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Las consecuencias del Alzheimer

La necesidad de aumentar la inversión pública en la atención de la enfermedad

El próximo día 21 se celebrará el Día mundial del Alzheimer, una degeneración del sistema nervioso central, muy conocida, debido a su alta y creciente incidencia, que afecta a la memoria, el lenguaje, las habilidades y, progresivamente, a otras facultades, llegando, en fases avanzadas, a la incapacidad total de valerse por uno mismo.

Lo cierto es que nada nuevo puedo decir sobre esta patología respecto a años anteriores. Porque el mal de Alzheimer, tan desconocido, continúa aquí, con nosotros, haciendo sufrir hasta la extenuación a miles de personas, familiares y enfermos. Por eso, un 21 de septiembre más -y debido a que puedo hablar con conocimiento de causa, porque sus consecuencias las conozco muy bien, al haberla vivido muy de cerca- me dirijo a los gobernantes, que manejan el dinero público, para que se planteen la necesidad de aportar muchísima más ayuda económica. Porque esta enfermedad no solo es oscura, desconocida, triste y tortuosa. También es larga, muy larga. Por eso, es necesario aumentar las ayudas a domicilio y los centros de día.

También las residencias públicas, sin olvidar la importancia que tiene el control exhaustivo -tanto en las públicas como en las privadas- por parte de la Administración, para asegurarse que están debidamente atendidos. Señoras y señores gobernantes, aunque con esta iniciativa no vayan a conseguir votos, tan solo por un minuto, muestren un poco de capacidad empática hacia estas personas, familiares, muchos con escasa retribución económica y, enfermos, con una dependencia total y absoluta del entorno. Pónganse en su pellejo solo por un minuto. Si lo han hecho, ¿cómo les ha quedado el cuerpo? ¿Y el alma? ¿No les parece que es prioritario, respecto a otros asuntos, tan en boga en la actualidad, aunque con ello no consigan votos y beneficios? Piensen, con la mano en el corazón, aunque solo sea en estos momentos que están leyendo estas líneas.

Todavía recuerdo las palabras del señor Zapatero cuando decía que "la primera obligación de un gobierno es pagar a nuestros pensionistas". Obvio señor Zapatero, pero también la de hacer frente a todas las ayudas que precisen cuando se hacen dependientes y comienzan a vivir indefensos y al manejo absoluto de los cuidadores. No hagan oídos sordos a esta petición, ni malgasten el dinero público en beneficio propio. Necesitamos una mayor inversión en pensiones y asistencia social. Porque, la triunfal historia de la longevidad, no ha hecho más que empezar.

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