Aburren hasta a las ovejas. Todos ellos, sin excepción. Los líderes de los principales partidos están consiguiendo provocarnos el bostezo en cuanto los vemos aparecer en los medios de comunicación, lo que no deja de ser ciertamente demeritorio. Debido a su incapacidad para ponerse de acuerdo y darnos un gobierno están consiguiendo causar el efecto inverso del que presuntamente pretenderían: caernos fatal. La política debería ser un arte, el de llegar a acuerdos y gestionar de la manera más eficaz en pro del bien común la cosa pública, pero, por lo que parece, los Sánchez, Iglesias, Casado, Rivera y Abascal están demasiado pendientes del postureo y de ver dónde aposentarse ellos y sus correligionarios, como para pensar en los españolitos de a pie y en los problemas de toda índole que el bloqueo político está generando a nuestro país. Necesitaríamos atisbar una dosis extra de responsabilidad y sentido de Estado en los líderes políticos, pero por el contrario no encontramos sino autocomplacencia, cabezonería y búsqueda de la opción que más los beneficie a ellos y sus partidos. Es lamentable.

Tratemos, no obstante, de entender lo que les pasa a estos señores, más que nada porque nos va mucho en ello. Sánchez pretendía descargar sobre Rivera las culpas de no haber alcanzado un acuerdo de gobierno, y éste se ha librado por los pelos de caer en esa trampa. De haber cuajado este discurso habría sido sin duda una devolución del karma, puesto que en su día Rivera utilizó este mismo truco para aniquilar políticamente a Rosa Díez. Por otra parte, recordemos que las bases del PSOE, mucho más a la izquierda que gran parte de sus votantes, le pidieron a gritos a Sánchez que no pactara con Rivera. A su vez, Rivera se las prometía muy felices, pero entre el cordón sanitario a su izquierda y el de su derecha se ha hecho él solo un nudo marinero tan perfecto que no le está quedando margen de maniobra alguno. Esto dejaría a Sánchez sin otra opción que echarse en brazos de Iglesias, que ya estaba salivando con el sillón de vicepresidente del Gobierno, pero me parece que se va a quedar con las ganas, porque el presidente en funciones sabe que Iglesias podría ser un magnífico quintacolumnista. Por otra parte, las frecuentes reuniones entre Casado y Sánchez son muestra de la nostalgia de tiempos mejores, cuando sus respectivos partidos se iban alternando en el Gobierno de la nación de manera pacífica, ellos eran enemigos íntimos y no tenían pisándoles los talones a tantos otros partidos jóvenes, criados a sus pechos, pero con la rabia de haber llegado a odiar la leche que en su día les dieron. Tiene difícil arreglo.