LunesLOS TITIRITEROS

Vox abarrotó ayer un pabellón madrileño y la fanfarria se interpretó como una réplica a las presiones del PP para que Santiago Abascal y su orfeón del «cierra, España» se hagan a un lado en las circunscripciones donde sólo pueden aspirar a ser como el perro del hortelano, que no votaba ni dejaba votar. El más flemático de los oradores difícilmente puede resistir el contagio de una multitud eufórica y esto explica que en los mítines electorales abunden las bobadas en «prime time». Vox no se diferencia de otras opciones, pero su textura cacharrera y el aroma a alcanfor que desprende siempre deparan una sobreactuación genuina. Por ejemplo, Abascal dijo ayer que el objetivo del PSOE es derrocar a Felipe VI, no exhumar los restos de Franco. Al margen de que el PSOE no sabe cómo salir del embrollo de la momia, es una hipótesis absurda salvo que el CIS calcule que derrocar a Felipe VI garantizaría la puñetera mayoría parlamentaria de subsistencia que se le resiste al progresismo respetable. Es más probable que la consiga si Abascal sigue hablando.

MartesLA SINFONÍA

El periódico resaltaba ayer que «el ruido del tráfico altera la vida de 27.000 personas en la provincia de Alicante» y el titular me intrigó textualmente: qué se entiende por tráfico, por ruido y, sobre todo, por alterar. Pienso en los pelotones de motoristas que celebran su día del escape libre o lo que conmemore esta tribu algunos domingos a mediodía por calles atestadas con una bacanal de centímetros cúbicos y bocinas. Además de una exhibición de vanidosa ostentación, es también un atentado acústico contra el que nada tienen que objetar las autoridades municipales ya que no lo impiden. Supongo que son acontecimientos no incluidos en el titular debido a su excepcionalidad, lo que también vale para las sirenas con un generoso nivel de decibelios o para esas discotecas tuneadas sobre cuatro ruedas que amenizan la espera en el semáforo. La «habitualidad» del ruido debe de ser un requisito imprescindible para diagnosticar a mis 27.000 paisanos, pero me pregunto si una reiteración «excepcional» de tubos de escape, sirenas y reguetón equivale a otro tipo de rutina audible que puede alterar tanto como una rotonda permanentemente congestionada.

MiércolesELLOS, LOS VALENCIANOS

Una de las tradiciones añadidas al insustancial 9 de Octubre son las tribunas firmadas por los cargos públicos relevantes y escritas por sus departamentos de prensa. Todas comparten tono institucional y ese optimismo vaporoso que los atletas olímpicos resumen con «citius, altius, fortius» y el político contemporáneo con el salvoconducto escolar «progresamos adecuadamente». Son dos aspiraciones loables que a veces malogra el estancamiento y esto vale tanto para el salto con pértiga como para el PIB. Ocurre que desde hace años la Comunidad viene perdiendo notoriedad en el escalafón macroeconómico y lo que influye finalmente en el juicio de una gestión es la evolución de la prosperidad colectiva y no la batalla de Almansa. Como la primera renquea desde hace lustros y la segunda no le importa a nadie salvo a quienes han convertido el folclore nacionalista en su «modus vivendi», es inevitable que el discurso oficial sea un cuaderno de quejas que van desde la insuficiente financiación a la desigualdad entre comunidades. Todo esto es cierto, pero también la consecuencia de un mal sistema que inventó y del que se ha beneficiado esa misma casta de protestones.

JuevesDÉJÀ VU

Es fascinante que Sánchez haya clamado contra la corrupción precisamente en Andalucía, el museo de todos nuestros vicios que su partido ha gerenciado como un cortijo hasta hace un instante. Aunque las campañas electorales en España suelen ser pasto de promesas temerarias, comparaciones chirriantes y vaticinios descabellados, advierto cierta fatiga prematura entre las cuadrillas de candidatos. No es relajación ni indolencia, sino tal vez la certeza de que los resultados serán similares a los anteriores y persistirá el bloqueo si Iglesias no iza bandera blanca o Sánchez se resigna a compartir Consejo de Ministros con un par de extraterrestres. Existen dos ingredientes que podrían modular mínimamente este pronóstico: «la sentencia» (no necesita aclaración) y las turbulencias económicas que se anuncian salvo que Trump y Boris Johnson ingresen en un pabellón de psiquiatría. El sufragio universal engendra monstruos en todas partes. La impresión es que Casado se esforzará en hablar de economía y Sánchez de cualquier cosa excepto de economía, con lo que apréstense a sufrir la letanía reglamentaria de que la izquierda no sabe sumar y la derecha sólo sabe robar.

ViernesVALORES

El partido de fútbol más importante de los últimos años se jugó ayer en Teherán entre las selecciones de Irán y Camboya. Ganó la primera 14-0, pero la noticia estuvo en las tres mil mujeres que por primera vez en cuarenta años pudieron presenciar un partido de fútbol, eso sí, en una zona acordonada por mujeres policías. Poco importa que todo obedezca a un gesto propagandístico de las autoridades o que a las tres mil espectadoras les interese el fútbol tanto como la papiroflexia. A los rapados con esvásticas tatuadas que ensucian las gradas de muchos estadios tampoco les interesa y ése es otro síntoma aunque de distinto valor. Las grandes hazañas casi siempre son fruto de los pequeños detalles; también las grandes infamias y hace demasiado tiempo que oímos hablar de unos seres llamados kurdos. Como no sabemos quiénes son ni dónde malviven, podemos despachar de un vistazo a las mujeres con sus niños en brazos que huyen del bombardeo turco. Trump lo ha explicado con la lógica tabernaria de Dodge City: «Los kurdos no estuvieron en Normandía». Bueno, los turcos tampoco, pero entre la geoestrategia y una matanza no hay color.