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Dejen en paz al "Pajarito"

Esta semana es inevitable hablar del "Pajarito" porque con constancia, calidad y trabajo se ha ido haciendo un hueco en el once de Zidane y tras el partido del sábado contra el Granada a ver quién es el guapo que lo saca del equipo. Federico Valverde es un jugador uruguayo que llegó muy joven a Madrid de la mano del tantas veces alabado y denostado Carlos Martínez y que siempre ha sido uno de los escogidos de la Fábrica, término que acuñó don Alfredo Di Stéfano para definir al fútbol base madridista que crecía en la antigua ciudad deportiva. Valverde era un jugador que en aquella época, cinco o seis años atrás, prometía mucho, muchísimo y que contaba con la confianza absoluta de los técnicos merengues pese a que su desarrollo no fue todo lo fulminante que se esperaba. Aun así, todo entrenador que lo tenía a sus órdenes le ponía a jugar porque las cualidades que atesora son enormes.

El último, Zidane, que, acusado de contar poco con los jóvenes, muestra una fe inquebrantable en el "Pajarito". Es uruguayo, sí, pero más parece británico porque abarca todo el campo y se le puede ver despejando una pelota en su área y rematando la misma jugada de contraataque en el área contraria, como se pudo comprobar el pasado sábado. Un jugador de los llamados en las Islas Británicas "box to box" o, mejor dicho en castellano, un jugador de área a área. Pues, una vez ensalzado Valverde, intentemos que no se nos vaya la cabeza y no le pongamos desde ahora el sambenito de posible "Balón de oro" o tonterías similares. No lo vayamos a estropear o a crear con él demasiadas expectativas.

Porque ejemplos de eso ya hemos tenido muchos estos últimos años (el más claro, Asensio) y, seguramente, le hagamos un flaco favor a los chavales, a los que les llenamos la cabeza de pájaros (nunca mejor dicho en este caso) y les cerramos la posibilidad de crecer y de hacerse de verdad los jugadores que apuntan. El fútbol español es muy dado a crear ídolos de barro (yo entono también el mea culpa) sin darnos cuenta que primero hay que aprender, crecer y desarrollarse y luego pensar en grandes cosas. El Madrid tiene dos que apuntan mucho y que son prácticamente una realidad: Valverde y Oddegard. Así que dejemos que maduren y no aceleremos el ritmo alocadamente con ellos para que así no den pasos hacia atrás que retrasen la inevitabilidad de su propio ser futbolístico, ser los mejores cuando llegue su hora.

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