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Semana y media

Bajo el paraguas del Brexit

LunesPOLÍTICA DE VENTAS

Por una vez, la fotografía del verano no ha sido la de Ana Obregón zambulléndose en el agua con un bikini caleidoscópico, sino la de un centenar de militares atareados con la extinción de los incendios en Canarias que posan delante de sus aeronaves. El grupo forma una V cuyo vértice ocupa Pedro Sánchez, flanqueado por un ministro y el presidente canario. El precedente más sólido que recuerdo es el de George Bush rodeado de uniformes en la cubierta de un portaaviones durante la guerra iraquí y el efecto resulta igualmente ridículo, aunque tal vez quepa precisar que el presidente de Estados Unidos es comandante en jefe mientras que Pedro Sánchez dirige una agencia de publicidad. Bush parecía un veterano de guerra en una excursión guiada y Sánchez el trajeado presidente de un club de fútbol retratándose para la fotografía oficial del equipo junto a treinta tipos en paños menores. En su descargo, la capacidad de maniobra de Pedro Sánchez es similar a la del zar Nicolás II durante los últimos años de su reinado: lo único que podía hacer era pasar revista a las tropas.

martesEL FACTOR HUMANO

Frente a la tosquedad arrogante de Trump y un premier británico con aspecto de hooligan embutido en un traje que amenaza con descoserse, Macron ha desplegado el arsenal de encantos que atribuimos a los franceses cuando no intentan parecer demasiado franceses. Las expresiones que describen su protagonismo en la cumbre del G-7 transitan desde el rotundo « Macron impone su agenda» al apoteósico «Macron desactiva la crisis de Trump con China e Irán». Con una Angela Merkel en retirada personal y macroeconómica y la imposibilidad de negociar el Brexit con una hermandad de exalumnos de Eton que han fiado su carrera política a este santo grial, la única hipótesis halagüeña era alejar a Trump de los tuits durante unos días. Macron lo ha conseguido aparentemente y, tratándose de dos repúblicas tan monárquicas como Francia y Estados Unidos, no debe despreciarse la sintonía personal como un ingrediente del desenlace. Sea por empatía espontánea o por la capacidad de seducción de uno de los interlocutores, la complicidad entre gobernantes ha construido acuerdos desde que la reina de Saba guiñó un ojo a Salomón.

miércolesDEL ENEMIGO, EL ABRAZO

No sé si cuajará la ocurrencia de «España Suma» como plataforma electoral que agrupe a la derecha. Desde luego, es imposible que recupere el poder si sigue presentándose a las elecciones por triplicado. Esta certeza es compartida incluso por los pastores tibetanos, por lo que las objeciones y desplantes de algunos concernidos deben interpretarse en clave de cuota o juego del «primus inter pares», que suele terminar soliviantando a los «pares» y desestabilizando al «primus». Lo incontestable es que la precaria mayoría del PSOE contribuye a impulsar la maniobra, aunque pertenece al ámbito de la psiquiatría que el PSOE, además, se esfuerce en regalar pretextos al adversario. Siguiendo con el latín, en Navarra se ha formalizado un «do ut des» nauseabundo entre los socialistas navarros y Bildu, verbigracia, el canje de la presidencia autonómica por una alcaldía. El único concejal socialista se ausentó del pleno, lo que permitió cumplir el pacto y disfrazar el cambalache. Naturalmente, la primera consecuencia de todo esto es que Ciudadanos está dispuesto a aceptar un «España Suma» navarro.

juevesMENÚ DE OFERTA

Creo haber leído hace años, tal vez lo soñé, que las piaras que acompañaban a los israelitas en el éxodo de Egipto enfermaron y Moisés tuvo que improvisar la prohibición divina de ingerir carne de cerdo para evitar que la expedición fuera diezmada. Fue quizás la primera intoxicación alimentaria y probablemente todas las tradiciones arrancan de algún motivo tan prosaico como ese. Yo vivía en Madrid durante la epidemia de la colza y puedo imaginar el pánico sevillano por una partida de carne enlatada que ha generado un brote mortal de listeriosis. En una aparente contradicción, el tratamiento industrial de los alimentos y el volumen de su tráfico comercial ha acarreado tanto una panoplia de salvaguardas profilácticas como un nuevo catálogo de riesgos: los ingredientes del potaje de la abuela no estaban pasteurizados, pero ¿quién es la abuela de un yogur de mango con código de barras? La confianza del consumidor reposa en la exhaustividad de los controles sanitarios, pero en último término su salud depende de la negligencia o codicia de una abuela invisible. Parece una parábola indigesta del capitalismo.

viernesDIFERENCIAS IRRECONCILIABLES

Si verdaderamente hubiera voluntad de evitar las elecciones, el portavoz del PSOE en el debate de ayer tendría que haber sido cualquier diputado excepto Rafael Simancas, siempre tan brillante como pendenciero. El motivo del pleno eran las peripecias de otro barco abandonado a la deriva con su cargamento de parias del que todos quieren desembarazarse, unos con brutal sinceridad como Salvini y otros con sordina administrativa como Sánchez. Era un drama idóneo para que Podemos jugase de nuevo a las barricadas y para que la derecha propinara un puntapié al presidente en la pantorrilla de la vicepresidenta. El barco quedó varado tras las primeras intervenciones y todos los oradores se lanzaron al abordaje electoral. La portavoz del PP posee una estremecedora frialdad que sin duda adquirió en Oxford; en cambio, el estilo desenvuelto y algo marujón de su colega de Ciudadanos tiene el sello de una asamblea de copropietarios. Pero ellas eran personajes secundarios. El duelo trascendental lo protagonizaba la izquierda y el resultado fue cruento, con un Simancas provocador y una portavoz de Podemos que embistió el trapo de las alusiones jocosas como un Miura enfurruñado. El epílogo entrañable correspondió a la vicepresidenta, inconsolablemente afectada porque en las redes la llaman «Calvini». Grandes cuestiones.

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