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Guerra fría en pleno ferragosto

Aún escuece en el Rico Pérez la herida de la Ponferradina y el frustrado retorno al fútbol profesional. Sigue tan abierta, que el director deportivo del Hércules, Javier Portillo, se vio obligado ayer a salir a la palestra para «templar gaitas» y escenificar unidad de acción con el entrenador Lluís Planagumà, que en el primer amistoso del miércoles en Torrellano alzó la voz para quejarse de las carencias de la actual plantilla. Mientras el técnico catalán echa en falta dos jugadores más -un extremo y un mediapunta-, el director deportivo le recoge el guante, al tiempo que le recuerda que la nueva plantilla es mejor que la que se quedó «a 180 minutos de Segunda», como le gusta decir al exdelantero de Aranjuez. Sangra por la herida Planagumà cuando, en un arranque de sinceridad, reconoce que al equipo le falta «juego por fuera y velocidad y desequilibrio, sobre todo entre líneas, algo que ya nos faltó la temporada pasada». La queja del entrenador es cierta y legítima, pero tardía. Debió formularla el curso anterior para poner remedio en el mercado de invierno a esas lagunas y no llegar al tramo decisivo del «play-off» de ascenso más asequible que se recuerda con «overbooking» de extremos declinantes y algún refuerzo «de lujo» casi inédito como Jona, otro motivo de discordia entre los dos responsables técnicos. «Queremos evolucionar en nuestro juego y para eso necesitamos perfiles diferentes a los que ahora tenemos», remató Planagumà tras el primer «bolo» del verano. Pocas horas antes, la dirección deportiva daba por hecho que sólo faltaba por llegar un extremo izquierdo -manejan tres opciones con la preferencia de Borja Martínez, del Elche- y presentaba a Alejandro Alfaro como ese hombre diferencial, con calidad y último pase que sigue echando en falta Planagumà. Respaldado por Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez tras la debacle de la Ponferradina, al técnico aún se le reprocha en privado su amago de renuncia tras la derrota en El Toralín, cuando habló de que hacía falta «otra energía» para continuar en el banquillo. Es prematuro hablar de hostilidades, pero salta a la vista que agosto empieza con un clima de guerra fría en el Hércules. Y ya es sabido que estos conflictos civiles e internos son los peores: pierden todos al quedar los daños en casa.

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