La urgencia en la formación del nuevo Gobierno es más que evidente. Es incomprensible que, a estas alturas, aún no se haya podido conformar un Ejecutivo de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. En realidad es lo que la ciudadanía votó el pasado 28 de abril. Aquellos resultados electorales posibilitaban un acuerdo entre ambos partidos para configurar un Gobierno progresista de coalición que pusiera en marcha las reformas que España necesita.

Quedan muy pocos días para que sea posible y la amenaza de unas nuevas elecciones es, cada vez, más cercana. Y digo amenaza porque las elecciones las carga el diablo, que se lo pregunten a Susana Díaz que pensaba que arrasaría en Andalucía y miren dónde está; por no hablar del cansancio de los electores, especialmente los de izquierda, por un fracaso que sería histórico. Y el que quiere mandar es el que tiene que ganarse los votos. Con Pedro Sánchez parece al revés: hay que apoyarle porque así lo dice él. Y las condiciones también las marca él. Lo normal en comunidades autónomas y ayuntamientos es conformar gobiernos de coalición, con presencia de los partidos que forman los equipos de gobierno, tanto en los casos de la derecha como en los de izquierda. Y así en todo el mundo. Los pactos no son una concesión graciosa del que necesita los votos, son el resultado de un acuerdo proporcional y justo con otras fuerzas para que éstas te apoyen. Así ha sido y será siempre. Y, ya puesto a pedir, ahora Pedro Sánchez ya no exige solo que Podemos le vote sin entrar en el Gobierno sino que, además, le garantice la estabilidad parlamentaria durante toda la legislatura (ya solo falta que les exija que, además, se afilien al PSOE).

Esta situación tendría su «cosa» si no fuera por las consecuencias negativas que provoca: No solo se está decepcionando a la ciudadanía, sino que ésta ya las está sufriendo. El Gobierno, más que en funciones, parece que está parado. Las CC AA están al borde de la asfixia por no recibir lo que les corresponde (especialmente la nuestra); no hay nuevos presupuestos; no hay nueva financiación autonómica; no se aclara el futuro de las pensiones (subirán oólo el 0,25% en 2020); no se deroga la reforma laboral y no se plantean medidas contra la desaceleración económica que ya es más que evidente. Se nos van a aplicar recortes en el País Valenciano por no haber Gobierno.

Los datos del paro en agosto han sido otro preocupante botón de muestra: 54.371 parados más y 212.984 afiliados menos a la Seguridad Social. Son datos que no se daban desde hace 10 años, en lo peor de la crisis. Y, en nuestra zona aún son más preocupantes: 5.039 parados más en la provincia de Alicante y 15.423 cotizantes menos, datos comparables con los de 2004. Y si hablamos de nuestro municipio, si el dato de julio ya fue llamativo por crecer el paro en 52 personas en un mes como ése, el dato de agosto es preocupante: ha subido en 1.079 personas más. De ellos 585 en Industria y 345 en Servicios. Y eso que se hicieron 4.049 contratos de trabajo ese mes (de ellos 3.284 en Servicios) y como prueba de la fragmentación y eventualidad en el trabajo en Elx, hay que decir que indefinidos solo fueron 423 y los restantes 3.626 temporales y, de estos, 2.085 a jornada completa y 1.964 parcial. Son datos que declara CC OO procedentes del SEPE. Ya INFORMACIÓN, el pasado 8-8-19, publicaba un reportaje de Rosa Carrizosa en el que se decía que «uno de cada cuatro contratos temporales en la provincia no supera la semana». Detrás de estos datos hay personas. ¿Qué condiciones de vida se pueden tener en estas circunstancias? ¿Qué previsión de futuro pueden hacer las personas jóvenes? ¿Qué perspectivas de cara a su jubilación y futura pensión les espera?

Esta situación requiere tomar medidas urgentes para evitar que aún se complique más. La derogación de la reforma laboral que implantó Rajoy, como piden los sindicatos, es necesaria para mejorar el mercado laboral y evitar los actuales abusos.

Un nuevo Gobierno de coalición permitiría destinar recursos a la modernización y actualización del Estado ya que, con una adecuada y justa política fiscal, se podría crear empleo en todos aquellos sectores más necesitados para una sociedad como la nuestra: En Sanidad, Educación, Dependencia, etc., al mismo tiempo que impulsar los sectores tecnológicos y de producción que permitan encarar con mejores perspectivas los retos que tenemos delante.

Urge, pues, que se abandonen intereses meramente partidistas y se asuma la responsabilidad que se tiene de cara al futuro de este país. Formen un buen gobierno ya.