La Sociedad Cultural Casino de Torrevieja contaba hasta hace unos meses con 520 socios, y ahora son 470; comienzos del siglo XX únicamente contaba con 124 socios propietarios que apostaron por conseguir que el casino fuera -no solamente arquitectónicamente- una ejemplo en arte distinción y cultura en un aquel pequeño pueblo de salineros y marineros. Un estado deficitario de la sociedad cultural más antigua de Torrevieja -fundada en 1867- no es nada nuevo.

A finales de 1895 el edificio del «Casino Numancia» no reunía las condiciones de capacidad necesarias. Ofrecía poca seguridad y se encontraba en muy mal estado, por lo que la Junta directiva pensó que lo mejor sería proceder a su demolición y construir en el mismo solar un nuevo edificio. Se encargó un proyecto de la obra a los arquitectos José Guardiola Picó y Tomás Aznar, que en esos momentos de ocupaban de la terminación de los trabajos del nuevo templo de la Inmaculada Concepción.

En junta general celebrada el 23 de enero de 1896 fue elegido presidente del Casino el sastre Francisco Bianqui Carriles. El 16 de febrero, fueron citados todos los socios, en junta general extraordinaria, aprobándose por unanimidad el derribo inmediato del edificio. La junta directiva solicitó todas las facultades y poderes para que pudieran arbitrar fondos, contratar empréstitos con hipoteca especial voluntaria sobre el mismo edificio, estipulando los intereses convenientes, que se tendrían que satisfacer por trimestres o semestres vencidos, con la circunstancia de que una persona o entidad jurídica le facilitara los fondos necesarios. En el caso de que el Casino faltase al pago, se podría proceder contra la finca: si no se pagaba, sería embargado el edifico y el solar.

La junta del Casino solicitó que se les otorgara y aceptase escritura para formalizar cuantos documentos fueran suficientes al objeto de obtener los recursos precisos hasta la terminación de la obra. El préstamo de 25.000 pesetas, necesario para acometer las obras de nuevo edifico del Casino, fue aportado a la junta directiva del Casino de Torrevieja por Rafael Sala Satorres.El edifico se levantó en un escasísimo periodo de tiempo, porque en la noche del 10 de agosto de 1896 se procedió, con gran pompa y solemnidad, a la inauguración del nuevo Casino. Al comienzo del siglo XX, los elementos de decoración se sucedieron, no sin pasar la entidad un gran sacrificio económico. En aquellos años, España era un país pobre y la pequeña burguesía de Torrevieja no era la de Barcelona, aunque nos pudimos poner a la par de otras muchas ciudades de nuestro entorno.

Al presidente del Casino, el industrial Manuel Bonmatí Rico, se le debe en gran medida la decoración exterior del edificio y la extraordinaria terraza. También fue ornamentado el patio con claraboya en estilo neo-nazarí, tan de moda, al que más tarde se le puso complementos y detalles de mobiliario. Ebanistas murcianos y torrevejenses tallaron la monumental cancela y la puerta principal. Los artesonados, mármoles, pátinas, pan de oro, brillantes, brillantinas y maderas nobles dieron un gran impulso a la institución, no escatimando en gastos su junta directiva, contratando a artistas murcianos de la talla de Inocencio Medina Vera, Enrique Salas Coll y Pedro Galera Martínez, todos ellos trabajadores de la comercial murciana «Casanova Coll y Compañía».

La situación económica se agravó de tal modo que al poco estuvo a punto de desaparecer al Casino, causado, en parte, por los numerosos gastos en mejorar, por la prohibición del juego por las autoridades y, en gran medida, por los enfrentamientos de significación política entre las dos tendencias de aquella época: chapistas y trinistas. Unos seguidores de Joaquín Chapaprieta Torregrosa y otros del político oriolano Trinitario Ruiz Valarino. Lo cierto es que, ante el impago de la deuda contraída en 1896 con la amortización del préstamo que hizo Rafael Sala Satorres bajo hipoteca del solar para la construcción del edificio del Casino, tuvo que personarse el juzgado de Orihuela para ordenar el cierre del local.

En septiembre de 1907, de manera urgente, se convocó Junta Extraordinaria, eligiéndose una nueva Junta Directiva presidida por Matías Gutiérrez. Dos meses después, con el fin de evitar que el Casino fuera causa de desdoro para la sociedad de Torrevieja, fue levantado el embargo del edificio, gracias a la intervención en el asunto de Vicente Chapaprieta, padre de nuestro ilustre político torrevejense, quedando salvada la embarazosa situación de quiebra. El 18 de noviembre de 1907 se abonaron 11.913 pesetas en concepto de amortización de la hipoteca por parte del Casino de Torrevieja. El 2 de diciembre de 1907, se hizo otro nuevo desembolso de 2.560 pesetas. El 23 de febrero de 1908, se realizó un pago de 1.562,50 pesetas. Y por último, el 10 de mayo de 1908, se abonó la cantidad que faltaba para su total amortización: 3.125 pesetas; lo que hizo que en 1908 se considerara nombras Socio Honorario del Casino a Joaquín Chapaprieta Torregrosa.

La proposición fue admitida unánimemente y aplaudida por la mayoría de los socios con mucho entusiasmo.