Estimados veraneantes: un saludo a todos y bienvenidos a los que pasáis las vacaciones entre nosotros.

Me imagino que vuestra intención es aprovechar al máximo estos días de asueto. Supongo también, que además de descansar, queréis visitar y conocer los lugares y atractivos que ofrece nuestra tierra alicantina, que son muchos. En el empeño no os faltarán ofertas e itinerarios turísticos que acapararen vuestra atención. En fin, aquí encontraréis, seguro, abundantes opciones para organizar las vacaciones. Por este motivo, y siguiendo al Papa, me permito sugeriros algo que me parece de interés.

El santo padre Francisco en un reciente discurso al Centro de Turismo para Jóvenes nos ha presentado una nueva modalidad de hacer turismo. Me refiero al denominado «'Turismo lento', contraponiéndolo al de masas, porque promueve la calidad y la experiencia, la solidaridad y la sostenibilidad».

Esto viene motivado porque las prisas y multiplicidades en el campo de la movilidad conducen, con frecuencia, al turismo superficial. Conseguir solo información o realizar estancias cortas y aceleradas, hacen que se almacenen muchos datos en nuestra mente, pero sin llegar a captar la esencia de las personas, lugares o cosas que hemos visitado. Esto es precisamente lo que advierte el santo padre cuando en este mismo discurso recomienda: «Si visito una ciudad, no solo es importante que conozca los monumentos, sino también que me dé cuenta de la historia que tiene detrás, de cómo viven sus ciudadanos, de los desafíos que tratan de enfrentar. Si subo una montaña, además de mantenerme dentro de los límites que la naturaleza me impone, tendré que respetarla admirando su belleza y protegiendo su entorno, creando así un vínculo con los elementos naturales hecho de conocimiento, reconocimiento y aprecio».

El Pontífice justifica esta aseveración afirmando, que «la lentitud -si no es el fruto de la pereza- genera atención a los lugares y a las personas, fidelidad a la tierra y dedicación a ella». Se trata, por tanto, de buscar en la acción turística nuevos conocimientos y de contactar con las personas, culturas y problemas de nuestro tiempo.

No hay que olvidar que la práctica del turismo debe dirigirse siempre a la «visión integral de la persona» y «mirar a su alrededor, para así entenderse más profundamente». Hay que tender hacia «un turismo que no está inspirado en los cánones del consumismo o deseoso solamente de acumular experiencias, sino capaz de favorecer el encuentro entre las personas y el territorio y de favorecer el crecimiento en el conocimiento y el respeto mutuos».

Así pues, la lentitud que se os sugiere para estas vacaciones tiene como objetivo alcanzar el conocimiento y la profundización, cambiar la velocidad por el sosiego, dominar el tiempo y viajar con tranquilidad, disfrutar de los detalles? Se trata de descubrir la esencia del destino: sus gentes, tradiciones, artesanías, fiestas, costumbres, idioma, su medio ambiente, etcétera. Y con asombro y acción de gracias vivirlo todo en oración. Vivir la vida como un don, como permanente regalo de Dios: en la gente, la historia, la naturaleza. En el tiempo, que fluye como espacio para la felicidad.

Para acabar, sabed que os acompaño con mi oración; y también particularmente, mi agradecimiento, a todos los trabajadores del sector turístico y de los servicios por la acogida y atención que brindáis a cada persona que nos visita. A vosotros refiero este texto de la Carta a los Hebreos 13,2: «No olvidéis la hospitalidad; gracias a ella, algunos, sin saberlo, acogieron ángeles».

Que Nuestro Padre Dios, por medio de la Virgen María nos bendiga, y a todos conceda unas buenas vacaciones.

¡Feliz verano!