febrero.

El Comerciante de Alicante, fundado y dirigido por Blas de Loma y Corradi, con administración y redacción en Guzmán 1, desapareció en abril al fusionarse con El Eco de Alicante.

El Eco de Alicante, con administración en Mayor 6 y redacción en Victoria 2, 2º, cuyo fundador y propietario era Francisco Javier Carratalá, era un diario progubernamental.

El propietario y director de El Eco de la Provincia era Antonio Mas Gil, y tenía una tendencia liberal-conservadora. También de carácter liberal-conservador era El Constitucional, dirigido por Federico Bas, con redacción y administración en Mayor, 3, principal.

El periódico La Revolución era el órgano de expresión de los republicanos federalistas más radicales. Su propietario y administrador era José Marcili, y su director Fernando González. La redacción y administración estuvo en la plaza del Mar 14, hasta el 18 de agosto, que se trasladó a San Fernando 20. Fue su redactor-jefe, hasta su muerte, Froilán Carvajal, quien solía firmar sus artículos con el seudónimo de «Plácido Bernardo», como el publicado el 17 de julio contra la corrupción e ineficacia de algunos diputados. El 12 de febrero, La Revolución ofreció a sus lectores el texto completo del manifiesto que la Dirección Central de Sociedades Obreras, de Barcelona, dirigió a los propietarios de todos los países.

La réplica a La Revolución de los republicanos moderados se hacía desde El Derecho y El Deber, periódico fundado y dirigido por Eleuterio Maisonnave este mismo año.

La revolución republicana

La frustración por la aprobación de una Constitución que establecía la monarquía parlamentaria en vez de la república, unida a la grave crisis económica que sufría el país y a las revueltas carlistas, prendió a finales de septiembre la insurrección armada entre los republicanos radicales del este peninsular.

En la provincia de Alicante, el principal cabecilla de esta insurrección fue Froilán Carvajal. Su partida tomó Castalla el 4 de octubre, pero fue apresado por la caballería del coronel J osé Arrando Ballester y llevado a Ibi, donde fue fusilado el 8 del mismo mes.

Aunque las bases populares republicanas y los clubes más radicales apoyaron la insurrección, esta fracasó en la ciudad de Alicante porque Eleuterio Maisonnave, el alcalde republicano moderado, se opuso frontalmente, ordenando a los Voluntarios de la Libertad que defendieran el orden. Ello no evitó que el gobernador militar alicantino, el brigadier Felipe Benicio Navarro (en quien había resignado su mando el gobernador civil, Manuel González Llana), amparándose en el estado de guerra declarado por el capitán general de Valencia, Rafael Primo de Rivera y Sobremonte, ordenase el viernes 8 de octubre (el mismo día en que fue fusilado Carvajal en Ibi) el desarme de los Voluntarios de la Libertad, la clausura de los clubes republicanos y la toma por los carabineros de la Casa Consistorial. Maisonnave y el resto de los ediles dimitieron y fueron sustituidos por una corporación monárquica presidida por Miguel Colomer.

La insurrección armada duró apenas unos pocos días más en la provincia. Las partidas de Francisco Samper (Palloc) y Tomás Bertoméu (Tomaset el de Petrer) ocuparon el 13 de octubre Benejama, Bañeres y Onil, y al día siguiente entraron en Alcoy, donde nombraron una junta revolucionaria, pero una semana más tarde huyeron ante la llegada del ejército mandado por Arrando. Una treintena de ellos se rindió en Tárbena y fueron llevados presos al castillo alicantino de Santa Bárbara.

La represión que siguió al fracaso de la insurrección llevó a muchos alicantinos a pedir certificados de buen comportamiento como liberales leales al espíritu de la Gloriosa y de la Constitución. Un ejemplo lo tenemos en el estanquero Mariano García Campa, quien solicitó el 10 de diciembre al ayuntamiento un certificado que acreditase su «decidido patriotismo, como parte y cooperacion con toda decision del glorioso pronunciamiento», al haberse alistado en septiembre del año anterior a la Milicia Nacional y haber sido elegido jefe del pelotón del barrio de San Antón en octubre del presente año.

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