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La papeleta

Pere Rostoll

El doble aprieto electoral para Ximo Puig

La repetición de las generales puede favorecer a Pedro Sánchez pero es un mal trago para el jefe del Consell

Los socialistas abrieron de facto su carrera hacia la segunda vuelta de las elecciones generales del 10-N después de mostrarse incapaces de formar gobierno en Madrid tras los comicios de abril. Lo hicieron con la presentación en la Junta Electoral de Alicante de la candidatura provincial para esa cita de noviembre, calcada a la de hace unos meses y encabezada por el ministro Pedro Duque. Y por la tarde con un mitin en València en el que participó el aspirante a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al jefe del Consell, Ximo Puig. Estamos metidos otra vez en harina electoral después de que parte de los «gurús» de Moncloa y Ferraz hayan convencido al líder del PSOE de que la opción de volver a las urnas era la que les podía conceder unos escaños extra que les facilitara una vía para evitarse, sólo o en compañía de otros, tener que depender de Podemos y quitarse de encima a Pablo Iglesias.

Ese mínimo esfuerzo de Pedro Sánchez a la hora de intentar cuadrar un gobierno en España que ahorrara esta repetición electoral, puede ser que beneficie -está por ver lo que acaba ocurriendo en las urnas- al jefe de Ferraz. Pero, a su vez en la Comunidad, pone al presidente de la Generalitat en un doble aprieto. Un brete que afecta a la estabilidad de su Consell y que, desde luego a día de hoy, no parece un plato de buen gusto. A Puig, como primera reflexión, no le hace ninguna gracia esta campaña que ahora arranca. Le genera problemas en la gestión como, por ejemplo, el bloqueo a la llegada de fondos del Estado y la incertidumbre sobre la posibilidad que ya tiene encima de su mesa el conseller Vicent Soler de prorrogar los presupuestos autonómicos para 2019. Sería la primera vez, desde que llegó el Botànic, que se tendrían que estirar las cuentas del año anterior. Movimiento que, de cara al exterior, ofrece imagen de inestabilidad.

En clave política, además, le genera diferencias con sus dos compañeros de gobierno. Con Podemos en tanto que gran parte del relato de la campaña de la izquierda se centrará en echarse las culpas de la repetición electoral para endosarle al rival el lastre del bloqueo del gobierno. Por mucho que se haya reeditado el Botànic, la relación de los socialistas con Compromís, que continúa siendo socio preferente del Consell, nunca será ya la misma. Los de Mónica Oltra siguen pasando al PSPV todas las facturas que pueden del adelanto electoral de las autonómicas. Están convencidos de que la decisión se tomó para perjudicarlos. No lo olvidan. Y en estas generales, con el refuerzo de la «vitamina Íñigo Errejón», se ven más fuertes para mejorar sus resultados.

Ese escenario conduce, a su vez, a un segundo decorado de incertidumbre para el futuro político del Botànic. Nadie quiere ni pensar que la recuperación del PP que vaticinan todas las encuestas a costa de Cs y Vox acabe generando una ola a favor de la derecha y que eso suponga que sumen una sola papeleta más que el bloque de izquierdas. Y algo más sobre el resultado que quita el sueño a los socialistas valencianos. La posibilidad de que Pedro Sánchez tenga la tentación, en el caso de que las cuentas salgan y atendiendo a parte de los que le rodean, de sumar con Ciudadanos en Madrid. Eso supondría una enmienda al Consell, el principal gobierno de coalición de todo el Estado y el presidente autonómico más importante del PSOE. Doble aprieto para Puig.

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