Septiembre es el mes en el que se suele reiniciar la actividad política en todas las instituciones. También es el mes en el que se reexaminan las asignaturas y deberes pendientes que no se hicieron o se hicieron mal.

El tema de la calle Corredora, en Elx, debería estar en ése listado de objetivos no cumplidos. Y no es una tarea pendiente sólo de la legislatura pasada. Viene siendo prometida desde tiempo atrás. Sí es verdad que, en la pasada, el equipo de gobierno en el que estaban integrados PSOE y Compromís, y de acuerdo con sus respectivos programas electorales, se comprometían a dar prioridad a la peatonalización de la Corredora definiéndola, acertadamente, como una obra emblemática y necesaria a la ciudad. Y acabó como empezó.

De todos es sabido que cualquier actuación urbanística que conlleve reducir espacios al coche es problemática. Pasa en todas las ciudades y también ha pasado en Elx cuando así se ha hecho. Es, por tanto, una actuación que hay que preparar bien, con tiempo y con un debate serio con todos los colectivos sociales en busca del máximo consenso. Pero también hay que saber que el consenso total es casi imposible. Hay intereses diversos y contradictorios en estos temas y, al final, hay que tomar decisiones aún a riesgo de críticas o polémicas partidistas.

Las actuaciones de peatonalización de espacios urbanos, que cada vez son más frecuentes en todo el mundo, suelen gozar de la satisfacción ciudadana e, incluso, del comercio de la zona una vez ejecutadas y puestas en funcionamiento. Si se hace bien y sin intereses espurios de por medio, las peatonalizaciones mejoran la convivencia, el medio ambiente y la calidad de vida. Así se puede comprobar en multitud de ciudades españolas y europeas. Sólo cuando intervienen otros curiosos intereses, como los manifestados por la hoy presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, del PP, al declarar que «añoraba los atascos matutinos de la Gran Vía», pueden poner en cuestión actuaciones en favor de los peatones. Y hasta provocar que tengan que intervenir los Tribunales para corregir lo que algunos son capaces de hacer por mero revanchismo político.

La peatonalización de la Corredora de Elx es una necesidad para la ciudad. Prácticamente todos los partidos así lo reconocen. Otra cosa es cuándo hacerla. Siempre hay una excusa para dilatar la actuación. Así pasó con la anterior Corporación. Es difícil hacerlo peor, o mejor según se mire si se temía hacerla. Plantearse este tipo de actuaciones sin un previo y serio debate y casi al final del mandato, cuando los temores e indecisiones han sido una constante en el mismo, es casi una temeridad. Y así acabó aquello.

La Corredora, según los estudios municipales de Movilidad que INFORMACIÓN publicaba el pasado 21-2-18, tenía una intensidad media diaria de 5.000 vehículos en 2017, que suponía un 30% menos que un año anterior, probablemente provocado por los cierres al tráfico de los sábados y los cambios de hábito de los conductores. También es significativo que más del 75% del tráfico de la Corredora sea sólo de paso y el resto para quedarse por el centro. Recordemos que en ésta vía no se puede aparcar ni girar hacia ninguna calle en todo el trazado afectado, y que a los grandes aparcamientos que rodean el centro se puede acceder fácilmente por otros itinerarios.

Para superar la parálisis en la anunciada peatonalización, el equipo de gobierno se sacó de la chistera el denominado «Plan Centro», con actuaciones que según se dijo durarían 2-3 años para su ejecución completa y, por otra parte, parecía supeditarse todo a resolver otra de las asignaturas pendientes: el Mercado Central. El tema del Mercado, si se acaba judicializando puede eternizarse aún más de lo que está y, además, no puede condicionar una actuación a la otra. Lo que sí es necesario es intensificar las campañas de pacificación del tráfico interno de la ciudad y puede hacerse mucho más de lo hecho. El refuerzo de la flota de autobuses con mejores unidades, más silenciosas y ecológicas es imprescindible. Hay que apostar por la reducción del tráfico privado, no sólo por desviarlo por otras calles. A pesar de mejoras evidentes, aún se abusa de una utilización masiva del vehículo privado y para una sola persona en la mayoría de los casos.

Ahora que empieza a funcionar el nuevo Ayuntamiento, es el momento de plantearse resolver asignaturas pendientes como la de la Corredora. Hay tiempo, mayoría y experiencia por delante. Sería imperdonable que tampoco en esta legislatura se le diera una buena solución.