Las torrenciales lluvias de los días 12 y 13 de septiembre del 2019 en el sur de la provincia, dejando inundada casi en su totalidad a la Vega Baja del Segura, llevan camino de convertirse en el mayor engaño y el mayor desprecio a un territorio de la Comunidad Valenciana, por parte de su autogobierno desde siempre. He alabado y puesto en valor, a costa de sufrir ataques brutales de esa derecha ideológica que pierde elecciones siempre, la permanente presencia del presidente Ximo Puig en el corazón del terror y destrozo que el río Segura fue dejando a su paso. No me planteé en su momento la explicación de su estancia entre nosotros, cosido como si fuera un solo cuerpo al alcalde de Orihuela, o a la alcaldesa de Almoradí, o al alcalde de Dolores, todos los días del siniestro. Me pareció la reacción normal y exigible del primer representante de los valencianos sensible al dolor y a la desesperación. Pasadas dos semanas, desde que se nos vino el cielo encima, y todavía con el agua por la cintura en más de la mitad del territorio de la comarca, a la vista de la realidad de las calles embarradas hoy, ya se sabe que hizo el socialista Puig entre nosotros: hizo todo; no tiene más. No esperemos nada más de este Gobierno Valenciano de tres cabezas, una nacionalista catalana, y la otra comunista, y la de Puig que solo piensa en salvar la suya sobre el lodazal de las inundaciones de la Vega Baja. Y esto es lo que hay. Si en vez de llamarse «Vega Baja del Segura», nos llamáramos «La Safor», o «Ribera Baixa», o «Los Puertos de Morella», la reacción de la administración de la Generalitat Valenciana sería literalmente bestial. Ya sé que se me criticará porque solo han pasado dos semanas. Pero también sé que salta a la vista que la capital valenciana queda tan lejos no solo en distancia, sino emocionalmente, ante la insultante frialdad con la que dos tercios del Gobierno Valenciano han asumido la debacle absoluta que ha sufrido esta parte de la Comunidad que canta el Himno oficial autonómico en castellano. ¿Qué narices están esperando más allá de Fuente la Higuera, para hacernos sentir miembros de esta Comunidad? ¿Cómo puede ser que el presidente de las Cortes Valencianas, sea más sensible con Puigdemont, Junqueras o «Los Jordis», que con cualquier vecino de Daya Vieja que lo ha perdido todo? Hoy el Gobierno Valenciano por ideología mayoritaria de sus miembros, desprecia al territorio alicantino de toda la Comunidad que más ha evolucionado social y económicamente en este siglo, y que está sufriendo como jamás lo hizo en 140 años. El «Plan Marshall» que pregonaba Ximo Puig, para salvar a la Vega Baja de este desastre, era engañarla y chulearla. 5 días con agua a la rodilla el Molt Honorable President, para esto. Nos cobráis impuestos como valencianos, y nos tratáis como si no lo fuéramos. ¿Qué será lo siguiente? Tal vez llamarnos charnegos en nuestra propia tierra.