Tener un Gobierno en funciones no es bueno. Desde el 28 de abril que se celebraron elecciones generales, con unos resultados envidiables para el PSOE, pareciera que la obsesión única de Pedro Sánchez ha sido la de mendigar una quimérica abstención del PP y Ciudadanos para que le facilitaran su investidura y, al mismo tiempo, despreciar a aquellas fuerzas que, mediante la moción de censura, le permitieron acceder al Gobierno y, especialmente, al que debería ser su «socio preferente», según definición propia: Podemos.

Después del fracaso de la investidura del mes pasado, la cosa se ha puesto peor: sigue detrás del PP y Ciudadanos, que ya no saben cómo decirle que no le van a ayudar en nada y, por otra parte, la brecha con Pablo Iglesias crece. Si la investidura es importante, no lo es menos la capacidad de gobernar los 4 años de la legislatura. ¿También piensa ir pidiendo la abstención de la derecha, a cada momento, para hacerlo? ¿Qué políticas piensa desarrollar para ello?. El PSOE debe aceptar que ha tenido un resultado espectacular, pero no ha tenido mayoría absoluta ni de cerca. Si quiere acercarse a ella y poder gobernar tranquilamente, tiene que elegir entre la derecha o la izquierda. La derecha ya le ha dicho que, en ningún caso, le votarán y que prefieren elecciones. Y Podemos sí le ofrece apoyo, pero basado en un programa común y un gobierno de coalición justo y representativo.

No es necesario ni que uno ni otro estén enamorados, sólo que estén dispuestos a ser una pareja de hecho seria y en busca, siempre, de lo mejor para la mayoría de los españoles. Háganlo, por favor. El tiempo corre en contra y los perjuicios de la situación ya se están sintiendo.

A la falta de un Gobierno con plenos poderes se une el hecho de que aún se sigue gobernando con los Presupuestos del Estado que hizo Rajoy en 2018. Los que se presentaron para 2019 fueron rechazados por las derechas y los independentistas catalanes, en extraña colaboración, y provocaron las elecciones pasadas. Y las Comunidades Autónomas ya están notando la situación y puede ir a peor si ésta se prolonga.

Se calcula en 5.000 millones de euros las entregas a cuenta de Hacienda a las autonomías que están retenidas al estar el Gobierno en funciones y, de ellos, 450-500 podrían ser para el Pais Valencià.

Aparte de esos 5.000 millones, hay otros 2.500 en concepto de IVA que tampoco pueden ser transferidos. Por no hablar del debate pendiente sobre el modelo de financiación que, ahora otra vez, Pedro Sánchez está vendiendo para el futuro para ganar votos. Recordemos que, según el informe que FEDEA acaba de presentar, los valencianos somos los peor tratados por el actual sistema.

Cada valenciano recibe 2.330 euros por año para financiar los servicios públicos esenciales transferidos. Supone 198 euros por año por valenciano menos que la media nacional y 641 euros menos que la Comunidad mejor financiada, que es Cantabria. Y todo ello en base a los datos de 2017, que es el último ejercicio liquidado y a pesar de que, en ésa fecha, el sistema ya llevaba tres años caducado.

En estas circunstancias, Ximo Puig, al igual que en otras comunidades, acaba de anunciar que en el País Valencià habrá que aplicar recortes y que intentará que no sea en políticas sociales y que las diferentes Consellerias ya están trabajando en ello. Por lo que, probablemente, sea en capítulos de Inversiones o Transferencias dónde más se aplique. Es un dato preocupante, máxime para un municipio como el nuestro que lleva años de escandaloso olvido desde València.

Es por ello que, desde el equipo de gobierno, y también la oposición debería colaborar, hay que hacer ver al Consell que Elx no vuelva a quedar afectada por falta de inversión. Hay demasiadas cuestiones sólo prometidas y que urge concretar para dar más servicios a la ciudadanía y, también crear más empleo: El Plan Edificant debe intensificarse para mejorar las dotaciones educativas y acabar con los barracones; la mejora y construcción de nuevos centros de salud es necesaria, especialmente el segundo C.S. de Altabix y en algunas pedanías; también un segundo CEAM en el barrio del Plá; la nueva Depuradora de Algorós; la rehabilitación del Hort del Gat, que dejó olvidada el conseller Marzà, de Compromís; más ayudas al Palmeral; el famoso Centro de Diseño del Calzado en el antiguo Correos, el nuevo Conservatorio, etc., por citar sólo algunas de las cosas que llevan años pendientes de ejecutarse.

Y, sobre todo, tenemos que conseguir que se forme un Gobierno progresista en el Estado. Aunque desconfíen unos de los otros. Eso también pasa en las mejores familias. Es mucho lo que hay que ganar para el progreso de España y, también, mucho lo que hay que perder si esto sigue así. Pónganse a hablar y formen gobierno ya.