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Danza, crítica

El magisterio de Ullate

30 años de danza

Teatro Principal de Alicante

De Víctor Ullate Ballet-Comunidad de Madrid.

No vuelve con la frente marchita, pero sí vive con el alma aferrada a un dulce recuerdo. «Que veinte años no es nada», como dice el tango de Gardel. Tres décadas en el caso del Víctor Ullate Ballet-Comunidad de Madrid. O 30 años de danza, que lleva a escena este espectáculo con fragmentos de las coreografías más destacadas del repertorio creado por Ullate y el director artístico Eduardo Lao. La compañía es cantera de bailarines y goza de proyección internacional con su calidad, creatividad y esfuerzo permanentes. El talento de los máximos responsables es garantía de éxito con la marca inconfundible de Víctor Ullate. Así, muchos espectadores tomaron un refresco con la selección de unas dos horas y media, excesivo metraje, aunque la afición quedó feliz y aplaudió de pie en el coliseo alicantino. El hilo conductor depende de Cristian Oliveri con pasos de baile que fusionan los veintitrés extractos tras un ligero vídeo con imágenes de la compañía. El ceremonioso y sombrío toque, sin ornamentaciones, de «Seguiriya» nos sitúa ante las estilizadas formas que nutren la identidad del Víctor Ullate Ballet. La música étnica de Egipto, Irán, India, Nepal, China o Japón compone «Samsara», que se ha divido (excesivamente) en cinco partes como nexo entre diferentes culturas. El ritmo, la belleza y la variedad coreográfica caracterizan cada número. Ausencias al margen, el «Vals de Coppélia», de Leo Delibes, es una joya que late con la renovada historia de un clásico de la danza. El doctor Coppelius y una muñeca que acaba teniendo vida propia. La libertad de elegir y las imposiciones anidan en «Burka» con la música de Dead can Dance. Entre otras piezas, miedos y alegrías en «Wonderland», dentro de un psiquiátrico, o esa nueva mirada sobre el mito de la mujer fatal en «Carmen». de no fácil identificación. La sensibilidad y las técnicas neoclásicas y contemporáneas lo alimentan todo. Lucía Lacarra (próxima directora artística) y Josué Ullate brillan especialmente. En «Sola» se escucha la intensa serenidad de «Spiegel im spiegel», de Arvo Pärt. Es decir, «Espejo en el espejo». Espejos cóncavos tiene el espacio. Y el recuerdo de la poética voz de Francisco Valladares.

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