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Estoy solo y no hay nadie en el espejo

La soledad no deseada, sobre todo de mayores, uno de los más graves problemas de nuestra sociedad

He tomado prestado el título de esta columna porque creo que es mucho más que una frase. Es un grito genial de un genio como Jorge Luis Borges "Estoy solo y no hay nadie en el espejo". Una metáfora de uno de los más graves problemas de la sociedad que construimos entre todos. Soledad no deseada, abandono, problemas de socialización, aislamiento social. Especialmente de los mayores. En España dicen que, persona arriba, persona abajo, viven solos cerca de cinco millones de seres humanos, más mujeres que hombres. Cada vez más mayores de 80. Los hay que eligen esa soledad como compañera, claro. Pero muchos, la mayoría, además, se sienten solos. A la falta de compañía se le suma el sentimiento de no tener a nadie, de no tener nada. Genéticamente estamos diseñados para vivir en comunidad. Somos seres sociales que necesitamos del otro. Pero cada vez parece que hay más gente que puede pasarse días enteros sin poder mantener una conversación si no es con la cajera del supermercado. Cuanto más grande son las ciudades en las que vivimos más hostil se vuelve la soledad. Se nos rompe el alma al escuchar la noticia de un nuevo anciano que ha sido encontrado muerto en su casa sin que nadie lo echara en falta. Aunque sonreímos al ver el spot de Amazon Echo y su Alexa, la compañía ideal para ese hombre que vive solo y al que el robot le avisa de cuándo debe merendar y le pone la música que quiere escuchar. Leía el otro día que en Betanzos un grupo de personas mayores que no se conocían de nada se reunían a comer o simplemente a charlar en un local parroquial en desuso. Compartían las horas como si de una familia de adopción se tratara. Una excusa para combatir el terror a la soledad como ocurría en la ópera prima de Fernando León de Aranoa, "Familia", en la que Juan Luis Galiardo organizaba su fiesta de cumpleaños contratando a un grupo actores para que fingieran por un día que se trataba de su familia. Soluciones fingidas para un problema real. En algunos países, como Reino Unido, la situación ha llegado a tal punto que el Gobierno ha creado un Ministerio de la Soledad. Se le llama así aunque en realidad es una Secretaría de Estado que pretende solucionar un problema que cada vez se hace mayor y que sobre todo provoca cada vez más gasto público. Cada vez hay más personas mayores que viven solas y que dependen del Estado. Y se han disparado las alarmas: o se le pone remedio o el gasto público en soledad acabará por convertirse en un problema para los presupuestos. Este asunto de la soledad indeseada no parece estar en la agenda política y me temo que tampoco figura entre los cien primeros problemas que quieren resolver quienes nos gobiernan. Debería estarlo, aunque solo fuera por puro egoísmo de los gobernantes. Aunque solo porque recuerden que la juventud es una enfermedad que se pasa con los años. O como canta Serrat "si entendiésemos que todos llevamos un viejo encima". Tal vez entonces nos veríamos en el espejo.

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