Ya lo advirtió el "Facu" Campazzo en la previa de la final: "Conozco bien a varios jugadores españoles, son asesinos con mentalidad ganadora". El talentoso base argentino del Real Madrid sabía mejor que nadie a quien tenía delante en su camino hacia la medalla de oro en China y los hechos acabaron dándole la razón. La selección española pasó por encima de la albiceleste con una exhibición coral a la que no se le puede poner ni un solo pero, ni en ataque, ni en defensa, ni en la toma de decisiones... Con un Sergio Scariolo pletórico y maduro en la lectura de los partidos y la gestión del grupo, el rodillo español comenzó a engrasarse cuando llegó la hora de la verdad en los octavos de final. Ahí surgió la mentalidad ganadora de estos asesinos a la que hacía referencia Campazzo. La final de hoy fue el broche de oro por la extraordinaria superioridad mostrada ante una Argentina que ni siquiera pudo aferrarse al titán Luis Scola. El "center" bonaerense ha sido el gran nombre propio del Mundial por haber preparado la cita sin equipo y en su rancho con varios entrenadores personales a las puertas de los 40 años. Casi todo el caudal anotador de la albiceleste pasaba por sus manos y ha anotado su primera canasta en juego en el minuto 35 debido al sensacional desempeño defensivo de los de Scariolo, que se multiplicaron en las ayudas, apretaron los dientes y cerraron el rebote en los dos aros.

La exhibición española fue coral, pero me sorprendió especialmente la gran aportación de Rudy Fernández, a quien no veía jugar a un nivel similar en muchos años. Inteligente como nadie en la lectura del juego, con el cuchillo entre los dientes en defensa y asumiendo responsabilidades. 13 años después llegó la segunda medalla de oro y con toda la brillantez posible. Sencillamente inmejorable.