LunesLA EXTRAÑA PAREJA

Probablemente, Trump ni siquiera sabía quién era Sánchez cuando le indicó con gesto marcial que volviera a sentarse en su pupitre durante la cumbre del G-20 en Tokyo. Trump buscaba a un chino y aquel mozalbete evidentemente no lo era, por lo que siguió explorando la sala hasta toparse con el presidente Xin Jinping, un inescrutable oriental con el que mantiene el equivalente globalizador de una disputa entre terratenientes vecinos sobre lindes, pastos y cosechas. Un intercambio de golpes arancelarios que implica a las dos primeras economías mundiales es la pesadilla de cualquier inversor y por ello la imagen del día es la de los dos terratenientes estrechando sus manos tras haber llegado a un acuerdo. No es un tratado de paz, ni siquiera un armisticio, sino tan sólo una tregua que permite a los chinos reanudar sus ventas tecnológicas en Estados Unidos y a los estadounidenses colocar sus excedentes agrícolas en China. El efecto en las bolsas ha sido inmediato y la explicación técnica me conmueve: por lo visto, existe algo llamado «sentimiento de los mercados».

martesOFERTA IRRECHAZABLE

Pedro Sánchez recurre comprensiblemente al sacrificio épico cuando pide al resto de partidos que no traten de bloquear su investidura, ya que «España necesita un gobierno cuanto antes». Aunque soy escéptico acerca de que España funcione mejor si la dirigen los políticos y no la inercia institucional, Sánchez podría ampliar esta súplica a su propio partido, al que bastaría anular el pacto con Bildu en Navarra para ganarse la abstención de los dos diputados de UPN. Hallándose en la reunión del G-20 en Tokyo, puede tomar ejemplo de Trump y Xin Jinping, que han canjeado microchips por mazorcas de maíz y siguen detestándose entrañablemente. Un análisis descarnado de la hoja de ruta de Sánchez lleva a la conclusión de que exige a la derecha que renuncie a Navarra y a Podemos a un par de ministerios para que él pueda ser presidente con el mismo esfuerzo que le supuso su tesis doctoral. Es una propuesta extrañamente parecida a las pólizas bancarias, en las que una parte asume todos los derechos y la otra todas las obligaciones. La diferencia es que Sánchez necesita a los incautos y los bancos pueden elegirlos.

miércolesESTADÍSTICA PARDA

En una coincidencia indudablemente casual, el CIS ha publicado un sondeo sobre intención de voto mientras peligra la investidura de Sánchez y la repetición de las elecciones parece una posibilidad verosímil. Como los métodos del equipo de Tezanos son ya conocidos, unas sucintas consideraciones previas permiten refinar los resultados. En primer lugar, la estimación del PSOE corresponde a la hipótesis más favorable; la del PP, a la más catastrófica. En segundo lugar, el papel del pelotón perseguidor introduce el caos en las conclusiones generales. Unas veces es Podemos, otras Vox, siempre el índice de participación, ese mayordomo siniestro a quien se puede culpar para resolver el crimen. Poco importa que las elecciones desmientan más tarde al CIS porque, como dice el propio Tezanos, ellos no pueden pronosticar qué ocurrirá dentro de unos meses o unos años, sino qué ocurriría si las elecciones se celebrasen ahora. Dado que es imposible verificar esto último ya que nadie ha convocado elecciones para la próxima semana, el CIS se siente legitimado para reclamar al menos el beneficio de la duda y por mí que no quede. Bien, según el CIS, Ciudadanos supera en intención de voto al PP. Creo que hace demasiado calor.

juevesTELÓN

Como dicen las crónicas de sociedad, con Arturo Fernández se va uno de los últimos galanes. «Galán», «donjuán» o «dandi» son variantes de una especie que tiende a la desaparición como cualquier otro resabio de machismo. Aunque encasillado en la comedia ligera de alcoba y seducción, Fernández fue también un buen actor dramático que construía convincentemente personajes desprovistos de frivolidad. Salvando los evidentes matices, John Wayne se encuentra en el mismo grupo. Estos actores arquetípicos son legión y suelen ser comparados desfavorablemente con los camaleónicos que interpretan toda la gama de roles: héroe o villano, príncipe o mendigo, ladrón o policía, Yahvé o Satanás. Nada garantiza que sean mejores. De hecho, el cine actual está dominado por maniquíes parlantes o por actores desastrosamente versátiles. Se preguntarán entre bostezos qué tiene que ver todo esto con la muerte de un actor que tampoco fue Laurence Olivier, a qué engañarnos. Ocurre que esta tarde emiten en televisión otro maratón de películas de Marvel y he llegado al límite.

viernesCOSAS PROFANAS

Puede parecer pintoresco llamar «ultra» a Ortega Lara y «hombre de paz» a Otegui, pero ese es hoy el código de acceso a lo políticamente correcto y hay que traspasar el umbral para entender qué está ocurriendo en Murcia y Navarra. Como saben, Vox ha impedido que el PP gobierne en Murcia y la candidata socialista será investida en Navarra gracias a los votos de las dos versiones del nacionalismo vasco, la bárbara y la de los beneficiarios de los bárbaros. Era lo esperable de los ultras (lo de Navarra sencillamente provoca problemas digestivos), una compañía indeseable a la que Ciudadanos trata como el abogado de oficio al asesino múltiple: la ley le obliga a defenderlo, pero no a tomar una cerveza con él. Esto no resuelve el trastorno bipolar. Finalmente, Ciudadanos tendrá que optar entre amancebarse con Vox en la caverna o apoyar en Almendralejo o Calatayud al partido de un señor al que ha vetado como presidente de gobierno. Por lo demás, la postura de Vox es inobjetable, ya que corre el riesgo de diluirse si aparece como el lacayo multiuso de los otros dos. Los «ultras» también tienen instinto de supervivencia.