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Prometeo y Narciso en el siglo XXI

El individualismo y el culto al cuerpo en la sociedad actual

Existe una práctica deportiva, el crossfit, que es el ejemplo perfecto de los tiempos actuales. Pero, ¿en qué consiste el crossfit? Es un método de entrenamiento basado en ejercicios constantemente variados, con movimientos funcionales ejecutados a alta intensidad. Se concatenan ejercicios de diversas disciplinas, tales como la halterofilia, el entrenamiento metabólico o el gimnástico. El creador del crossfit Greg Glassmann ha bautizado los ejercicios con nombres de mujeres en referencia a los huracanes americanos, y otros con héroes militares, policías y bomberos. Vamos que semeja un entrenamiento militarizado, tipo película que uno encuentra zapeando mientras bosteza, y que recuerda a las innumerables sagas de la serie Rambo y compañía.

La actual sociedad del rendimiento es proclive a crear este tipo de deportes, como el crossfit, donde la persona se explota a sí misma, creyéndose en libertad, se encuentra tan encadenada como el mito de Prometeo, que puede reinterpretarse considerándolo una escena del aparato psíquico del sujeto del rendimiento contemporáneo, que se violenta a sí mismo, que está en continua guerra consigo mismo. "El águila que devora su hígado en constante crecimiento con su álter ego, con el cual está en permanente guerra. La relación de Prometeo y el águila es una relación consigo mismo, una relación de autoexplotacion".

Como argumenta el filósofo coreano Byung-Chul Han en su certero y elocuente ensayo La sociedad del cansancio; llegando a afirmar: "el dolor del hígado, que en sí es indoloro es el cansancio. De esta manera, Prometeo como sujeto de explotación se vuelve presa de un cansancio infinito". Pero además, en esta práctica deportiva es frecuente subir las fotos a las redes sociales, así como vídeos de los propios ejercicios y que se compartan y se comenten con la finalidad de exhibirse y mostrarse, una conducta muy propia del actual narcisismo en el que estamos inmersos como señalan los psicólogos Jean M. Twenge y W. Keith Campbell en su excelente ensayo "La epidemia de Narcisismo", donde se indica que estas personas presentan una autoestima inflada y desmedida, vanidad, pues constantemente se muestran los músculos cuando practican el ejercicio y conforme van adquiriendo una mayor masa muscular o mayor definición del mismo; aquí la tecnología sirve como un enorme espejo donde exhibirse ante los demás para suscitar envidias y mostrar de lo que uno es capaz de conseguir. Pero estas personalidades narcisistas, también presentan ciertas dificultades y frialdad en las relaciones afectivas, la búsqueda constante de atención y un interés prioritario por los bienes materiales y la apariencia física.

Si además unimos el consumo de sustancias de dopaje, el fanatismo por el control de las calorías en la dieta y los anabolizantes, tenemos el coctel perfecto para unos individuos donde el cuerpo es la cárcel del alma como decía Platón. Sin embargo, al llevar el cuerpo hasta tal extremo de fatiga se pretende, aunque sea por unos breves momentos el desaparecer; así lo explica el antropólogo David Le Breton en su obra "Desaparecer de sí. Una tentación contemporánea". Breton utiliza el concepto de blancura como el deseo de desaparecer cuando se llega a una saturación. Cuando el deseo de transformar las cosas se torna imposible en una sociedad marcada por la velocidad, las apariencias y los convencionalismos. Es decir, por unos momentos la persona se despide de su yo provocado por la dificultad de ser uno mismo. Esta es una práctica deportiva que refleja las grandes contradicciones de la sociedad actual del rendimiento, donde el neoliberalismo impregna nuestras vidas en todos los órdenes.

El individualismo es ya solo exhibicionismo en el que todo se reduce a una cáscara bien adornada. En el extremo diametralmente opuesto de esta epidemia de narcisismo está la frase o párrafo -algo extensa, pero que merece la pena citar por completo- de Albert Einstein, con la que me identifico: "Los ideales que colmaron mi vida desde siempre son: bondad, belleza y verdad. La vida me habría parecido vacía sin la sensación de participar de las opiniones de muchos, sin concentrarme en objetivos siempre inalcanzables tanto en el arte como en la investigación científica. Las banales metas de propiedad, éxito exterior y lujo me parecieron despreciables desde la juventud."

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