La acepción coloquial «aviso a navegantes» equivale advertir o a dar un toque de atención a alguien. El origen de esta expresión hace referencia a aquellos boletines periódicos que publicaba la autoridad marítima para actualizar cartas náuticas, lista de faros o radio-ayudas a la navegación, con el objetivo de garantizar una mayor seguridad marítima.

En estos días se oirá cantar habaneras junto al mar y «Por el mar», nombre de esa bonita habanera de Isabel Pareja y Manuel Moreno, y un jurado decidirá los premiados y galardonados en el Certamen Internacional de Habaneras, que este año cumple su 65 edición, el tribunal tendrá que llevar cuidado en su fallo final. En 1955, año de primera edición, Juan Aparicio seleccionó a los que iban a ser los miembros del certamen: Carlos Romero Bergantiño; Manuel Garijo Moreno, profesor de Flauta del Real Conservatorio de Madrid; y José Hódar Talavera, director de la «Masa Coral Schubertiana», todos ellos como vocales; Manuel Berná García, director de la Banda de Infantería de Marina de Cartagena, de secretario. Como director del jurado fue seleccionado J osé Agüera Ruiz, catedrático de piano en el Conservatorio de Murcia.

Por casualidades de la vida han venido a mis manos las anotaciones caligráficas que hizo Agüera durante las veladas corales en el entonces Paseo de José Antonio -hoy de Vista Alegre. A finales de julio, recibió del director de Información y Turismo, Juan Aparicio, una carta comunicándole: «En nombre de la Comisión Organizadora del Primer Certamen Nacional de Habaneras [?] le pongo estas líneas para notificarle que ha sido usted nombrado miembro del Jurado».

El «Orfeón Fernández Caballero», de Murcia, dirigido por el maestro Massotti Littel, obtuvo el Primer Premio de Habaneras para Masa Corales. El fallo consternó e indignó a la enorme afición coral ilicitana, que llegó a insinuar si el fallo había sido injusto. Lo cierto es que los «Trovadores del Palmeral» sólo lograron una Mención Honorífica. La noticia corrió como la pólvora por Elche. Emilia Pomares, su directora, no pudo ocultar su disgusto y las lágrimas asomaron en sus ojos, se llevó la mayor desilusión de su vida. Muchos ilicitanos acudieron repetidas noches a las sesiones del certamen y, a medida que actuaban los restantes coros, habían tenido más confianza en alcanzar el máximo galardón. Tras el fiasco, Pomares llegó a decir que sus cantores no se presentarían a otro certamen; aunque volvieron a tomar parte en el II Certamen de Habaneras, al año siguiente, 1956, bajo la dirección de José Baello Ferrández, no logrando tampoco ningún galardón. A tales afirmaciones de Emilia Pomares, el director de la «Coral Callosina», José Gilabert Roselló, escribió una carta a la directora de 'Los Trovadores del Palmeral' en la que decía:

«Comprendo su desengaño, por su torpeza de procedimiento empleado, sobre todo, pero suponiendo el resultado cuando supimos de la actuación del orfeón murciano, y la designación de los que habían que integrar el jurado, ni tuvimos desengaño, ni lágrimas, ni hubo desesperación, ni nada que no fuera lo normal. Todo estaba previsto. Y esto no quiere decir que desde el primer momento no dimos nuestra repulsa al resultado; pero lo hicimos 'sotto voce', y a quien debíamos, ya que no nos era posible actuar en público, por no margar más a quien, por quien fuimos al Certamen. Podríamos decir muchas cosas, más de las por usted indicadas, y si 'nihil obstat', no se preocupe, que las diremos. En último término, tuvieron ustedes la suerte de que no les exigieran el cumplimiento de la base sexta, como a nosotros [Las Agrupaciones habrán de estar en Torrevieja en la mañana del día que les corresponda actuar, presentándose en el Ayuntamiento el Delegado de la Agrupación para hacer constar que ésta se halla en la localidad, y recibir instrucciones], y el que les hayan otorgado una mención honorífica, seguramente como agradecimiento por las 26 palmeras regaladas por Elche al Ayuntamiento de Torrevieja, que se da el caso sarcástico de que la mitad pertenecían (como la finca de donde salieron) a un hijo de Callosa? Si mira usted atrás, mi querida doña Emilia, verá como el sabio, que cuando el rostro volvió? y consuélese también en que ya cuenta con un admirador más que afmmo. J. GILABERT, Director de la Coral Callosina».

Merecería limpiar la imagen de José Agüera, nacido en Murcia en 1893 y fallecido a comienzos de 1960. Compositor tanto piano y orquesta. Ingresó en 1925 como catedrático de piano en el Conservatorio de Murcia, participando en varias agrupaciones de música de cámara. El músico torrevejense César Cánovas Girada realizó la carrera de piano a las órdenes del prestigioso maestro Agüera, que posteriormente le dedicaría la obra «La Escollera de Torrevieja», pieza que hasta hace poco era obligada en el conservatorio murciano como examen final de octavo curso de piano. A día de hoy, el «Conservatorio Superior de Música» está dedicado a Manuel Massotti Littel, director de aquel orfeón ganador del I Certamen Nacional de Habaneras de Torrevieja; realizando ininterrumpidamente sus alumnos grabaciones musicales en el «Auditorio José Agüera», que desde 1993 lleva el nombre de aquel discutido primer presidente del jurado del Certamen de Habaneras de Torrevieja.

Ahora, la ciudad, que ya lleva 64 años de andadura, comienza su LXV edición de certamen junto al mar - «Aviso a navegantes»- en ese incomparable marco de las Eras de la Sal.