Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un buen discurso al que deben seguir los hechos

Que sin duda un buen discurso el que posibilitó que por primera vez una mujer -alemana, hija ella misma de político, nacida en Bruselas y siete veces madre- se convirtiera, aunque fuera por los pelos, en la primera de su sexo en presidir la Comisión Europea.

Ya era hora, después de la serie de once varones a la cabeza del Ejecutivo comunitario -desde el alemán Walter Hallstein en 1958 hasta el luxemburgués Jean-Claude Juncker- y aunque uno reconozca que más importante que el sexo, debería ser siempre la ideología y el programa del candidato o candidata.

En el discurso que pronunció Ursula von der Leyen ante los eurodiputados hubo promesas para todos: lucha más decidida contra el cambio climático, fortalecimiento de los derechos socio-laborales, mayores impuestos a los gigantes del sector digital, atención preferente a un problema que tanto divide a los europeos como es el de los rescatados en alta mar y los refugiados, en general.

La hasta el otro día ministra alemana de Defensa prometió asimismo fomentar las inversiones para dinamizar la economía europea, lo que exigirá sin duda una aplicación más flexible del sacrosanto pacto de estabilidad y crecimiento acordado, por no decir impuesto por Berlín a sus socios del euro.

Y se comprometió a algo que interesaba especialmente a los eurodiputados para evitar que se repita dentro de cinco años lo ocurrido esta vez: que los jefes de Estado y de Gobierno se sacaran una candidatura de la chistera ante el evidente fracaso del llamado sistema de los Spitzenkandidaten (los jefes de grupo parlamentario).

Este sistema, que habría dado sin duda mayor legitimidad a la elección del presidente o presidenta de la Comisión, fracasó porque los líderes europeos no lograron ponerse de acuerdo en apoyar para ese puesto a uno de los dos cabezas de lista de los partidos más votados -el cristianosocial bávaro Manfred Weber y el socialista belga Frans Timmermanns. Al primero, por el rechazo sobre todo del presidente francés, Emmanuel Macron, que parecía tener dudas de su idoneidad para el cargo; al segundo, por la oposición de los gobiernos autocráticos del grupo de Visegrado y del hombre fuerte del Gobierno italiano, Matteo Salvini.

Los de Visegrado -Polonia, Hungría, R. Checa y Eslovaquia- debieron de creer que la cristianodemócrata alemana iba a ser más condescendiente con sus derivas autoritarias de lo que había sido el comisario Timmermanns, pero, a juzgar por el discurso de aquella, podrían estar equivocados.

¿Cómo interpretar si no la afirmación que hizo en su discurso la candidata de que la tendrán enfrente quienes traten de «debilitar, dividir o dejar a Europa sin sus valores» mientras que encontrarán siempre en ella a una «decidida luchadora» quienes, por el contrario, aspiren a fortalecerla?

Fue también importante otro compromiso que anunció Von der Leyen: el de luchar para que el Parlamento Europeo tenga por primera vez en su historia capacidad de iniciativa legislativa, algo que, a diferencia de lo que ocurre con los parlamentos nacionales, corresponde en la UE de momento exclusivamente al Ejecutivo.

Muchos de los anuncios de la nueva presidenta de la Comisión, como el de un seguro europeo de desempleo, podrían quedarse, sin embargo, en eso? en palabras, por la casi segura oposición de muchos gobiernos de la UE, entre ellos el de Angela Merkel.

En resumen, un buen discurso, el de la candidata políglota, destinado a contentar a todos, pero al que deben seguir ahora los hechos. Y tal y como está de dividida la UE, esto va a ser sin duda lo más difícil.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats