Convivir con Don Pablo debe de ser insufrible, Don Pedro. No se sabe si es peor su aire de suficiencia, el gusto por dar lecciones a todos (que luego él no se aplica), el fervor exhibicionista de su conversión a la paternidad/maternidad responsable (como si sólo engendraran ellos), su empeño en mantener signos externos de pobreza (al estilo De la Quadra-Salcedo, que iba siempre vestido de explorador), el oportunismo rampante o la inflación de egolatría. Pero da igual, hay que arar con los bueyes que uno tiene, y por más que finja buscar no hay otros. Tampoco debe fiarlo todo a un posible derrumbe electoral de Podemos: quizás baje, pero no lo bastante. Así que lo mejor es que, si no pueden verse, nombre cada uno a la persona que junto a sus equipos negocien al detalle un programa de gobierno, dejen para el final el reparto y, Don Pedro, prepare su mejor cara para el día de la firma.