En cierta ocasión, estudiando diferente normativa y jurisprudencia para responder a una duda que un instituto de enseñanza secundaria me planteó dentro de mis competencias como inspector de Educación, me topé con una figura, recogida en el artículo 1887 del Código Civil, denominada cuasi contratos. Para nuestro Código Civil, «son cuasi contratos los hechos lícitos y puramente voluntarios, de los que resulta obligado su autor para con un tercero y a veces una obligación recíproca entre los interesados».

El Código recoge como cuasi contratos la gestión de negocios ajenos (arts.1888 a 1894) y la obligación de restituir algo que tiene el que cobra algo que no se le debía (arts.1895 a 1901). Aunque el Código sólo recoge esos dos tipos, del art. 1887 se desprende que cabe cualquier otro tipo, siempre que se dé una situación que genera una obligación derivada de los principios de solidaridad social o de la justicia. Así, no sólo se habla de compensar a alguien que se ocupa de un asunto ajeno, o de resolver la situación del que paga sin estar obligado a ello, sino de prohibir que alguien se enriquezca injustamente a costa de otro.

Aunque seguramente sea una comparación mal traída, y muchos juristas se echarán las manos a la cabeza al leer esto, permítaseme la licencia poética de comparar los programas electorales de los partidos que concurren a las diferentes elecciones con cuasi contratos que les obligan con la ciudadanía y que deberían cumplir a rajatabla, so pena de incurrir en responsabilidad civil, si no penal.

Así, el punto 3.7. del programa electoral con el que se presentó el PSOE de Elche a las pasadas elecciones municipales decía, textualmente que « En coherencia con una visión sostenible que garantice un futuro con mayores oportunidades, apostamos por una fiscalidad justa que favorezca el crecimiento económico inclusivo, la creación de empleo de calidad y combata las desigualdades económicas, sociales y territoriales. Además, consideramos que hemos de avanzar hacia un sistema impositivo más progresivo, en función de la capacidad económica de la ciudadanía y con un reparto del esfuerzo de modo equitativo. Y, por supuesto, verde. En este sentido, la disposición responsable de los recursos naturales y la reducción del impacto en el medio ambiente son una prioridad para los socialistas». Añadiendo a continuación que « Renovaremos nuestro compromiso de mantener una política de moderación fiscal. Nos comprometemos a que impuestos, tasas y precios públicos solo contemplen la actualización del IPC»"

Pero la eufónica retahíla con la que el PSOE disfrazaba su intención de, perdonen la expresión, crujir a impuestos a la depauperada clase media ilicitana, entra en abierta contradicción con la subida encubierta que ya se produjo en el anterior mandato, vía «regularización» del IBI y, sobre todo, con el anuncio realizado esta misma semana de la intención del gobierno municipal de izquierdas del bipartito PSOE y Compromís, sin tapujo alguno en esta ocasión, dado que cuentan con mayoría absoluta en la corporación municipal, de elevar un total de diecisiete impuestos, tasas y precios públicos un 1'5%; subida ésta, además, que se aplica tomando el IPC de abril de 2018 a abril de 2019, cuando la desaceleración económica que padecemos puede hacer que el IPC a fin de año sea menor, con lo que estamos asistiendo a una subida neta de impuestos sin paliativos.

Todo este asunto me ha traído a la memoria una fábula, que como saben me gustan mucho. De hecho ya he hecho mención a alguna de ellas en esta misma sección (víd. La cigarra y la hormiga, Diario Información, 8 de septiembre de 2017). En esta ocasión, la fábula a que me refiero es la que habla de una rana y un escorpión. El origen de esta fábula es incierto, unos la atribuyen a Esopo, otros a la tradición oral en sánscrito. Sea como fuere, la historia nos presenta a un escorpión que le pide ayuda a una rana para cruzar un río. La rana teme ser picada, pero el escorpión argumenta que si lo hiciera, ambos se hundirían y él también moriría ahogado. La rana da por bueno el razonamiento y accede a transportar al escorpión sobre su espalda; pero, a mitad de camino, el escorpión pica a la rana. El desgraciado batracio, antes de hundirse en las profundidades, herida de muerte, le pregunta al escorpión: « ¿Por qué lo has hecho? Ahora tú también morirás» A lo que éste le responde: « Lo siento, está en mi naturaleza».

Del mismo modo parece que en la naturaleza de los gobernantes españoles en general, y en los de los partidos de izquierdas en particular, se ha instalado el miasma de incrementar el gasto sin control, fiándolo todo a constantes subidas de impuestos. Pero ni la microeconomía, nuestros bolsillos, ni la macro, las cifras de déficit y endeudamiento, van a poder seguir soportando este estado de cosas durante mucho más tiempo.

Moraleja: « No sean ustedes batracios la próxima vez que voten».