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El verano no es tan azul

Acostumbrados al tradicional optimismo que se le presupone al verano, la discreta bajada del paro en julio en menos de 500 trabajadores en la provincia de Alicante, nos ha puesto los pies en la tierra. En los últimos meses, y pese a la cuestionable calidad del empleo creado, la caída del número de parados venía contabilizándose en cifras de cuatro dígitos, un exultante efecto placebo capaz de elevar las expectativas de quienes carecen de trabajo y de apuntalar el índice de confianza de los empresarios. En consecuencia, el dato del mes pasado ha sonado a gatillazo. Economía sumergida aparte, habrá que esperar al histórico de todo el año para que un análisis riguroso y fiable explique por qué una provincia líder en el negocio de las vacaciones presenta cifras tan decepcionantes en lo laboral en el mes en que de verdad toca sacar pecho. A la espera de ese análisis, llega la hora de los «a lo mejor». A lo mejor, la contratación estival de trabajadores se anticipó tiempo atrás a la vista de las buenas perspectivas; a lo mejor, no han venido tantos veraneantes como esperábamos; a lo mejor, la situación económica de las familias de España y de Europa no ha mejorado tal como aseguran los canales oficiales y las empresas han ajustado las plantillas a sus necesidades reales; a lo mejor va a ser cierto todo lo que nos advertían sobre el Brexit y sobre no sé qué de la guerra comercial entre grandes potencias. A lo mejor. Sin embargo, nada de ello amenaza en exclusiva a los enclaves turísticos de la Costa Blanca.

Como tantas zonas de España, nuestro principal atractivo (el sol y las playas) es obra de la naturaleza y no puede atribuirse a la mano del hombre. A lo mejor -proseguimos-, resulta que somos los primeros de la clase entre un conjunto de competidores que llevan años ofreciendo más de lo mismo, apostándolo todo al poderío de nuestra privilegiada ubicación geográfica, seguros en nuestra atalaya y ya se encargará Benidorm de tirar del carro. La playa ya no es suficiente. El empleo turístico puede crecer en tanto exista la voluntad de que broten nuevos nichos laborales, se apueste por actividades y proyectos para añadir más clientes, y se procure un mercado de trabajo que sumar al tradicional de bares, hoteles, parques temáticos y fiestas populares. Pónganse a pensar, el tiempo corre.

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