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Semana y media

Rabietas prodigiosas

LunesROBINSONES

¿Qué harías si tuvieses que sobrevivir durante 10 días despojado de todas tus pertenencias? Esta es la ingeniosa propuesta de El contenedor, un reality anunciado por la cadena televisiva especializada en series castizas, concursos para prejubilados y partes meteorológicos. Los participantes se reencarnan en salvajes primitivos arrojados a la jungla de asfalto, sin útiles para la higiene, sustento ni medios para adquirir lo esencial, no digamos lo ornamental; se cubren con cartones para cruzar las calles y lloriquean como náufragos varados en una isla repleta de tesoros inalcanzables. El contenedor tiene pretensiones éticas que sintetiza un padre ante la visión de su hijo despelotado y huérfano de teléfono móvil: «No hace falta tanto para vivir». Ah, Sócrates redivivo y su burlón «cuántas cosas no necesito» en el mercado ateniense. Realmente, para vivir basta un kit de supervivencia de los boy-scouts. Tal vez la clave del espanto resida en que no es lo mismo privar bruscamente de comodidades a quien siempre ha vivido entre ellas que a quien las desconoce y sólo ha sufrido penurias. Pero la perogrullada de que no hace falta tanto para vivir es útil: por ejemplo, no hace falta la televisión.

MartesLOS INVITADOS

A pesar de los primeros planos de Carmen Calvo, que son siempre un sketch tonificante, estaba padeciendo el debate de investidura mientras me preguntaba qué hacían allí Casado y Rivera. Aquello era uno de esos partidos de tenis de mesa en el que dos chinos se devuelven la pelotita durante horas entre contorsiones y alaridos. Aunque Sánchez e Iglesias no son chinos, mi somnolienta sensación era que estaban contándome un cuento chino en jerga cheli. Sensatamente, la edición digital del periódico sanchista por antonomasia (la «antonomasia» tiene dos años de antigüedad; antes, le insultaba en los editoriales) ha colocado las intervenciones de Casado y Rivera en una esquina diminuta y resaltado el notorio encontronazo entre las aspiraciones de Iglesias y la adhesión no retribuida implorada por Sánchez. Tanta vulgaridad ha narcotizado al cronista parlamentario del periódico, quien imprudentemente ha comparado la ovación de la bancada socialista tras el discurso del candidato con las que recibían los líderes soviéticos en los congresos del Partido Comunista. El clímax de esta opereta se ha alcanzado cuando alguien ha caído en la cuenta de que Sánchez no había mencionado ni una sola vez a Cataluña, que era precisamente el pecado original de la sesión.

MiércolesEL CANDIDATO FURIBUNDO

Siempre clarividente, la semana pasada pronostiqué que no habría investidura en julio y es probable que tenga que tragarme mis palabras, lo que según Churchill era una dieta excelente que él había seguido a menudo. Como se esperaba, la abstención de Podemos ha impedido la investidura de Sánchez y una caricatura adecuada de este protocolario trámite es que la aspirante a vicepresidenta en un gobierno de coalición ha votado en contra por error. El embarazo de Irene Montero le obliga a guardar reposo y las votaciones telemáticas son traviesas. A Sánchez le han votado los suyos y el habilitado de Revilla en Madrid; el resto de la mayoría deforme que le llevó a la Moncloa se reserva para el segundo round, cuando ya no quepan amagos, fintas, dilaciones, requiebros ni envites de trileros institucionales. Entonces comprobaremos si Montero monta tanto como Pablo y si Sánchez debe digerir sus catilinarias de estos días. El presidente tiene resabios sulfurosos. Es comprensible, aunque desagradable, el insulto mal disimulado al adversario, pero la psiquiatría debería estudiar que abronque a quienes está pidiendo auxilio.

JuevesMIRA, BONITA, NO

Si la República de Weimar expiró por culpa de seis pfennings (la fracción del marco) del seguro de desempleo, el Gobierno de coalición PSOE-Podemos puede frustrarse por un ministerio, el de Igualdad. Esto es lo que aseguran los gacetilleros madrileños, saturados de filtraciones interesadas desde hace dos días y siempre fieles a la divisa de Du Guesclin «ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor». Malvender a Hitler una república por seis pfennings fue un negocio indiscutiblemente ruinoso y cabe la duda de si, salvando las cruentas distancias, una riña entre mujeres por una cartera ministerial justifica la convocatoria de nuevas elecciones con la reimpresión del manual sobre las tres derechas, la complicidad con separatistas y otras monsergas. La respuesta es afirmativa desde el punto de vista de los contendientes: ambos quieren usufructuar el voto femenino y un ministerio tan arcangélico como el de Igualdad suministraría muchos posados de género con Susana Griso y Ana Rosa. Imagino a la vicepresidenta citándose a sí misma durante la negociación con Irene Montero: «Mira, bonita, no».

ViernesSE ACABÓ EL PASTEL

No recordaba haberme sentido tan estupefacto desde que vi una película bíblica doblada en México en la que Jesucristo llamaba «mis cuates» a los apóstoles. Cualquier investidura provoca ronchas, zigzagueos y palpitaciones, pero el intercambio de muecas y rabietas entre Sánchez, Iglesias y sus respectivas cuadrillas fue sencillamente prodigioso. La expresión boquiabierta del portavoz del PNV confirmaba el pasmo: quien con niños se acuesta, mojado se levanta y yo me vuelvo para Vitoria sin el enésimo cheque de la gobernabilidad. Es seguro que el equipo informativo habitual alternará dos desenlaces contradictorios de la zarzuela: Iglesias es culpable de la muerte de Manolete o todo ha sido una maquiavélica argucia de Sánchez para convocar elecciones. En realidad, nada impide reanudar los contactos en la tumbona agosteña y regresar en septiembre con algo más que la batería de fuegos artificiales de esta investidura fallida. Otras elecciones serían catastróficas para Iglesias y un salto al vacío para Sánchez por más piruetas que ejecute en el aire, ya que cabe la remota posibilidad de que Casado, Rivera y Abascal no quieran perderlas de nuevo.

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