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¿Cuarto poder?

Enésimo bochorno en el pabellón

Apagón total en el Ferrándiz», «Jugar bajo la lluvia», «Pulgas, chapuzas e inseguridad en el Centro de Tecnificación», «Practicamos baloncesto, pero no waterpolo», «Equipo de Oro, pabellón de hojalata»... Son sólo algunos de los titulares publicados en éste y otros medios en los últimos años sobre los recurrentes problemas y deficiencias que arrastra el pabellón deportivo de referencia de Alicante con las goteras, la iluminación, la refrigeración y el abandono en su cuidado y el mantenimiento en general.

Pero la desidia y la chapuza en la gestión del recinto inaugurado en 1993 no parece tocar fondo. Las lluvias caídas el pasado sábado, con las consiguientes filtraciones sobre la pista central y otras anexas, estuvieron en un tris de provocar la suspensión del primer Torneo Internacional de Baloncesto de la Fundación Lucentum, en el que participaban dos equipos de Euroliga -el Villeurbane de Lyon y el Valencia Básquet-, uno de la ACB -UCAM Murcia- y el anfitrión HLA Alicante, que vuelve este curso a la LEB Oro.

Esta vez el bochorno ha traspasado fronteras cuando el vigente campeón de la Liga francesa expresó en su Twitter oficial su asombro y estupefacción por las goteras que le obligaron a suspender el entrenamiento de tiro y precisión del sábado por la mañana y casi dan al traste con un torneo presupuestado en más de 25.000 euros y, todo hay que decirlo, recibido con bastante indiferencia en la ciudad: desde las instituciones a la propia afición lucentina.

¿Qué decir del Valencia? El campeón de La Liga Endesa en 2017 se entrena a diario en el coqueto pabellón de la Fonteta de San Lluís, anexo a la espectacular Alquería del Básquet promovida por la familia Roig, que ya planea un nuevo Arena cubierto para llevar más público a los partidos del equipo «toronja».

En medio del sonrojo nacional e internacional, ¿qué han hecho nuestros responsables públicos ante el penúltimo episodio de inundación, dejadez e incompetencia? Lo de costumbre: tirarse los trastos a la cabeza y culparse mutuamente del ridículo en estos tiempos preelectorales que vivimos. Le faltó tiempo al bipartito del Ayuntamiento de Alicante para cargar contra el Consell por su falta de inversiones en el pabellón, después de que los populares hayan estado 20 años al frente de la Generalitat sin solucionar ninguna de las carencias.

Y responde la actual Conselleria de Deportes, de Compromís, que la reforma de la cubierta que costó 300.000 euros en octubre no ha funcionado... Dan la impresión entre todos de que arreglar las goteras de la techumbre, renovar el sistema eléctrico y la climatización del recinto se han convertido en poco menos que una hazaña o un nuevo trabajo de Hércules.

Y mientras los trabajadores del pabellón se resignan a que tenga que pasar una desgracia en su interior para que se tomen medidas eficaces, la directiva del Lucentum, que obró el milagro de la salvación de un club arruinado por sus gestores públicos, se siente cada vez más sola y desamparada como pago a su reciente éxito del ascenso. Así cuidamos las instalaciones deportivas en la ciudad: de ridículo en ridículo hasta el desastre final.

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