Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Semana y media

Traviesas investiduras

LunesVIVA LA DIFERENCIA

Ahora que es común halagar a las mujeres que intentan parecerse a los hombres de toda la vida, desde el «usted no sabe con quién está hablando» al botellazo en las manifestaciones, voy a reivindicar los valores tradicionales femeninos y no se me ocurre ocasión más propicia que la victoria de la selección de baloncesto frente a un grupo de atléticas francesas que carecen de los intangibles de Carmen «la de Ronda». La selección juega primorosamente, claro está, pero esto no lo explica todo. Hubo una jugada en la que la pívot francesa fintó con éxito a su marcadora; en el baloncesto masculino, nuestro jugador habría bajado los hombros con desánimo por un instante; la española miró a la francesa entrecerrando los ojos mientras murmuraba algo bastante parecido a «será fille de la patrie». El epítome de esta superioridad del carácter sobre el talento o la fuerza como esencia del triunfo es la capitana de la selección, una liliputiense con la carga eléctrica de una lagartija, la picardía de la madre del Lazarillo y una expresión de fiereza que me recordaba a una cajera de Mercadona a la que me da miedo pagar.

martesMORITURI

Resultaría enternecedor que fuera Sánchez quien lograse formar gobierno y en Madrid hubiera que convocar elecciones porque PP, Ciudadanos y Vox no comprenden que dormir debajo de un puente es infinitamente más saludable que hacerlo al raso. La tozudez suele correr pareja al cociente intelectual y, pese a sus pretensiones de astutos trileros, los mecanismos mentales de los políticos españoles rivalizan en densidad con los de los alumnos del maestro Ciruela y su pirotecnia verbal con la de una taberna con escupidera y serrín (se precisa mucho tintorro para llamar «acojonado y sinvergüenza» a un tipo con el que estás negociando). Es maravilloso que los probables beneficiarios del adelanto electoral, PSOE y PP, sean quienes más empeño muestran en evitarlo mientras que los damnificados regatean un ministerio, una consejería o un pacto por escrito, como si el papel timbrado sirviese de algo en España. Ni siquiera Abascal e Iglesias pueden haber alcanzado tal grado de demencia y conjeturo que finalmente habrá un trueque simbólico que salve tanto la reputación de los implicados como su supervivencia. Pero no descarten una versión goyesca del suicidio por miedo a morir.

miércolesLA PERSPECTIVA

Tengo entendido que uno de los obstáculos para el acuerdo entre PSOE y Podemos es la reforma laboral. Hace tres años, ambos coincidían en la necesidad de derogar la legislación aprobada por el PP con descalificaciones siamesas; hoy, Podemos sigue vociferando como un exorcista, mientras que el PSOE silba mirando al techo por dos motivos: la reforma ha funcionado razonablemente y nadie tiene una idea mejor. Un alma vengativa rescataría declaraciones en que Rajoy devoraba a media docena de obreros tras la sesión de footing y su ministro de Trabajo lanzaba contratos-basura por la ventanilla del coche blindado. Tras la frivolidad del aspirante llegó la esclavitud de la realidad y aquellos maravillosos años fueron sepultados bajo una losa de directivas de la UE y estadísticas incontestables. Todo esto carece de emoción: el PSOE no va a tocar una coma de la reforma laboral hasta que se congele el infierno, con lo que Pablo Iglesias no sólo debería renunciar a ser ministro de vivienda o de la familia sino también a apoyar la investidura de Sánchez. Creo que el calor empieza a afectarme.

juevesUNAS PALABRAS DE MÁS

Salvo para cínicos redomados, no hay comparación sensata entre la abstención del PSOE en la investidura de Rajoy y la que ahora exige al PP. Sánchez obtuvo una mayoría pestilente en la moción de censura y no puede esperar que sea Casado quien le evite hacer ministro a Iglesias o sustituya a los nacionalistas catalanes cuando el Tribunal Supremo arroje sus rayos. Pero admito que no esperaba que fuera el propio PSOE quien se delatara haciendo trampas al solitario. Sesenta diputados socialistas han dirigido una carta al PP en la que califican aquella decisiva abstención de «honorable» y le reclaman idéntica ejemplaridad. El contratiempo es que Sánchez dimitió al negarse a secundar la abstención y ello le descarta como persona honorable según los firmantes. En la misma situación se encuentran los 75.000 militantes que votaron a Sánchez en las primarias. Esta abrumadora ausencia de honorabilidad debería preocupar a los sesenta lumbreras mucho más que la del PP.

viernesLAS ENTRAÑAS

Un estudio del CSIC ha concluido que los españoles evitamos relacionarnos con quienes tienen preferencias políticas distintas de las nuestras. Las pruebas cotidianas de esta incompatibilidad son las tertulias en las que jamás se habla de política por un pacto tácito o los conatos de reyerta en banquetes de boda donde el azar coloca en la misma mesa al votante de Vox y a un concejal de Podemos. Naturalmente, todo esto tiene que ver con la presunta superioridad moral de nuestras convicciones sobre las del prójimo y la consecuente incapacidad para alterarlas. Jonathan Swift ya advirtió lánguidamente que era imposible hacer cambiar de opinión a quien no la había formado mediante el razonamiento. Las ideas políticas son un conjunto de prejuicios heredados o el resultado de traumas personales y esto las convierte casi siempre en inmutables. No leemos los periódicos ni vemos los programas que las rebaten, sino los que las ratifican. Uno se hace de un equipo de fútbol fundamentalmente porque le gusta ganar (salvo en el caso del Atlético de Madrid), pero no vota para presumir de una victoria electoral. Curiosamente, los políticos son los menos afectados por este síndrome porque ellos sí conciben la política como un partido de fútbol: lo importante es ganar.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats