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Relatores

Quienes nos cuentan lo que debemos saber, o imaginar, de las sesiones fallidas de investidura

Parecía que la figura del relator era un invento del soberanismo catalán, encarnado en la figura del semipresident Torra para llevar al huerto al casipresidente Sánchez, pero no. El mediador aquel cuya finalidad era la de dejar por escrito lo que iba pasando en una futura mesa de negociación ha dado paso a otro tipo de relatores que, de pronto, se multiplican en este verano de la no investidura. Y lo que pretenden todos ellos, en vez de narrar los sucesos, es inventárselos. Les precedió, claro es, Donald Trump, maestro inigualable en el arte de convertir cualquier mentira en consigna. Pero, aunque sea a una escala más modesta, nuestros relatores particulares se han tomado muy en serio el arte de contar lo que no ha existe pero haberlo, haylo. Mediante la figura del relator la política sale de las ciencias sociales para instalarse en las disciplinas literarias. No en la poesía, que nuestros relatores son incapaces hasta de hilar un ripio; tampoco en el teatro, ni siquiera en el que dejó de lado las máscaras. El género literario que mejor le cuadra a quienes nos cuentan lo que debemos saber, o imaginar, de las sesiones fallidas de investidura y sus trastiendas es el negro, pero en una síntesis con los cuentos de hadas y la ciencia ficción. Como mejor difusor de esas historias que le podrían cuadrar a Caperucita Roja si se hubiese ligado al lobo feroz está el periodismo de postparto. El que nos atrae con titulares acerca de las diversas operaciones que se diseñaron para dejar con cara de tonto a Pablo Iglesias y de listo a Pedro Sánchez o al revés. De creernos el mundo que nos dibujan los relatores, la política en boga, en especial en la izquierda, deja en nanas para bebés aquella serie de "Juego de tronos" que el podemita mayor le regaló al rey Felipe VI. Ahí es nada la sutil madeja con la que se fueron envolviendo los dos partidos en trance de montar un Gobierno de coalición para lograr que no existiese. Los relatos hablan de ministerios vacíos de poder, competencias inasumibles y vicepresidencias florero pero nos esconden de momento dónde están los dragones dispuestos a convertir en lava al adversario. Será que el verano tiene sus propios calores y no es cosa de echar un pulso a la naturaleza pero, leídos y releídos tanto los relatos en el que el bueno es Sánchez y el malo Iglesias como los contrarios, el guión queda un tanto flojo al asumir que el otro es idiota, sin más. Tiene que haber algo más, ese trío de dragones desalmados que garantizan la victoria final pero, de momento, no sabemos ni dónde quedan ni qué pinta tienen. Desde la derecha se advierte que se llaman Bildu, Oriol Junqueras y Puigdemont pero es que la derecha anda perdida en materia de relatos. Habrá que esperar a que, tras las vacaciones, nos pongamos de nuevo a investir. O no.

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