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La Marvella de Gesús Jil

El apego de muchos compatriotas a las faltas de ortografía

No descansan ni por el verano, qué barbaridad, qué afán, mira que tienen ganas, qué contumacia. Cómo disfrutan muchos compatriotas dale que te pego a las faltas de ortografía, haga frío o calor, en el mar y en la montaña. Ni la siesta le dejan a uno, ni ese adormecerse como un Pepe tras la pitanza chiringuitera. Ahí aparece, en la pantalla del informativo de mediodía: "El verano marvellí". Marvellí. Con una uve como mordisco de mosquito estival, de mosquito con dientes, que se los veo yo cuando baja en picado hacia mis carnes morenas. Nada de "marbellí": marvellí. Así lo escribió un profesional de la comunicación y, como vivimos tiempos en que todo es opinable, cualquiera se mete con él. La Real Academia dice que solo recoge y da fe y tal y tal del uso de las palabras. Así que los de Marbella serán ya marvellís o marvellíes, y ya Marbella será Marvella. Qué guapo todo.

En Marbella solo puse los pies una vez, tras bajar desde la serranía de Ronda. Justo para pagar una fortuna por una botella de agua mineral y comprobar que era una ciudad diseñada piedra a piedra para que no me gustase y sí ofendiese. Allá cada cual con sus preferencias. Vuelvo a verla en la serie televisiva de moda: "El pionero", cuando Jesús Gil era su alcalde, a comienzos de los 90 del XX. Ay, Virgen del Amor Hermoso: qué camisas llevábamos en aquellos años, qué corbatas, qué pantalones campaneros, cómo fumábamos. Veo en un episodio a Julián Muñoz llamándole "golfo" a Gil, aquel creador del neologismo "ostentóreo", que todo quisque usaba y nunca recogió la RAE, qué cosas. Cómo han pasado los años, qué mundo tan diferente. Recuerdo a uno de los muchos entrenadores que Gil contrató para su Atlético de Madrid.

Era el "Coco" Basile, un argentino pintón que creó el famoso "me cago en el contrato" cuando supo que su presidente había invitado a un técnico a la grada para que fuese viendo al equipo y lo sustituyese a poco tardar. Le ayudaba "Panadero" Díaz, que fuera defensa de aquella estirpe argentina del temible Aguirre Suárez y otros, los que despejaban por los aires tres cosas a la vez: el balón, un tapín del césped y al delantero contrario. Aquellos defensas sin VAR, como Goyo Benito, quien hiciera rogar al extremo gambiano Biri Biri: "No me pegue más, señor Benito". Marbella, hoy Marvella.

Y miren que es rara la faltita, pues en español no hay palabras que comiencen por "marv-". Sería becario joven quien la escribió, abducido acaso por Marvel, "marvelous" y esas inglesadas sin las cuales no sé cómo hemos podido hablarnos hasta hoy los españoles. Sebastián de Covarrubias escribía en el XVII: "Se llama Marbella de el río que la baña o a la bella mar que goza", siguiendo las normas ortográficas de entonces, que todo muda como ven. Y Góngora cantaba: "Amarrado al duro banco de una galera turquesca, ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra, un forzado de Dragut en la playa de Marbella se quejaba al ronco son del remo y de la cadena". Nada, unos antiguos que no sabían inglés: la Marvella marvellí. Cambio de canal y me hiere un "Nadal, arroyador", con ye, antes llamada "y griega". El crimen ortográfico fue en la 1ª de TVE. Protegiendo siempre el idioma español la tele pública. Y le sigue una presidenta autonómica que dice "estamos viendo que nuevamente no es nada nuevo" o "la campaña contra un candidato que vaya por dónde es mujer" en vez del esperable y correcto "mira por dónde". Y que propina un "metiendo por entorno varias verdades", que quién sabe lo que querría haber dicho. O un abogado que machaca (como Gil y Gil, y tal y tal) con que su defendido actuó "de acorde" a las circunstancias. Está muy mal la cosa. Analfabetos en plena forma.

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