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Un mandato sin proyecto

A la espera de que el próximo viernes arranque el nuevo mandato de la Diputación que encabezará Carlos Mazón al frente de una coalición entre el PP y Ciudadanos, la corporación provincial culminó todos los trámites con el cierre de la actividad de sus organismos. Esta etapa de cuatro años termina con un presidente que se borró del último pleno alegando que estaba en Madrid en el Congreso, su nueva ocupación. Y lo que es peor: acabó con una gestión incapaz de trazar un proyecto político sólido y alternativo. César Sánchez se encontró con la presidencia de la Diputación de rebote después de que José Císcar tuviera que renunciar para que el PP salvara los muebles. Y, además, tuvo que lidiar con la emergencia de que la corporación provincial alicantina era la institución más importante bajo mando de los populares en toda la Comunidad. Así que se erigió en el único ariete que el PP podía utilizar como oposición al regreso de la izquierda al Consell. Con esos condicionantes y obligado a pactar con un tránsfuga, César Sánchez se apuntó al «no es no» frente a la Generalitat como eje principal de su relato. En lugar de buscar soluciones, de diseñar acuerdos sobre cuestiones que quizá requerían, en eso sí tenía razón, más consenso y diálogo... el presidente de la Diputación se abonó al ataque frontal y a la batalla en los juzgados como única vía. Pero Una cosa es oponerse a todo y otra poder construir un proyecto. Y ahora mismo la institución no lo tiene.

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