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Tribuna

Qué cosa es la libertad

El miércoles pasado fue investida presidenta de la Comunidad autónoma de Madrid Isabel Díaz Ayuso, esa señora que dijo añorar los tiempos felices en los que los atascos automovilísticos por las calles de la capital del Estado durante los fines de semana eran un inequívoco síntoma de prosperidad. La investidura se produjo por un «pacto de perdedores» (así se le llamó siempre desde Génova a los acuerdos para no respetar la lista más votada) entre PP, Ciudadanos y Vox, los tres tenores de la de recha. El pacto se demoró mas de la cuenta por los conciliábulos entre PP y Ciudadanos por el reparto de sillas en el gobierno y por la insistencia del partido de extrema derecha de hacer notar su influencia en la redacción del programa, imponiendo correcciones de estilo para, por ejemplo, llamar «violencia intrafamiliar» a la «violencia de género». Entre otras cosas. El discurso de la nueva presidenta regional fue un canto continuo a la libertad, en todas las acepciones posibles. Libertad de conciencia, de expresión, de educación, de cátedra, de residencia, sexual (dentro de un orden claro) y sobre todo, libertad de mercado, la libertad por excelencia según su ideario. Hasta el punto de convertir Madrid en la referencia segura del ultraliberalismo español de última generación. A algunos observadores no ha dejado de hecerles gracia que la señora Ayuso invocase continuamente sus ansias de libertad como si los ciudadanos de la comunidad madrileña hubieran estado sometidos a un régimen opresivo y de terror cuando en realidad han sido años, largos años, de gobierno del PP, primero con doña Esperanza Aguirre y después con doña Cristina Cifuentes. Y aún les ha hecho mucha más gracia su proclamada intolerancia respecto de la corrupción política, cuando todo el mundo sabe que destacados cargos del PP madrileño están encausados, y en algunos casos presos, por asuntos oscuros que la justicia ha debido indagar o todavía indaga. Un alegato que la señora Díaz Ayuso remató con una conocida cita de don Mariano Rajoy : «Cuando digo nunca quiero decir jamás». Una frase que estos años habremos oído muchas veces en boca de personajes del PP cuando fueron llamados a capítulo por los jueces para esclarecer su posible implicación en sonados escándalos. En la novela del escritor escocés M. Barrie «Peter Pan»se describe una isla fantástica, «El País de Nunca Jamás», que estaba habitada por unos niños, «Los niños perdidos», que vivían al margen de toda obligación. Durante un tiempo, prácticamente hasta ahora mismo, el PP fue «El País de Nunca Jamás» y el señor Rajoy, Peter Pan. Dicho lo que antecede, quedamos a la espera de la gestión de la señora Díaz Ayuso, que promete entretenimiento. La libertad es un concepto que admite incontables declinaciones y una de las últimas me la brinda un querido pariente, Enrique Sáez Ponte, que fue director general del desaparecido Banco Pastor y ahora es presidente de la Fundación Juana de Vega. Según Enrique, que acaba de publicar un libro con el título «La libertad en el siglo XXI», «la lucha por la libertad no termina nunca». Le resultaría muy instructivo a la señora Díaz Ayuso.

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