Don Jerónimo Lloret es un alcoyano sacerdote salesiano de 90 años, de ascendencia en La Vila, a quien tuve como maestro y a quien tenemos la suerte de contar todavía entre nosotros en el Colegio Salesiano María Auxiliadora de Villena.

Recuerdo a Don Jerónimo embutido en su negra, abotonada y remendada sotana. Y con él a sus dos varas, recortes de tablero aglomerado: «Doña Tecla» y «El Turrón de Jijona». Varas que vi usarse sobre el lomo de compañeros, posiblemente también sobre el mío, en uno de aquellos cursos de finales de los sesenta en aquellos tiempos de rigurosa aplicación del «La letra con sangre entra».

Me ha venido a la memoria este entrañable recuerdo de la infancia, a raíz de la muerte de un jijonenco a quien tuve la suerte de conocer: José Enrique Garrigós.

José Enrique supo manejar con arte su liderazgo empresarial e institucional; en ocasiones de turrón blando o de «Jijona» y, si el momento así lo requería, de turrón duro o de «Alicante». En la «capi» se juega fuerte, en Política, en Economía y en el mundo asociativo empresarial.

Usó la técnica del de «Jijona» para aglutinar a los empresarios en torno a una Cámara que se hallaba inmersa en una situación muy complicada; y la del de «Alicante» para dejar claro ante nuestros queridos vecinos del norte de los Pirineos que les amparaba todo el derecho del mundo a denominar como «cognac» lo que para nosotros es «brandy» y como «champagne», lo que elaborado en España ha de denominarse «cava». Pero que debían emplear «nougat» para sus «turrones», pues la Indicación Protegida de los nuestros era y es la de «Jijona» y «Alicante».

En sus elaborados discursos de «La Noche de la Economía Alicantina», que siempre leía para no improvisar y de una forma apasionada que le hacía sudar, medía con destreza sus palabras; alternando la también dureza del de «guirlache» con la suavidad de los «mazapanes» y de los «pasteles de gloria». De vez en cuando introducía también alguna «peladilla» o «almendra garrapiñada» en su mensaje reivindicativo para con los políticos.

Se integró en la sociedad alicantina de la capital donde vivía, sin desvincularse nunca de su Jijona, en la que a diario atendía los asuntos de su empresa y encontraba tiempo para departir con sus amigos en el «Casino Cultura». En ese histórico lugar, sito en la avinguda de la Constitució, nos saludamos efusivamente un viernes tras visitar con mis compañeros una conocida empresa artesana del turrón y comer en el restaurante del citado «Casino Cultura», en actividad de nuestra Asociación ALCE (CESA).

Ese subir y bajar constante de Alicante a Jijona y de nuevo a Alicante, le permitía abordar con la perspectiva que le brindaba la «Penya Migjorn», los espinosos asuntos asociativos y camerales que se emboscaban en la «capi»; con ese savoir faire que imprime haber nacido y no perder el contacto con tu pueblo.

Es conocida una frase que mi abuelo Mateo, modesto agricultor villenense, empleaba con frecuencia: «es muy bonico hacer gracias con el dinero de los demás». Pues bien, José Enrique Garrigós supo adornarse entre otras muchas virtudes con la de saber administrar el dinero de los demás con la diligencia de un buen padre de familia. Diligencia que aplicó en su Asociación, en el Consejo Rector de la Denominación de Origen Turrón de Jijona, en la Asociación Origen España, en el Europe Origin y en la Cámara de Comercio de Alicante.

Descanse en paz José Enrique Garrigós, junto a Pepe Llorca, Manuel Bonilla, Emilio Vázquez Novo, Salvador Miró? como otro de los destacados «rockeros», artífices de la actual estructura del Mundo Asociativo Empresarial-Cameral de la provincia de Alicante.