En el libro Art Brut. La pulsión creativa al desnudo, de Graciela García, investigadora en manifestaciones creativas fuera de los circuitos principales del arte, figura el apartado «Partiendo de elementos naturales», en donde se reseña un ejemplo en España de trabajos sobre la superficie natural: las Caras de Buendía, de Jorge Juan Maldonado, ceramista, y Eulogio Reguillo, reparador de fachadas, en Cuenca. Quienes, desde el año 1992, se han dedicado a tallar relieves de rostros en las rocas de arenisca próximas al pantano de Buendía. Algunas de estas esculturas están inspiradas en dioses de la India, Budas, cruces templarias, e incluso la cabeza de Beethoven. Aunque también se sumaría la mano de nuevos artistas en otros grupos de esculturas más alejados. En la actualidad la ruta de las caras cuenta con 18 esculturas que tienen entre 1 y 8 metros de altura.

También en nuestro entorno, en la sierra del Tabaiá, en la pedanía ilicitana del Ferriol, a unos 15 minutos en coche desde Elche, precisamente en la vieja cantera de donde se recogía piedra para la reconstrucción de la Iglesia de Santa María, existe un curioso entorno al aire libre llamado «El Cau», donde podemos encontrar numerosas figuras esculpidas que representan los monumentos más emblemáticos de la ciudad de Elche, así como dedicatorias al calzado, a las fiestas locales, a los senderistas, a los ciclistas, etc., más otros motivos que se han ido incorporando después. Estas figuras han sido creadas por Mariano Ros, antiguo zapatero y aficionado a la montaña, en compañía de sus amigos Cándido, Vicente y Pere. Los trabajos se realizaron entre el 2000 y el 2008.

Mariano Ros (natural de Orihuela, fallecido el 24 de abril de 2017, a los 91 años de edad) comenzó su andadura escultórica primero en la sierra del Castellar, cerca de la presa del Pantano, donde existen restos de un antiguo asentamiento islámico. Debido a diferentes normas de protección sobre este paraje, en el año 2000 se le instó a desplazarse al actual emplazamiento, El Cau, donde junto con sus compañeros continuó realizando relieves, esculturas y grabados hasta el 2008 en que se requirió la paralización de sus trabajos por encontrarse en monte público.

Casi todos los ilicitanos conocen este curioso rincón mágico del Cau y lo respetan con honda admiración hacia los escultores. Y también van aumentando las excursiones de los centros educativos que llevan allí a sus alumnos para contemplar este museo al aire libre del mejor arte outsider, también art brut o arte marginal. El arte realizado por personas que crean fuera del circuito del mundo del arte oficial. En este caso, de enormes características naïf . (Wikipendia: «La denominación naíf, naif o naïf se aplica a la corriente artística caracterizada por la ingenuidad y espontaneidad, el autodidactismo de los artistas, los colores brillantes y contrastados y la interpretación libre de la perspectiva o incluso la ausencia de ella»). De enorme cercanía con el mundo mágico de los niños. El colmo de este maravilloso recurso para la educación artística temprana, incluso para referir los procesos escultóricos, sería disponer, en las visitas, con la voz de los propios escultores artífices de El Cau que todavía están con nosotros. Impagable didáctica de la necesidad irrefrenable de crear del ser humano y acción de justicia y homenaje para quienes pusieron a flor de piel su amor incondicional con el arte y con la ciudad. Ya tengo el teléfono de Cándido Escribano para invitarlo a tomarnos unas horchatas y sugerirle la divulgación de su trabajo y actitud. Sé que ha escrito algo sobre El Cau, pero me ha sido imposible encontrarlo. Ni en las librerías ni en la Biblioteca. Será un placer y un honor escuchar su valiosísima lección de generosidad. Por lo pronto, gracias. Continuará?