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Gerardo Muñoz

Momentos de Alicante

Gerardo Muñoz

Tesoro líquido (II)

ESCENA II. LA GARGANTA

Pere Esquerdo y Miquel Alcaraz llegaron a Tibi a lomos de sus respectivas mulas cuando el sol llevaba ya un buen rato enseñoreándose en un cielo huérfano de nubes. El lebeche transportaba recuerdos de tomillo y romero.

Después de cruzar el pueblo continuaron por el camino de Xixona, desviándose a menos de media legua por una vereda que se escabullía entre un bosque de pinos carrascos. Invisibles herrerillos capuchinos los recibieron con sus agudos reclamos, rir-rir, rematados por un chrr-rr-rar admonitorio.

Se les cruzó un tejón y vieron entre los árboles a una apresurada jabalina seguida de varios jabatos en busca de escondite, antes de apearse de las cabalgaduras al pie de un sendero que ascendía por un pedregal. Ataron las mulas a un tronco y se dispusieron ambos hombres a subir por aquella cuesta empinada que llevaba a la cima del Mos del Bou. La tierra era roja, medio cubierta por matorrales entre los que se intuía el zigzagueo de algunas culebras.

El sendero fue estrechándose hasta orillarse con un precipicio. El maestro cantero, que desconocía el paraje, siguió con atención los pasos de su amigo y paisano Pere, que ya había estado allí en un par de ocasiones. Ante ellos se mostró el poderoso Maigmó, respaldado, más allá del valle, por su hermana la Penya Rotja. Una bandada de abubillas sobrevoló el sendero con sus alas extendidas, blanquinegras, anchas y redondeadas. Era un vuelo errático y ondulante. Alarmadas por una presencia extraña, habían mudado su grave y tranquilo canto up-pu-pu, por un grito áspero y excitado: shiiiiir.

Por fin alcanzaron la cima, sudando y cansados pese a ser hombres acostumbrados a labores penosas.

-Mirad -dijo el molinero a su amigo, señalando el río Montnegre, que atravesaba una estrecha garganta formada por el cerro en el que se hallaban y otro llamado La Cresta. Después de observar el paraje que había a más de 180 varas bajo sus pies, Miquel asintió.

-Tenéis razón. Buen lugar es este donde levantar una presa.

-Ahora solo falta convencer a los conselleres de Alacant.

ESCENA III. LA DECISIÓN

Eran las 9 de la mañana del miércoles 7 de agosto de 1579. En la lonja de la ciudad de Alicante, situada en la calle Mayor, junto a la plaza de la Fruta, muy cerca del lugar donde se venía construyendo la Casa del Consejo desde 1536, estaba a punto de iniciarse una reunión presidida por el justicia, máxima autoridad municipal.

Todos los miembros del Consejo, justicia y jurados, habían sido elegidos por insaculación para un mandato anual.

Tomó la palabra el justicia, Martínez Clavero, para recordar a los demás miembros del Consejo el motivo de la sesión: Una semana antes, el propio justicia, acompañado por los jurados Francisco Mingot y Luis Berenguer, guiados por los vecinos de Muchamiel Pere Esquerdo y Miquel Alcaraz, habían ido hasta la angostura que el río Montnegre cruzaba en el término de Tibi, entre los riscos conocidos como Mos del Bou y La Cresta, para inspeccionar el paraje, encontrándolo adecuado para levantar en él la presa que con tanta premura se precisaba para garantizar el riego suficiente de la huerta alicantina.

Intervinieron luego varios jurados en apoyo de la propuesta, entre ellos uno de los que acompañó al justicia hasta el lugar escogido, Francisco Mingot, de 30 años, mercader y padre de tres hijos. Vivía al principio de la calle Mayor, cerca de la puerta de Elche, en la misma casa que heredara de su padre, Gerónimo, y en la que se decía habíase hospedado el rey Jaime I cuando vivía su antepasado Francisco Mingot, fundador de un mayorazgo ya perdido.

Después hablaron dos primos lejanos de este último, para exponer sus reparos no al sitio elegido para construir la presa, sino a su construcción. El primero en hacerlo fue Jaime Pasqual del Pobil y Pasqual de Ibarra, quien adujo que difícilmente podía emprenderse una empresa tan onerosa estando las arcas del municipio casi vacías a causa de los gastos que venían verificándose por la edificación de la Casa del Consejo y la perspectiva de tener que reconstruir las murallas del castillo próximamente por mandamiento real. Nada dijo de su interés personal, y el de sus dos hermanos, Esteban y Francisco, en oponerse a la construcción del embalse puesto que ello perjudicaría el lucrativo mercado de agua que su familia venía disfrutando desde hacía generaciones. Verbigracia: su difunto padre, Francisco Pasqual del Pobil y Mingot, había disfrutado de un privilegio dado por el obispo de Cartagena, consistente en capilla, altar y sepultura, situado en la parte izquierda del altar mayor, junto al coro, en la parroquia de Santa María, para cuyo mantenimiento había testado a favor de dicha parroquia una heredad con su casa, torre y cinco hilos de agua en la partida de La Condomina.

Todos los presentes conocían las razones ocultas por las que Jaime Pasqual del Pobil se oponía al proyecto del embalse, pero nadie las pronunció en voz alta. Todo se redujo a un corto bisbiseo que recorrió la lonja como el silbido de una culebra huidora.

El segundo en oponerse al proyecto fue Nicolás Mingot Pasqual, padre de seis varones, quien ya había sido jurado en 1567 y 1572. Los argumentos que manifestó eran parecidos a los de su primo Jaime, aunque no fue este quien se los inspiró, sino su hermano mayor.

Micer Antonio José Mingot Pasqual poseía los títulos de magnífico y caballero y había sido jurado en 1558, pero no ostentaba ahora cargo municipal alguno, razón por la cual no podía asistir a la reunión. Sin embargo, había aleccionado previamente a su hermano Nicolás. También ellos gozaban de un productivo negocio con el agua que regaba la huerta alicantina. Un negocio heredado de su padre, mosén Antonio Mingot Salort, también magnífico y caballero, que había sido justicia en 1558. Y este lo había heredado de su padre, Bernardo Mingot Fernández, mercader y jurado que fue en 1499 y 1522. Y este lo heredó a su vez de su padre, Antonio Mingot, poderoso mercader, justicia en 1478 y jurado muchos años, que llegó a comprar el señorío de Finestrat.

También las palabras de Nicolás Mingot Pasqual fueron acompañadas por un breve murmullo reprobador.

Pidió entonces la palabra el otro jurado que había acompañado al justicia hasta la garganta del río donde se proponía edificar la presa. Luis Berenguer era doctor en Derecho y tenía el título de magnífico. Pero no por ello era uno de los hombres más respetados de la ciudad, sino porque un año después de bautizar a su cuarto hijo, fruto de su matrimonio con Josefa Martínez, había luchado en la célebre batalla de Lepanto, siendo uno de los cuatro alicantinos que logró volver de aquella lid sano y salvo.

La voz grave y tranquila del orador evocó el interés universal que debía imperar en los juicios y determinaciones de los presentes, recordó la acuciante necesidad que había de asegurar el riego de la huerta como elemento imprescindible para lograr la prosperidad de todos, y propuso que se rogara a su majestad la ayuda económica necesaria para sufragar los gastos de la edificación del embalse.

Nadie se atrevió a objetar las razones expresadas por Luis Berenguer y el proyecto de construcción del pantano fue aprobado por unanimidad.

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La idea y la decisión de construir el pantano

Durante la segunda mitad del siglo XVI la ciudad de Alicante experimentó un importante crecimiento económico y demográfico, gracias sobre todo al auge del comercio marítimo. Pero la huerta de Alicante era insuficiente para abastecer a la creciente población. Las cosechas se malograban con frecuencia debido a la falta de riego, ya que el río Montnegre apenas llevaba caudal en el verano y sufría grandes avenidas que se perdían en el mar durante el invierno. Como consecuencia de ello, el Consejo de Alicante se planteó la posibilidad de construir un embalse que resolviera la escasez de agua.

El lugar donde levantar la presa (una garganta que atravesaba el río Montnegre, en el término de Tibi, formada por los cerros Mos del Bou y La Cresta) fue elegido por dos vecinos de Mutxamel: el maestro molinero Pere Esquerdo, que fue quien tuvo la idea, y el maestro cantero Miquel Alcaraz, que le apoyó. Ambos presentaron el proyecto ante el Consejo alicantino, que lo acogió favorablemente.

El Consejo de Alicante, reunido el 7 de agosto de 1579 en la Lonja, decidió construir un pantano en el lugar señalado por Esquerdo y Alcaraz. Para ello, se acordó comprar el terreno donde había que levantar la presa a Pedro Masa y Carroz, marqués de Terranova y señor de Castalla, y pedir permiso para la construcción al rey Felipe II, delegando estas gestiones en el síndico Damián Miralles.

Agradecimientos y bibliografía

Para documentarme sobre la construcción del Pantano de Tibi he recurrido, como siempre y en primer lugar, a los cronistas clásicos:

- «Chronica de la Muy Ilustre, Noble y Leal ciudad de Alicante», del deán Vicente Bendicho, 1640.

- «Reseña histórica de la Ciudad de Alicante», de Nicasio Camilo Jover, 1863.

- «Crónica de la Muy Ilustre y siempre Fiel Ciudad de Alicante», de Rafael Viravens y Pastor, 1876.

- «Ilice Ilustrada: Historia de la Muy Noble, Leal y Fidelísima Ciudad de Alicante», de los jesuitas Juan Bautista Maltés y Lorenzo López, 1881.

Y, por supuesto, consulté varios legajos en el Archivo Municipal de Alicante (AMA), incluidas las cartas que Felipe II envió al gobernador alicantino, como las fechadas el 3 y el 22 de junio de 1594, que me sirvieron entre otras cosas para esclarecer la duda que me asaltó sobre la verdadera identidad del ingeniero que dirigió las obras del pantano, tal como contaré más adelante. Mi agradecimiento a los archiveros Susana Llorens y Santiago Linares.

De mi biblioteca o de la del AMA, también consulté los siguientes libros:

- «Historia de la ciudad de Alicante», vol. 2, editado por el Patronato Municipal para la conmemoración del Quinto Centenario de la Ciudad de Alicante, 1990, para releer los artículos «Propiedad agraria, explotación de la tierra y producción en el campo de Alicante durante la Edad Moderna», de Armando Alberola Romá, y «La consolidación urbana en la Edad Moderna», de Antonio Ramos Hidalgo.

- «Jurisdicción y propiedad de la tierra en Alicante», de Armando Alberola Romá. Universidad de Alicante, 1984.

- «Evolución urbana de Alicante», de Antonio Ramos Hidalgo. Instituto de estudios Juan Gil-Albert, 1984.

- «Tibi, un pantano singular», de Eduardo Camarero Casas, Marius Beviá García y José Francisco Beviá García. Conselleria de Obras Públicas, 1989.

Pero, como sabía que el mayor experto en la historia del Pantano de Tibi había publicado otros libros y no los encontraba, decidí consultarle telefónicamente. Como siempre, el catedrático Armando Alberola Romá me atendió con cordialidad y generosidad. Me aclaró durante nuestra conversación algunas dudas y prometió enviarme algunas publicaciones suyas sobre el asunto. Cumplió en apenas unas pocas horas por correo electrónico. Gracias a ello pude leer en formato pdf sus trabajos siguientes:

- «El Pantano de Tibi y el Sistema de Riegos en la Huerta de Alicante». Instituto de Cultura Juan Gil-Albert y Fundación Cultural CAM, 1994.

- «Propiedad, control y gestión del agua en regadíos deficitarios del Sureste español: la Huerta de Alicante durante la Edad Moderna», artículo publicado en la revista «Minius» de la Universidad de Vigo, 2015.

- «La cultura de la supervivencia: carencias y excesos hídricos en la Huerta de Alicante (ss. XVI-XVIII)», artículo publicado por la Universidad Politécnica de Valencia, 2014.

- «La Pequeña Edad del Hielo en tierras valencianas», artículo publicado en el libro «Climas y tiempos del País Valenciano», editado por la Universidad de Alicante, 2019.

Para situarme en el paisanaje de la época, tuve a mano mi libro «Apellidos Alicantinos», recopilación de artículos que publiqué en 2016 en este mismo periódico y editado por Editorial Club Universitario en 2018, y «Nobiliario Alicantino», del barón de Finestrat, editado por Doce Calles en 2003.

En cuanto a las biografías de los Antonellis, al no encontrar ningún libro hube de recurrir a internet, lo que me acarreó algún que otro contratiempo al tropezarme con más de un error. Por ejemplo:

En Wikipedia (https://es.wikipedia. org/wiki/Crist%C3%B3bal_de_Roda_Antonelli) se señala erróneamente a Cristóbal de Roda Antonelli como director de las obras del pantano. Error que comete también el profesor Manuel Morato Moreno, del departamento de Ingeniería Gráfica de la Universidad de Sevilla, en «Los Antonelli, una saga de arquitectos e ingenieros al servicio de la Corona española» (https://personal.us.es/mmorato/Ingegraf%20Valencia.pdf).

En ambas webs se cae en la contradicción de informar que Cristóbal de Roda marchó a América en 1591 (lo que es cierto) y señalarle como director de las obras del pantano (lo que no es cierto, ya que estas finalizaron en 1594, año en el que además se sabe que sufrió prisión en Tibi, según las cartas de Felipe II antes mencionadas).

Más acertado está Pablo Giménez Font, de la Universidad de Alicante, en «Los Antonelli: constructores de murallas levantando pantanos. Sobre posibles trasvases tecnológicos de la ingeniería militar a la hidráulica», artículo de 2017: https://www.researchgate.net/publication/320831481_Los_Antonelli_constructores_de_murallas_levantando_pantanos_Sobre_posibles_trasvases_tecnologicos_de_la_ingenieria_militar_a_la_hidraulica

La auténtica identidad del ingeniero que dirigió las obras del pantano la hallamos en «Los Garavelli Antonelli», artículo incluido en la web «Los Antonelli, arquitectos de Gatteo, 1550», de las Consejerías de Cultura de la Región Emilia Romaña y del Departamento de Forli-Cesena, en el que se sigue las «Noticias» de Llaguno y Amirola: http://antonelligatteo.altervista.org/ESP/StoriaAttivita/GaravelliAntonelli.html

Para ratificar esta información conviene acudir a la fuente primigenia:

«Noticias de los arquitectos y architectura de España desde su Restauración», vol. 3, de Eugenio Llaguno y Amirola, 1829: https://books.google.es /books?id=Bpc_AAAAcAAJ&pg=PA81&lpg=PA81&dq=Crist%C3%B3bal+Garavelli+Antonelli&source=bl&ots=5UeCwsgWxW&sig=ACfU3U1giw9qeF9lV2m9VDjWAzF6_Qd_cg&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwi377GpnZ3iAhULohQKHVIhAFQQ6AEwCnoECAcQAQ#v=onepage&q=Crist%C3%B3bal%20Garavelli%20Antonelli&f=false.

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