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Las ofertas del PSOE a Unidas Podemos

Parece mentira que los números uno, dos, tres y hasta ciento cincuenta del PSOE, que por ahí debe andar el número de sus portavoces, salgan todos los días mareando la perdiz con el mantra de que no quieren unas nuevas elecciones. Y parece más mentira aún que los medios de comunicación recojan sus argumentos (¿) en vez de pasar página. La comedia bufa de las ofertas que les hacen cada mañana desde el PSOE a Unidas Podemos, rozando en ocasiones el disparate, sólo es comparable a la exigencia cotidiana a Ciudadanos y al PP para que se abstengan en el próximo debate de investidura y faciliten así no una legislatura completa, que eso es imposible, pero al menos las vacaciones de Pedro Sánchez en La Moncloa hasta que haya que aprobar una nueva ley de los Presupuestos Generales del Estado. Todos los políticos, comentaristas, tertulianos y demás fauna que va medrando al calor de la llamada incertidumbre -nombre bien original para la certeza- saben que va a haber elecciones salvo que en una jugada maquiavélica magistral Unidas Podemos y los partidos independentistas decidan apoyar a Sánchez a cambio de nada, sólo por el placer de demostrar que el rey está desnudo. Es obvio que el presidente en funciones ha decidido desde antes de la investidura fallida que quiere poner en marcha las urnas. Pero lo que no se termina de entender es la razón de tanto anhelo, a juzgar por los pronósticos que saca a cada poco su augur de cabecera, Tezanos, desde el Centro de Investigaciones Sociológicas también conocido como centro de cocina magistral. Por lo que se sabe, el PSOE volverá a ganar las elecciones y aumentará de manera considerable sus escaños gracias, sobre todo, a los votos que pierdan Podemos y sus franquicias. Pero no dispondrá de mayoría absoluta, así que, en una paradoja hermosísima, dependerá del apoyo de una izquierda tan maltrecha como necesaria. Incluso puede que, si Ciudadanos se desploma como parece que puede suceder, entre el PSOE y Unidas Podemos sumen los votos necesarios para hacer presidente de nuevo a Sánchez. Con lo que se llega a una situación casi de cine de terror porque, si es así, ¿de qué armas va a disponer Sánchez para seguir ninguneando a Iglesias? Si ahora puede hacerle ofertas insultantes -la subdirección del Museo del Traje, decía hace poco lleno de sorna un columnista genial-, de darse la situación tan posible como esperada el hoy presidente en funciones se verá obligado a aceptar un gobierno de coalición de verdad. Porque tras los resultados que se den en las urnas en noviembre va a desaparecer la amenaza de que dispone Sánchez en este momento. Sería impensable que nos marease de nuevo con el grito de que viene el lobo, es decir, con la cantinela de que o es presidente o convoca otras elecciones más. En noviembre, lo quiera o no, el lobo ya habrá llegado.

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