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¿Romperá la presidenta de la Comisión tabúes del Gobierno del que formó parte?

La pregunta que titula esta columna es la que se hacen muchos en Alemania tras escuchar el apasionado discurso europeísta con el que la nueva presidenta de la Comisión trató de conseguir el voto mayoritario de los diputados del Parlamento de Estrasburgo.

Un discurso en el que la ex ministra alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, habló, entre otras cosas, de mayor flexibilidad en la política financiera, de un salario mínimo europeo, de un seguro también europeo para los parados si su país atraviesa unen situación crítica, y de completar la unión bancaria, casi todas líneas rojas de la CDU de la canciller Angela Merkel.

Para el director del Instituto Alemán de Investigaciones Económicas, las líneas maestras de ese discurso de investidura representan una señal muy clara de que la política cristianodemócrata quiere actuar desde su recién estrenado cargo con independencia y credibilidad.

Parece claro que la Unión Europea necesita, y además con urgencia, un nuevo impulso que le permitan hacer frente tanto a los nuevos desafíos de la globalización como a los descarados intentos del gobierno de Donald Trump de volver al unilateralismo comercial.

Tal vez el anuncio más importante, que esperemos no se quede sólo en palabras, es el anuncio que hizo von der Leyen de su intención de trabajar para convertir a Europa en el primer continente neutral en emisiones de CO2 para el 2050, si es que parece entonces no es ya demasiado tarde.

Para frenar el calentamiento del planeta, algo en lo que no parece creer el estúpido líder del llamado "mundo libre", la UE necesita sobre todo una nueva política industrial y una de movilidad basada en la electricidad y en el hidrógeno, pero que dé al mismo tiempo prioridad absoluta a los transportes públicos.

Esa reconversión ecológica exigirá ingentes sumas de dinero que habrán de salir sobre todo del Banco Europeo de Inversiones aunque algunos expertos como Peter Bofinger, miembro del Consejo Alemán de asesores económicos, aconsejan la refinanciación a través del Banco Central Europeo.

Bofinger es, por cierto, partidario de la creación de gigantes industriales en Europa como el que habría resultado de la fusión de las divisiones de ferrocarril del grupo alemán Siemens y el francés Alstom, finalmente frustrada por la comisaria europea de la Competencia, la liberal Margrethe Vestager.

Para que los países de la UE puedan hacer las necesarias inversiones en esa nueva política industrial y en infraestructuras, habría que acordar, en opinión de ese economista, un impuesto mínimo de en torno al 20 por ciento sobre los beneficios empresariales.

Y, lo que es igualmente importante, habría que acabar con la obsesión alemana, impuesta a sus socios del euro, del déficit cero, flexibilizando tales requerimientos a fin de impulsar una nueva política industrial de fuerte acento ecologista.

Para el presidente del Instituto de Economía Mundial de Kiel, Gabriel Felbermayr, la nueva Comisión Europea debería preocuparse de profundizar el mercado interior de la UE además de impulsar las inversiones en biotecnología, tecnología médica, digitalización y nuevas energías.

Uno de los grandes desafíos a los que se enfrentará la nueva Comisión es el que representan los conflictos comerciales con China y EEUU, lo que exigirá llegar a un consenso entre la política de libre mercado de la exportadora Alemania y la tradicionalmente más proteccionista de Francia.

En el nuevo Parlamento parecen dominar las tendencias proteccionistas, algo que se acentuará si finalmente se produce el Brexit y salen todos los diputados británicos, lo cual puede dificultar la consecución de nuevos acuerdos de libre comercio como los firmados con Canadá o Japón.

Pero sobre todo, si se quiere evitar una Europa en la que prevalezcan peligrosamente los egoísmos nacionales y las fuerzas centrífugas, la nueva presidenta de la Comisión tendrá que buscar nuevos instrumentos que permitan una mayor convergencia entre todos sus miembros, prestando especial atención a sus intereses y preocupaciones.

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