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Francisco José Benito

La cuarta vía

F. J. Benito

Playas de primera y playas de segunda en una Alicante que presume de ser turística

Nadie espera que Alicante tenga socorristas en las playas todo el año, pero los expertos en clima lo vienen advirtiendo desde hace un par de años

Diecisiete meses después la misma historia. Playas de primera y playas de segunda en una Alicante que presume de ser una gran capital turística. En mayo de 2018, a las puertas del verano y con el equipo de gobierno del PP un mes al frente del Ayuntamiento de Alicante, tras la explosión del tripartito de Gabriel Echávarri, se hizo público que el Consistorio solo tenía presupuesto, y así figuraba en el contrato, para que los socorristas vigilaran una parte de la Playa de San Juan hasta el inicio de la temporada alta. El arenal de miles de alicantinos, miles de madrileños, manchegos... eldenses, alcoyanos y, de un tiempo a esta parte, una especie de torre de Babel en la que se bañan desde eurofuncionarios a familias rusas que buscan en el sol del Mediterráneo la recarga de las pilas que les permita afrontar el duro invierno moscovita, solo tiene garantizado el servicio de vigilancia en una parte de la playa, la zona denominada «Botiquín 2» en el argot de los socorristas, esos ángeles custodios que se juegan día a día el pellejo por asegurarnos un baño seguro por un salario de 600 euros al mes.

Pues bien, diecisiete meses después, el mismo PP municipal, con Luis Barcala a la cabeza de un equipo de gobierno en el que ahora figura, además, Ciudadanos -esta vez sin la disculpa que esgrimió la entonces concejala de Playas, Mari Carmen de España por cómo se encontró los papeles en mayo de 2018- las playas siguen con las mismas carencias. Desde el pasado 16 de septiembre, el Ayuntamiento solo ofrece servicio de Salvamento en la playa del Postiguet y en zona de la Playa de San Juan. En el resto, Urbanova y la «cenicienta», Albufereta, para el Consistorio los bañistas son de segunda. Y así, hasta el próximo domingo, en que dará igual que sigamos con temperaturas de verano y las playas llenen los fines de semana. Los socorristas guardarán el material y hasta 2020.

Nadie se ocupó de revisar la contrata en aquel mayo de 2018 y ponerla en orden, por lo que desde el 16 de septiembre alicantinos y turistas tienen que fijarse bien a la hora de ir a playas como la de San Juan, porque no es lo mismo clavar la sombrilla frente a la zona de la avenida de Niza frente al McDonalds que, por ejemplo, en la parte del arenal más próxima al Cabo de las Huertas (ambas llenas de bañistas en ese comienzo primaveral del otoño). ¿Motivo? El presupuesto solo llega para que los socorristas vigilen unos metros de la playa, por lo que en caso de marejada más te vale bañarte con el aroma del Big Mac en la nariz que en otro punto de la playa donde, como solución, hay presencia de la Policía Local, más atenta, lógicamente, a los que sucede sobre la arena que en el mar. Y todo esto ocurre en una de las playas emblemáticas de la costa mediterránea española, a poco más de dos horas en AVE de Madrid, y en Alicante, ese municipio que es turístico para todos (90% de ocupación media este verano) menos para los que la gobiernan. Sucedió hace año y medio con Mari Carmen de España y ha vuelto a suceder en este final de verano y comienzo de otoño con María del Carmen Sánchez, edil de Turismo y Playas por la cuota de Ciudadanos, a la que se la va conociendo más por sus declaraciones que por sus hechos.

Hace un par de domingos, la edil valoraba con una notable alto la gestión del equipo de gobierno tras los cien primeros días en el Ayuntamiento. El que no se haya resuelto una cuestión capital como la de los servicios de salvamento en las playas es para suspender. Pese a que, a buenas horas, se haya fumigado, sobrevolando la arena también hay mosquitos. ¿Notable? Ni a alto, ni a bajo, puede aspirar un Ayuntamiento que no tiene sus playas en perfecto estado de revista, de limpieza y de servicios, o que permita, desde la primavera, casos como el que el mamotreto de la fallida oficina de Turismo se haya convertido en un edificio fantasma en plena Plaza del Mar.

Nadie espera que Alicante tenga socorristas en las playas todo el año, pero los expertos en clima lo vienen advirtiendo desde hace un par de años. La temporada de sol y playa empieza en mayo y se prolonga hasta finales de octubre. Un regalo del cambio climático que debe ir acompañado por la reacción municipal. ¿Se imaginan que la playa de Levante de Benidorm se hubiera desayunado hoy sin socorristas? Pues eso.

Contemplar este fin de semana que unas playas tienen vigilancia y otras no, o que en la Playa de San Juan -repleta- en una zona sí la hay y en otra no por aquello del pliego y de los dineros no es para notable alto. Máxime cuando en Alicante no hay alcalde o concejal de Turismos, desde los tiempos de la España en blanco y negro, que no asegure que gobierna un municipio turístico. No hay manual que defina qué es un «municipio turístico», pero si lo habría seguro que entre las cinco máximas estaría la vigilancia de la playas. Y el ejemplo de Alicante se puede extender, salvo Benidorm -también con asignaturas pendientes como el no contar con baños públicos-, a muchos ayuntamientos litorales de una provincia donde el turismo representa el 15% del PIB, por si alguno no se ha enterado, y el sol y la playa son su principal patrimonio. Y si la burocracia ralentiza actuaciones pues se recurre a la Policía Local, aunque no sea su cometido.

Hace solo una semana los socorristas de la Playa de San Juan salvaban a un señor mayor tras reanimarle durante media hora. Tuvo suerte de estar bañándose en la zona donde sí llega el presupuesto.

Nuevo domingo de playa. Ojo a los esguinces, que en la arena de San Juan también hay baches.

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