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Semana y media

Quemado, pero no de tomar el sol

LunesUNA ACLARACIÓN INNECESARIA

«El adversario natural del PSOE son las derechas», ha explicado Carmen Calvo refiriéndose al cambalache que hará presidenta navarra a la compañera María Chivite gracias a la abstención de Bildu. Cualquier socialdemócrata alemán, francés o británico diría que su adversario natural son los enemigos de las instituciones, no los partidos que defienden ideas contrarias a las propias sin discutir la supervivencia del Estado. Es muy respetable que los independentistas persigan sus propios fines ciñéndose a los límites legales; lo absurdo es la colaboración entre ellos y quien ejerce el Gobierno del Estado que pretenden disolver. Tan estremecedoramente sencillo como eso y una vez más es impagable la sinceridad de la vicepresidenta: sus intereses son partidistas y punto. Desde Rodríguez Zapatero, la trayectoria del PSOE obedece al cálculo minúsculo de atrapar el poder de tal forma que resulte casi imposible electoralmente la alternancia y para ello es ineludible la alianza con cualquier grupo nacionalista, por incompatibles que resulten sus intenciones con el programa, la historia y hasta las siglas del partido.

Martes«THE BOSS»

Trump es otro vistoso ejemplo de político que antepone los intereses particulares a los generales e intenta disfrazar estas mundanas ambiciones con pompa retórica. Gracias a su locuacidad, los chinos ya saben cuál es la fecha límite para solventar el engorro de los aranceles: las elecciones presidenciales. El planeta ofrece incesantes oportunidades y ahora ha llegado el turno de Suecia, un frío y antipático país que ha detenido a un rapero estadounidense por una reyerta callejera. Trump ha presionado al primer ministro como si compartieran botella de whisky en el «salón», pero los suecos saben que el rapero embarcaría para Nueva York cinco minutos después de pagar la fianza. Este desplante ha agitado la incontinencia de Trump, con lo que es posible que los estadounidenses se vean privados durante una temporada de albóndigas y estanterías. Tampoco podrán beber vino francés, ya que Macron pretende introducir un impuesto digital y se ha encontrado con la amenaza de gravar su importación a Estados Unidos. El tuit de Trump ha sido proverbial: «Nuestros vinos son mejores que los franceses».

MiércolesOSCURIDAD

Hay consumidores compulsivos, cleptómanos y cretinos. Yo pertenezco al último grupo. Dentro de una semana debo asistir a un evento y me disgustaría ser el único albino en una mesa de mulatos perfectamente bronceados. La solución obvia e inmediatamente descartada es compartir durante horas medio centímetro cuadrado de playa con una familia madrileña con suegra, niños y el «¡Hala Madrid!» como tono del móvil. Hace unos días, alguien me sugirió la alternativa del autobronceador y ayer entré en una droguería bastante chic donde expuse mi problema a la dependienta. Asintió dulcemente y puso en mi mano un espray «mi-la-gro-so», con la advertencia de que previamente debería «exfoliar». Yo no sabía qué era «exfoliar» pero ella sí y me entregó un segundo espray. «Por supuesto, debe utilizar unos guantes especiales», comentó. Casualmente, ella tenía esos guantes. En tono bromista le pregunté si necesitaba algo más; ella no captó la ironía y añadió a mi cesta (había terminado por pedir una) una crema hidratante para mejorar el bronceado. Es admirable que las mujeres no tengan que hipotecar la casa para poder salir a la calle todos los días. Mientras pagaba el monumental desfalco, comencé a ponerme negro sin necesidad de embadurnarme.

JuevesLOS OTROS

La tempestad más reconocible azota Alemania desde el pasado lunes, cuando un hombre empujó a una mujer y a su hijo de ocho años bajo un tren que llegaba al andén de la estación de Francfort. Alemania se comportó con generosidad negligente durante la crisis inmigratoria de 2015 y de vez en cuando brotan fisuras que son pasto para demagogos. La madre sobrevivió pero no su hijo y la escueta circunstancia de que el criminal fuera eritreo ha provocado que la ultraderecha vocifere sobre fortalezas nacionales asediadas por bárbaros de tez oscura y rasgos amenazantes. Poco importa que sean judíos de nariz aguileña o subsaharianos achatados para que los charlatanes de cualquier época azucen la innata psicosis colectiva sobre «los otros» con los pretextos más burdos. La muerte de un niño no es desde luego algo burdo; sí lo es que se vincule con la avalancha de inmigrantes de 2015. Porque el eritreo de Francfort era ciudadano suizo desde 2006 y seguía tratamiento psiquiátrico. No era un eritreo ilegal, sino un suizo trastornado. La ultraderecha debería exigir al Gobierno que cerrase la frontera con Suiza, no que deportara a unos parientes de la reina de Saba.

ViernesNÁUFRAGOS

Ayer estuve vagabundeando por el centro comercial mientras esperaba a que abrieran las taquillas del cine. Excepto el Orfeón Donostiarra, todo el mundo se había congregado allí. También en las taquillas, donde El rey león nos traslada a una jungla digital más realista que la diaria. Tras ser atropellado por el patinete de un niño (ese añorado Herodes), pensé en Vittorio Fabris, el solitario navegante que cruzó el Atlántico en un velero para pedir perdón a Moby Dick, la ballena de Melville. Vittorio interpreta la novela como un lamento ecologista, pero esto sólo es una interpretación más de un libro que pasó inadvertido en vida del autor y hoy reside en el mismo panteón que Don Quijote o Fausto. La inmensidad del océano y el desamparo del tripulante chocaban brutalmente con el gentío que se agolpaba en los probadores o hacía cola para comprar una entrada. Vittorio naufragó finalmente, lo que redondeó el simbolismo de su gesta. La cola frente a la taquilla iba menguando y no pude evitar un eufórico «por allí resopla». Cuando llegó mi turno, el aforo estaba completo. La taquillera tenía aspecto de ballena blanca.

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