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Sobre patinetes, mascotas y normas

La impunidad de los insolidarios no se combate con más circulares sino haciendo cumplir las existentes

La circulación de patinetes, bicicletas y otros vehículos de movilidad personal está levantando protestas en gran parte de las poblaciones. Los aparcamientos de forma caótica, su abandono en medio de aceras, su carrera por las zonas peatonales, su presumible alta velocidad son algunas de las causas de las protestas. ¿Faltan normas para regular su circulación, han de ser comunes o cada municipio ha de aprobar las suyas? ¿Y las de aparcamiento? Las normas son para cumplirlas. Para eso las aprueban consistorios y gobiernos. Son fruto de la democracia y facilitan la convivencia entre vecinos. Nos las "imponen", las promulgan para favorecer, ayudar a la coexistencia entre cercanos, compañeros de calle, de barrio.

Pero ¿quién hace cumplirlas? ¿Se multa al infractor, se cobran las multas? Los ayuntamientos, como responsables de la política local, municipal, la cercana, velan por la convivencia de sus residentes. Pero muchas veces se ven desbordados por la misma vida de la calle. O apuntan a objetivos no urgentes y se olvidan de otros necesarios pero menos "populares". Parece que los criterios van "por barrios". Las normas más necesarias en cuestión de convivencia son las de los nuevos vehículos de desplazamiento personal, los que facilitan la movilidad por la ciudad. Y también su aparcamiento. Pero en muchas corporaciones no acaban de aprobar normas para su circulación. Unas esperan (se disculpan con) otras de organismos de mayor rango. Algunos ayuntamientos no las consideran urgentes; otros no las ven necesarias. Mientras tanto las dificultades del peatón son cada vez mayores para pasear, andar por las aceras. Unas veces porque los ciclistas, patinadores, skaters... circulan por la acera en vez de ir por la calzada. Otras porque no aparcan sus vehículos, los "tiran" donde se acaba su saldo, donde está su destino, donde les da la gana (mejor no mencionar "salidas"). He ahí un punto ciego legal.

Otro dato respecto a circulación de vehículos y su aparcamiento: muchas poblaciones han implantado zonas verdes, zonas de aparcamiento limitado o regulado. Son normas para cobrar una cuota por ocupación temporal pero adolecen de coordinación intermunicipal y son distintos los colores de la pintura que marca los límites para cada vehículo, lo que confunde a los conductores visitantes o no residentes habituales. Además, en algunas localidades los colores que distinguen permisos o prohibiciones son tan parecidos y no reflectantes que no se distinguen por la noche. También son reguladas las normas de paseo de mascotas. Normalmente han de ir atados por la calle, sus dueños han de recoger sus excrementos sólidos. ¿Y los líquidos? Hay poblaciones donde se riega con frecuencia, en otras llueve lo suficiente para eliminar residuos menores. Pero en muchas ni llueve ni se riega lo suficiente como para eliminar pises y otros residuos olorosos.

Las soluciones para la mayoría de los inconvenientes mencionados (grafittis incluidos) pasaría por una mayor presencia de miembros de la policía municipal, local, de movilidad. Pero el personal de vigilancia es lo que más escasea. Solo los municipios grandes, con zonas de aparcamiento vigilado, destinan presupuesto para empleados de movilidad, pues es una fuente de recaudación económica. Pasear por aceras para vigilar que por zonas peatonales no circulen ciclistas y distintos tipos de vehículos patinadores no da dinero. Una sanción a dueño/a de perro que levanta la pata en cada esquina es difícil de cumplimentar, muy laboriosa de argumentar. Es decir, hacer cumplir las normas callejeras municipales no es rentable o cuesta dinero, necesita una parafernalia complicada y una Administración ágil y bien equipada. Solamente una organización autoritaria que enfoque su recaudación por ese camino puede imponer un orden en la circulación callejera. Por eso la impunidad de los insolidarios que circulan en vehículos de movilidad personal no se combate con más normas, dictando más circulares. Lo necesario es el aumento de personal que haga cumplir las normas ya existentes.

Vigilar la observancia de las disposiciones callejeras necesita una parafernalia complicada, y una Administración ágil y bien equipada

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