«Los primeros 90 minutos son los más importantes». Bobby Robson (1933-2009), entrenador británico de fútbol.

En capítulos anteriores: El binomio gubernativo d'Elx, PSOE-Compromís, comienza al ralentí a causa de la ascensión en cuerpo y alma de la lideresa compromisaria, Mireia Mollà, al Govern del Botànic i Plantes Medicinals 2.0, para regocijo y alborozo de la primera autoridad local, Carlos González y de la ciudadanía en general, jaleada con persistentes tañidos de campana de Calendura y disparo de una mascletà en el perímetro del Mercado Central (con estudio de afectación patrimonial incluido, en la búsqueda de alternativas pirotécnicas a la zona de Traspalacio). Le sustituye, si fuera ello posible, Felip Sànchez, que vuelve como si no se hubiera ido. Pero ni aún así arranca el bipartito biosostenible, porque poco después el otro edil electo de la formación taronja, Antonio García, oye también la llamada del deber y debe irse junto a su antigua/nueva jefa a València, a dirigir la transición ecológica (una bicoca para el joven que conseguido doblegar al mortífero picudo rojo y la pérfida paysandisia). Así que nuevo relevo en la corporación, con la subsecuente entrada de la cuarta de la lista, Esther Díez, que mira por dónde, también estaba antes, y que sigue con lo suyo, la movilidad. Y, en consecuencia, a partir de entonces el gobierno de progreso empieza, ahora sí, a moverse y a progresar. Pero poco, porque llegan las fiestas y tras la Coronació de la Mare de Déu, lo suyo es tomarse las preceptivas vacaciones. «Què bé se viu, / que bé s'està / en la barraca a la vora del mar», entonan juntos desde el balcón central del ayuntamiento (apretaditos/as, eso sí), a modo de despedida agosteña.

Pero antes del bien ganado asueto, el gobierno dual tiene tiempo de aprobar por sí mismo (es lo que tiene la mayoría absoluta) los presupuestos para lo que queda de 2019, un empeño del alcalde para sacarse la espina de salmonete que se le clavó el pasado año en el galillo cuando la oposición en general y Ciudadanos en particular (el Cs de antes, el de David Caballero, aunque él no quería, oiga, él no queríaaaa...) le tumbaron las cuentas municipales y hubo que prorrogar las anteriores. En realidad, serán para cuatro meses, porque ya se trabaja en el presupuesto del 2020. Y es que la nueva guardiana de la caja fuerte municipal, Patricia Macià, le ha cogido el pulso a las finanzas municipales, y eso que ella es de letras. «Carlos, ¿quieres que me ponga también con el de 2021, para adelantar faena?», cuentan que le inquirió la infatigable edil al alcalde al coincidir hace unos días en el cine viendo El Rey León. «No, Patri, de momento me conformo con que acabes el del 20, que bastantes presupuestos se nos han amontonado ya», respondió González, mientras le echaba mano a las palomitas bajas en sal y altas en antioxidantes.

Y ya en la nueva temporada: Regresa de las vacaciones el equipo gubernamental exultante y sonriente, aunque con menos bronceado del que cabría esperar, señal de que se han pasado las vacaciones trabajando. A los ya entrañables proyectos pendientes (por cierto, ¿seguirán siendo «patatas calientes», como las que dejó el PP, o tal vez ahora son, digamos, «papas aliñás», al tratarse de tubérculos políticos autoheredados?) se han unido otros nuevos para animar, aún más si cabe, la legislatura. Una lista de objetivos del mileno, digo, de legislatura, para poner a Elche en órbita alrededor de la Estación Espacial Internacional y en los que solo faltarían -por ponerle un pero- arreglar lo del cambio climático, acabar con el hambre y conseguir la paz en el mundo.

El detalle que marca la diferencia en esta ocasión es que, al contrario que en años precedentes, la caja fuerte municipal está ahora rebosante de dinerito contante y sonante. Tanto que ha habido que incrementar el personal de Contratación para sacar adelante el alud de proyectos que se les vienen encima. Los técnicos municipales y sus jefes político-administrativos no dan abasto con tantos frentes: los Edusi, las inversiones sostenibles, las menos sostenibles, las insostenibles, los planes Edificant, Centro, Noroeste... Y todavía estamos en septiembre.

Pero atentos, porque el líder popular a la par que senador, Pablo Ruz, no se cree absolutamente nada de todos estos reiterativos anuncios. Que todo es humareda y que ya se sabe que el humo ciega los ojos de la ciudadanía, y que el gobierno, da igual que sea bi o tripartito, sigue padeciendo una paralísis permanente de cintura para abajo y el síndrome miasténico de Lambert-Eaton en el resto del organismo gubernativo. No profundizó más en el asunto porque se le escapaba el AVE al Senado (él lo coge en Villena, porque ha hecho promesa de no pisar la estación de Alicante hasta que la alta velocidad llegue a Elche: lleva así desde que el PP anunciara hace años que era algo inminente). En otro lugar y casi a la misma hora, García-Ontiveros se reafirmaba como líder de Ciudadanos en la Plaça de Baix y adyacentes, y tras haber nombrado funcionaria de empleo a Irene Ripoll, aprovechando que Emigdio Tormo estaba en pleno vuelo y Eva Crisol había bajado a hacer una bonoloto, fichaba para su guardia varega a militantes díscolos. De paso, creaba cuatro o cinco gestoras más de C's en la ciudad (una en su propia comunidad de vecinos) para demostrar que de pusilánime, nada. Que se preparen, que ya le ha cogido el tranquillo a la política, advertía.

Por si fuera poco este panorama, en el avance de programación de la nueva temporada, González ha proclamado desde lo alto de la torre del Consell que va a zanjar (reparen en la irónica concomitancia morfológica) de una vez por todas el asunto del Mercado Central, ahora que la victoria electoral le ha dado la energía vital y política que necesitaba. Coincide este aviso con que La1 de TVE anuncia estos días el estreno de su nueva serie diaria Mercado Central, al parecer inspirada en las vicisitudes de la plaza de abastos ilicitana, según aseveran desde Salvem Les Plantes del Mercat (muy enfadados, por cierto, por la reciente eliminación de estos valiosos vestigios vegetales medievales, por lo que recurrirán al Seprona, al Govern del Botànic y hasta al Icomos, si hace falta). La trama trata sobre un mercado que, tras un informe municipal, debe reconvertir su actividad, decisión tras la que se encuentra un importante fondo de inversores que quiere convertirlo en un gran centro comercial, por lo que estallan los enfrentamientos entre vecinos, comerciantes y ayuntamiento.¿Les suena? La cuestión ahora es adivinar qué actores y actrices encarnarán a los protagonistas reales de la historia. ¿Hará tal vez Jesús Olmedo de Carlos González, por lo de la barba? ¿Será Begoña Maestre quien encarnará a Mercedes Alonso? ¿O quizás a Mireia Mollà, por la melena? Eso sí: la serie, por el momento, tiene el final abierto. Permanezcan atentos a la pantalla (y a todo lo demás, por si acaso).