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Desde mi terraza

La derecha con la derecha, la izquierda con la izquierda

Vaya por delante el recordatorio de que la empresa editora de INFORMACIÓN no se solidariza necesariamente con las opiniones de sus colaboradores; y esto viene a cuento de mi inmersión hoy en el mundo de la política, cuando mi ámbito habitual es el de la cultura, y más concretamente el del teatro. Pero obviamente el mundo artístico y cultural depende del tratamiento y la importancia con que el arte y la cultura sean manejados por los gobiernos de un país. Así que la situación política actual me parece preocupante en muchos terrenos, pero también en el aspecto cultural porque los nubarrones otoñales pueden perpetuarse o al menos seguir instalados durante mucho tiempo. Basta informar de los rumores de que los Teatros del Canal madrileños, va a cambiar de rumbo con el nuevo gobierno autonómico, con un radical giro conservador según se dice. Como el lector sabe este teatro depende de la Comunidad de Madrid desde su construcción durante el mandato de Esperanza Aguirre, y que con el nombramiento del enfant terrible Albert Boadella (nos equivocamos los que en su momento dijimos «cosas de Esperanza, pa chulas ella») ha sido fundamental para el panorama teatral madrileño y español; aunque conviene también recordar que con el gobierno de Manuela Carmena, es decir teóricamente progresista, prácticamente desapareció la producción y exhibición teatral en el Teatro del Matadero, ya con un público fiel y una programación muy interesante y consolidada. Así que vuelvo al inicio para constatar la dependencia artístico-cultural de los políticos con mando en plaza.

En estos momentos nos estamos jugando el futuro de España, en uno de los momentos más convulsos desde la instauración de la democracia. Y resulta difícil creer que ese futuro dependa de dos fuerzas políticas de izquierdas incapaces de ponerse de acuerdo; como ya dije es comprensible la resistencia del presidente en funciones a «dormir son su enemigo» ante la intransigencia de Unidas Podemos de exigir poltronas en el Consejo de Ministros para empezar a hablar, no parece un buen comienzo porque la cohabitación resultaría muy difícil ante un panorama de pelea de gallos; basta recordar la experiencia alicantina de un no tan lejano gobierno municipal formado por un tripartito de izquierdas que acabó como el rosario de la aurora, con una lucha de egos representados en los líderes del PSOE (con un líder protagonista de muchos errores de bulto) e Izquierda Unida (con un líder de una radicalidad imposible) y con la tibia actitud de Compromís; y por si fuera poco, la puntilla fue la traición de una tránsfuga de izquierdas que provocó el acceso a la alcaldía de quien hoy es un alcalde democráticamente elegido; la conclusión fue la pérdida de cuatro años de legislatura que aportó muy poco a la vida de nuestra ciudad. No debería suceder esto en el futuro inmediato del gobierno de España, y más aún ante los rumores de recesión económica europea; si el señor Pedro Sánchez tiene que ceder, que ceda y acepte al menos parte de las exigencias de Pablo Iglesias porque siempre tendrá la opción de destituciones si el gallinero se pone díscolo; todo antes que exponerse a la aventura de unas nuevas elecciones con resultados previsibles: una situación parecida a la actual, que no resolvería nada, o la instalación de un gobierno conservador a la manera de las comunidades de Andalucía y Madrid; y como decorado de fondo, la inquietante y preocupante situación catalana que ya prepara un otoño caliente y desafiante. Sin gobierno no podemos seguir, la paralización económica por la falta de la aprobación de los Presupuestos Generales está haciendo que, por ejemplo, exista el rumor de que la clase médica no pueda cobrar su sueldo este mes ante la falta de transferencia de fondos estatales a la Comunidad Valenciana. Que la derecha política española se une para defender una determinada ideología es una evidencia; como también lo es que la izquierda rema a contracorriente de la izquierda. Para sonrojo de muchos españoles.

La Perla. «El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar también por qué no ha ocurrido» (Winston Churchill, político y estadista británico).

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