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Desde mi terraza

Pequeñas grandes cosas

Hace unos días acudí al Hospital General (consultas externas) respondiendo a una cita con un determinado especialista médico; la cita era a las 10,30 de la mañana y me recibió a las 15,30, es decir tras 5 horas de espera, tiempo que a todas luces resulta abusivo. Pregunté a la enfermera por semejante retraso y me respondió que «el doctor va llamando según su criterio». ¿Según su criterio? ¿Para qué sirve entonces la hora de citación? Silencio por respuesta. Cinco horas sin poder moverme de una sala abarrotada de pacientes en los que se adivinaba la misma irritación, por miedo a que mientras salía a tomar un café se produjera la llamada. Cuando ésta se produjo protesté ante el médico: «Doctor llevo cinco horas de espera, y esto no es justo». A lo que el médico, con cara de sorpresa por mi insumisión, respondió que estaba cubriendo la baja por vacaciones de un compañero, y que por lo tanto tenía el doble de pacientes. Mi conclusión fue que la organización interna era un desastre, tres médicos especialistas (uno de ellos de vacaciones) para atender a más de cien pacientes; así que mi constante loa a la sanidad pública empieza a hacer aguas. Es posible que cada médico tenga su propia organización interna que aplicará con mayor o menor acierto; pero el fondo de la cuestión es que faltan médicos en todos los ámbitos, y las consecuencias las paga el paciente, que bastante tiene con encontrarse enfermo. Algo parecido sucede en los centros de salud cuando llega el verano y los profesionales empiezan a hacer uso de su derecho al descanso, así que mi mensaje va a dirigido principalmente a la consellera de Sanidad, y no a los profesionales que se convierten en la diana de las protestas, a veces injustas a pesar de la mala organización de algunos facultativos. ¡Vaya veranito que llevamos! Huelga en aeropuertos, huelga en Renfe?; por mucho que defendamos el derecho a la huelga de los trabajadores para conseguir mejoras, casi siempre justas («casi») es humano que hasta el más «progre» despotrique cuando es víctima de lo que considera un atropello, al final siempre es el usuario el que paga el pato y termina agotándosele la paciencia como sucedió a un servidor con el médico. Los sindicatos, y como medida de presión, atacan siempre por donde más duele, el verano; eso referido a los transportes, pero también suele suceder en otras actividades que terminan con la comprensión y solidaridad del usuario, consumidor o paciente, porque los servicios mínimos resultan casi siempre («casi») insuficientes. Quedan muchas cosas por resolver en este país, menos mal que la unión de las tres derechas avanza a pasos de gigante y nos trae la perspectiva de un futuro mejor; Madrid es ahora mismo el reino de la gaviota? que ya no vuela sola sino con el impulso impagable de Ciudadanos y de VOX; y es estremecedor escuchar todo lo que se ha dicho y todo lo que se ha empezado a acometer en la comunidad madrileña y en la capital del reino. Quien no vea en ello símbolos de regresión es porque está ciego o le falla la vista; pero las reglas de la democracia son así, y al demócrata convencido no le queda otra que aceptarlo, lo que no implica resignarse sino luchar todavía con más fuerza para que no se pierda ni uno solo de los derechos y los avances conseguidos con tanto esfuerzo, durante los mandatos de una izquierda y una derecha moderadas; y es precisamente a la moderación a lo que aspira la mayoría de los españoles sensatos. Y mucho me temo que la aparición de otras opciones políticas que emergieron con fuerza y acabaron con el bipartidismo van perdiendo fuelle y terminaremos en los orígenes: dos partidos políticos que se turnarán en el poder. Los radicalismos de unos y la indefinición de otros les pasará factura. Y para terminar con las vicisitudes veraniegas, la noticia de los abusos de poder del que quizás sea el más grande de nuestros tenores, Plácido Domingo, acusado de exigir favores sexuales de sus compañeras so pena de que sus carreras se vieran cercenadas ante el veto del maestro. ¡A saber! Me pregunto por qué treinta años más tarde de los supuestos abusos se sacan ahora a la luz y no fueron denunciados en su momento, aceptando el riesgo de que efectivamente hacerlos públicos hubiera supuesto dificultades en el avance en las carreras de las cantantes aludidas. O se es o no se es. Si todos tuviéramos el cuidado de escuchar al débil, de cuidar las pequeñas cosas, los pequeños momentos que forman nuestras vidas, probablemente otro galla nos cantara.

La Perla. «No quiero grandes cosas en mi vida, solo pequeñas cosas que la hagan grande» (Popular).

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