Ya tenemos al primer protagonista de este mandato en la Diputación y vuelve a ser el mismo que durante gran parte de la etapa anterior: Alejandro Morant. El coordinador comarcal del PP en l'Alacantí, alcalde de Busot y ahora responsable en la Diputación del departamento de Carreteras -uno de los que tiene una mayor capacidad inversora en el Palacio Provincial- tiene en estos momentos adjudicadas para su municipio dos subvenciones a la vez: un pabellón deportivo concedido a través de una convocatoria de obras «a dedo» y otra de uno de los planes anuales de la institución para el arreglo de calles. Un trato de favor en el reparto de inversiones que Alejandro Morant ha tratado de perpetuar. El primer edil de Busot debe entender que las normas son iguales para todos los municipios de la provincia. Morant no solo es alcalde. Es también diputado provincial y, por tanto, representa a las 141 poblaciones alicantinas. Su pueblo tendría derecho a acceder a dos subvenciones al mismo tiempo pero siempre que el resto de localidades tuvieran las mismas oportunidades, algo que no se ha producido. Más allá de eso, incluso, hay alcaldes que también contaban con dos ayudas adjudicadas y que ya han renunciado a una de ellas. Así que Alejandro Morant tiene sólo dos salidas posibles después de la reunión que mantuvo ayer el diputado de Infraestructuras y portavoz de Ciudadanos, Javier Gutiérrez, con Gerard Fullana, representante de Compromís, para hablar del asunto. O ceder como ya han hecho otros pueblos o aceptar el «congelador» y estar sin obras en su población hasta 2023. Este nuevo sainete, en cualquier caso, vuelve a evidenciar el síntoma del mal que aqueja a la Diputación: el reparto arbitrario y discrecional de las inversiones que manejan estas instituciones. El episodio, de todas maneras, le facilita una oportunidad de oro a Carlos Mazón. Coger de una vez el toro por los cuernos y aplicar criterios objetivos que acaben con el clientelismo en la distribución de las subvenciones provinciales. En sus manos está.
