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Salud

Ejercicio y beneficios

La actividad deportiva logra tres efectos saludables: mantiene el peso, fortalece los músculos y mejora la capacidad cardiovascular

El ser humano conquistó el fuego, una forma de trasformar en calor la energía de la madera, y otros combustibles. Con él se defendió de las fieras, se calentó, se alumbró en las cuevas y, sobre todo, cocinó. Su sistema digestivo, heredero de los mamíferos, pudo aprovechar más alimentos y mejor. Es una de las ganancias del ser humano, tan poco dotado para la supervivencia sin la ayuda de la tecnología. Pero realmente, no hace nada nuevo. Aprovechar la energía mediante la combustión es algo que ya supieron hacer las bacterias aeróbicas, nuestros antecesores más antiguos. En su interior, unas calderas son capaces de incendiar, con oxígeno, las grasas, los azúcares, las proteínas, también el alcohol.

Esa energía que se desprende se almacena en unas baterías, básicamente el ATP. Pero solo un porcentaje. Al igual que las máquinas creadas por el hombre que combustionan carbón u otros productos, solo se aprovecha poco más del 20%. El resto se disipa en forma de calor. Los seres homeotermos necesitan parte de ese dispendio para mantener su temperatura, la del ser humano 37º. De ahí que cuando hace frío los músculos se contraen en tiritonas: están gastando energía para que la desaprovechada eleve la temperatura del cuerpo. Así que todos, todos, tenemos una eficiencia energética semejante. Otra cosa es cómo la aprovechamos para el trabajo, es decir, para llevar cosas de un lado para otro, desde moléculas dentro del organismo hasta nuestro cuerpo de un lado para otro. Ahí puede haber una diferencia, pequeña pero significativa, cuando la exigencia es alta. Tiene que ver con el aprovechamiento de la energía elástica acumulada en huesos, músculos y tendones, con la manera de contraer los músculos, la postura y otras muchas cosas. Pero en términos generales, el coste energético de transportar el cuerpo es directamente proporcional al peso y a la distancia.

Al recorrer 5 kilómetros se gasta casi lo mismo andando que corriendo. Pero andar a más de 7 km por hora es más costoso que correr a esa velocidad, precisamente por la eficiencia mecánica. Así que todo ejercicio es trabajo. Y como trabajo es fuerza por espacio, el gasto depende de esas dos variables. La fuerza es el peso, el propio y todo lo que se transporte. Mediante el trabajo realizado podemos saber cuánta energía hemos gastado. Eso tiene que ver con el equilibrio entre ingesta y gasto. Cuando la primera es mayor que el segundo, ahorramos casi todo en forma de grasa, el almacén más eficiente. Cuando es mayor el gasto, tenemos que aprovechar esa energía que habíamos acumulado para producir el trabajo. Por tanto, para adelgazar hay que gastar más de lo que se ingiere. Pero es que aunque la eficiencia energética sea poco más del 20%, con esas pocas calorías que aprovechamos de los combustibles somos capaces de hacer mucho trabajo. Para gastar 80 calorías andando, que no son más que 10 gramos de grasa, una persona de peso medio necesita caminar unos 20 minutos. Es muy difícil adelgazar con el ejercicio, hay que hacer mucho.

El papel del ejercicio en el control del peso tiene más que ver con la actitud vital, con el mantenimiento y mejora del sistema muscular y con la regulación del apetito. La obesidad sobrecarga el sistema metabólico y osteomuscular. De esa manera contribuye a desarrollar algunos trastornos como diabetes, enfermedad cardiovascular, algunos cánceres, artrosis de rodillas, insuficiencia respiratoria, etcétera. Precisamente contra casi todas ellas, además de adelgazar, es saludable el ejercicio de fortalecimiento cardiovascular. En este caso sí que es diferente recorrer 5 kilómetros en una hora o en 20 minutos. En el segundo caso estamos demandando al sistema cardiovascular que se obliga a modificarse, a reconstruirse, precisamente para poder, en siguientes ocasiones, responder con más facilidad a la exigencia. Es una adaptación que tiene un coste, estructural y metabólico.

Por la ley de máxima economía que rige toda la fisiología, si pasa un tiempo, unas semanas, sin que se realice esa demanda más alta de lo habitual, el cuerpo decide deshacerse de esa capacidad extra. Hay que hacer ejercicio de forma constante. Lo mismo ocurre con el sistema osteomuscular. Cuando tiene que mover el cuerpo con una exigencia superior a la que está acostumbrado, el músculo reacciona fortaleciéndose. Para el ejercicio aeróbico, crea más calderas capaces de quemar más oxígeno. Para el anaeróbico, aquel que es solo de fuerza, crea más músculo, más fibras contráctiles, de manera que levanta el peso con más facilidad. Es el body-building. Se ve cómo se trasforma el cuerpo merced a esa reconstrucción de los músculos.

En resumen, con el ejercicio perseguimos tres objetivos: mantener el peso, mejorar la capacidad cardiovascular y fortalecer los músculos. Diferentes tipos de ejercicio hacen más énfasis en uno y otro. En cuanto a los estiramientos para mejorar las partes pasivas y elásticas del sistema musculoesquelético, aunque no haya pruebas contundentes de su utilidad, la lógica dice que son saludables y complementarios de los otros.

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