Los Reyes, Felipe y Letizia, vinieron y se fueron por donde lo hicieron. Eso sí, los monarcas dejaron un par de perlas, en modo tirón de orejas -o llamada al orden- para que las administraciones -locales, provinciales, autonómicas y nacionales- se pongan las pilas y el mono de trabajo, se arremanguen la camisa -como Rafa Nadal en Mallorca, no como Pedro Sánchez en Orihuela- y ayuden a que la comarca se levante de la catástrofe sufrida por la gota fría de septiembre.

A la cita no faltaron ministros, Pedro Duque, el presidente de la Generalidad, Joaquín Puig, el de la Diputación, Carlos Mazón, o los alcaldes de la comarca, sobre todo los de los pueblos más afectados por la «riá» y un número indeterminado/desproporcionado de personal de seguridad, propio de la Casa Real. En su visita -¡que no sé si se produjo un poco tarde, casi un mes después de las inundaciones!-, los reyes, sobre todo Don Felipe, demostraron estar al cabo de la calle sobre la desgracia vivida en la comarca y del destrozo originado por el agua.

Cumplieron como lo que son, dos personas cercanas, lo que les llevó, como suele ser habitual, a saltarse el protocolo en varias ocasiones, «arrimándose al pueblo», que se volcó con ellos, lo que trajo de culo a sus «gorilas», pero, evidentemente, eso entra dentro de su sueldo.

Lo que no sé -¡y lo digo sin ningún tipo de acritud ni para crear una polémica estéril!- es a qué vinieron los de siempre -los Duque, Puig, Mazón, etc?-, que sólo acuden al olor del posible rédito político -¡estamos en precampaña!- y para salir en la foto, aunque, ¡claro está!, no es menos cierto que es de obligado cumplimiento, por aquello de la más elemental norma de cortesía, acudir a recibir al Jefe del Estado. Desde mi más que discutible opinión, algunos de esos «ilustres visitantes» pretendieron «robarle» protagonismo a quien realmente lo tenía, el pueblo. ¡Las fotos y el postureo político de quienes sólo piensan en sacar tajada de las desgracias ajenas, mejor dejarlos para situaciones/ocasiones más distendidas!

¿Hasta qué punto/extremo la gente mete la pata, tal vez por desconocimiento o por agradar a la concurrencia /audiencia, y peca de inconsciente o imprudente?

Sólo tenéis que fijaros en lo que dijo el «ínclito» Pedro Sánchez -a saber, presidente en funciones y aspirante a seguir desgastando el colchón que compró cuando llegó a la Moncloa, ¡cómo iba a yacer con Begoña en el mismo tálamo conyugal que habían ocupado Mariano y Elvira!-.

El «presi», en la recepción a la Selección Española de Baloncesto tras ganar el Campeonato del Mundo, dijo, poco más o menos, que se había emocionado cuando se enteró de que la gente de Orihuela, que estaba pasando por momentos muy delicados/difíciles, dejó de sacar agua de sus casas para acudir a las cafeterías del pueblo a ver la final contra Argentina. Este es el mismo muchacho -lo digo con respeto a la figura del presidente de mi país- que no sabe diferenciar entre jamón serrano y jamón ibérico, ¡y eso que en Moncloa seguro que comen ibérico!

¿Queréis otra muestra de que hay quien se afana en apuntarse tantos con la desgracia ajena?. Cómodo aseguraba, en la puerta del restaurante Casa Corro -pedanía/barrio del Escorratel- que había traído a Pablo Casado (PP) para visitar la zona cero y conocer el desastre. ¡Os lo he traído; aquí está!, dijo (según se publicó en las redes sociales). ¡La Virgen Santa!

Y por aquello de que «la ocasión la pintan calva» o lo de «aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid», la visita real sirvió para algo que nada tenía que ver con las inundaciones, transferir los honores de la Enseña del Oriol a su réplica para que, de esta manera, la original «pueda jubilarse» después de «haber cumplido su cometido» desde 1594, aunque su existencia está documentada desde 1357. El Rey vale «pa un roto y pa un descosío».