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Miguel, otro tren que pasa

Salvo sorpresa improbable, el Córdoba hará oficial en las próximas horas la renovación por tres años del centrocampista alicantino Miguel de las Cuevas, pretendido por el Hércules, pero que se ha decantado al final por la mejor oferta económica que le ha planteado el conjunto andaluz, primado en Segunda B por las ayudas que aporta la Liga a los clubes que descienden de LaLiga 1/2/3.

Jugador de calidad y jerarquía más que contrastadas en el fútbol profesional (Córdoba, Osasuna, Sporting, Atlético y Hércules), su fichaje debía ser estratégico para el club alicantino en lo institucional, lo emotivo y, lo más importante, en el terreno de juego, pero De las Cuevas es otro tren que pasa junto al Rico Pérez, como también pasó de largo en junio el anhelado ascenso a Segunda para seguir agravando las urgencias históricas.

En lo institucional, la llegada de Miguel habría sido un gran impulso a la flamante campaña de abonos, que quiere llegar a los 8.000 socios. Es evidente que no es lo mismo «vender el producto» con la vuelta de Yeray o los fichajes de Moha Traoré o Felipe Alonso.

Hay quien piensa en el entorno del club que una incorporación como la del centrocampista alicantino puede generar, por sí misma, un volumen extra de mil abonos, que podrían haber ayudado a sufragar el fichaje. Al igual que otras fórmulas imaginativas como una prima de ascenso particular para el futbolista, una recompensa en diferido, con cargo a los derechos televisivos del fútbol profesional.

«Juntos crecemos» es el lema de la campaña de abonos para esta temporada, apela al componente sentimental de la afición con la imagen de los seguidores blanquiazules más jóvenes. Pues bien, nadie como De las Cuevas encarna mejor ese elemento emocional de un chico de la cantera, que dio el salto en 2006 a un «grande» -el Atlético- y que ahora, a los 33 años, quiere volver a casa para explotar sus últimos años en la élite, liderar el proyecto y hacer suyo el reto del ascenso.

Y finalmente, pero no en último lugar, «Miguelito» es el jugador diferencial que no tiene el Hércules y que tanta falta le hace, como se puso de manifiesto la pasada campaña, y especialmente en la dolorosa final ante la Ponferradina, en la que otro futbolista rival de los que marcan diferencias, Isi Palazón, liquidó el sueño alicantino.

Porque De las Cuevas juega y hace jugar; tiene último pase y también llegada. Le sobran experiencia y liderazgo para «tirar del carro» de un equipo corto de carácter y personalidad y para soportar las exigencias del Rico Pérez. Pero las cuentas no parecen salirle al Hércules, que ha visto a su canterano como un gasto en lugar de una inversión; como un lujo, en vez de una necesidad. En lugar de ilusión, resignación.

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