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Funciones y disfunciones

Si la pelota está en el tejado de Pablo Iglesias, debe cogerla para que no siga fuera del terreno de juego. Los espectadores abuchean y están hartos de unos y otros. Se les obsequia el balón para que lo gestionen y jueguen de la mejor forma posible, pero algunos jugadores continúan en orsay y miran a las nubes inamoviblemente. El árbitro del desencuentro sopla el pito. No le hacen caso. Enseña tarjetas amarillas a los contendientes. Y el público pide que sean rojas, pese a que las encuestas dicen que el PSOE y UP pueden obtener un amplio triunfo en caso de nuevas elecciones.

Iglesias no da su brazo a torcer, y el programa común progresista bosteza en el cajón. La legislatura no echa a andar aunque haya votos y escaños para que pueda hacerlo con cierta eficacia. Se exigen pasos al frente que desbloqueen y conduzcan a la investidura de Pedro Sánchez como presidente no en funciones. Siguen sin asumirse los resultados electorales, y la inquietante situación de bloqueo resiste porque sí. Por cabezonería y falta de compromiso a la hora de ponerse el mono y a currar. Como si no hubiese nada que hacer en materia de empleo, autonómica, igualdad de género, transición ecológica, revertir recortes o derogar lo que perjudica seriamente a la población.

Sánchez lanza 370 cohetes con garantías y ofrece cargos a los «socios preferentes» de Unidas Podemos. Lo de un Gobierno de coalición ya no está en la mesa. O en parte sí. Porque, como dijimos, la solución intermedia, hasta ahora oculta bajo la alfombra y que va más allá de la tercera vía, consiste en tener ministros de la formación morada tras un apoyo parlamentario (solvente) de dos años. De un modo u otro, debe evitarse esa probable convocatoria electoral del 10N, que ni toca ni debería ser necesaria si hubiera un mínimo de sensatez, eso que no abunda en ningún lado precisamente.

No se dejan de historias. Siguen construyendo el mejor relato al servicio de sus intereses particulares, y no destierran las escenificaciones y los reproches. Apuntan con su dedo al presunto culpable. Se mueven poco o no se mueven. No desactivan la maquinaria electoral ni aparcan la precampaña que tienen en órbita. Y qué irresponsabilidad, además, de la derecha por bloquear al candidato que ganó el 28A.

Naturalmente, Sánchez no está dispuesto a ser investido, aun con el apoyo de Iglesias, sin pacto de gobierno que traiga gobernabilidad, jugada que Podemos podría esgrimir para culpabilizar al líder socialista como máximo responsable de nuevos comicios. Así las cosas, ¿hay alguna manera de que no pierda nadie y de que ganemos todos? El Ejecutivo continúa solo en funciones. Y la ciudadanía, por tanto, tiene disfunciones. ¡Muevan la pelota y hagan juego! Se acaban de reunir, sí, pero esto no se mueve.

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