Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Indignado burgués

NOS4A2

Me encantan los vampiros. Su capacidad de aislarse de la luz del sol y de utilizar a los seres humanos únicamente como ganado les da un aura irresistible. Aparte de que su reino no es de este mundo, están en la cúspide de la cadena alimenticia y tienen sobre sí la sabiduría de siglos. Por si fuera poco, algunos, como Drácula, llevan una capa negra con forro rojo preciosa a la que solo la de Batman puede hacer la competencia (bueno, y alguna americana de Carolina Herrera que utiliza las mismas entretelas). Como punto débil está la soledad a la que se enfrenta un individuo inmortal en un entorno de mortales, lo que no deja de ser una pega. Eso y que como te muerda un vampiro en un mal día te quedas con la misma ropa, el mismo aspecto, similares ojeras y los mismos pelos para el resto de la eternidad. Una gaita.

No sé si habrán leído bien el título de la columna. No es una gracia mía, ya quisiera, es de Stephen King. Prueben a leerlo en inglés. Venga, que es fácil. Bueno, pues les ayudo: NOS-FOUR-A-TWO (Nosferatus) el vampiro más famoso de la historia del cine, mucho más que el relamido Conde o el no-muerto estrella del Pop, Lestat. NOS4A2 sería el modelo ideal para cualquier columnista: muerde (y mucho), es soberbio a la par que justiciero y lleva a sus espaldas un conocimiento de siglos, lo que, si evita convertirse en Abuelo Cebolleta y contar sus batallitas, le permite despegarse de la inmediatez del presente que a menudo adolece de falta de perspectiva.

Un vampiro es ideal para el oficio. De hecho, estoy prácticamente convencido de que uno de los más virulentos que he llegado a leer, Emilio Romero, el mítico director de Pueblo durante el franquismo, lo era y que sus cacareos del «Gallo» eran una metáfora de no poder ver nunca el amanecer a riesgo de convertirse en puñadito de ceniza. Y tengo para mí que a mi gran amigo JRG tampoco le da mucho el sol. Sobre si duerme en un ataúd se cuentan historias, pero no voy a dar pábulo a los cotilleos de la plebe.

Es hora de que confiese que este Indignado Burgués, aunque pruebe de todo, incluso cocine con el ajo que marque el recetario y la sangre únicamente le guste en forma de morcilla de Burgos, tiene la firme intención de ofrecerse a cualquier vampiro -o vampira, que hay representantes femeninas muy cualificadas en la profesión: Vampirella, mismamente- para que le transforme.

Con ello conseguiría varios bonus simultáneos: el pavor de los mortales, que tiene su cosa, la pervivencia en el tiempo cual si fuera Ángel Franco o Pepe Cholbi, la relativización de los aconteceres, evitar el sol y la playa (que detesto) y desplazarme con mis propias alas, que ni hay que pasar la ITV ni sufrir atascos ni cambiar neumáticos ni aceite. Y un mordisco en la yugular es mucho más eficaz que un millar de columnas pegando caña, que a la postre no son más que desahogos en forma de pellizquitos de monja.

Los vampiros no dejan de ser una forma perfeccionada de sociedad secreta tipo mafia, club inglés o logia masónica, de esas en las que si se entra ya no puedes salir y cuyos ritos y costumbres son privados y ocultos. Para pedir el ingreso en la mafia me falta auténtico espíritu criminal y macarra, para el club inglés carezco de una cuenta corriente abultada, un título aristocrático y un pasado en Oxford (y ser británico, of course) y de los masones no me gustan nada los mandilitos con que se revisten, a años luz del que uso para hacer mis comiditas gourmet, tan mono él.

Así que no me queda más que ser vampiro, que si no debe ser sencillo tampoco tiene pinta de ser una oposición a Notarías, con saber interpretar el manual de una lavadora debería bastar. Ya he dicho que el inconveniente principal del vampiro es la soledad y la falta de sentimientos, pero como buen misántropo algo llevo ganado, por lo menos para no echar mucho de menos el colegueo de la especie humana. Loco estoy porque me salgan los colmillos afilados y usarlos en tantos seres despreciables que se merecen eso y más (sin convertirlos, porque no sé si saben que, aunque un vampiro te muerda sólo le alimentas, no te transformas automáticamente en otro, hay que hacer muchos méritos, presentar instancias y solicitarlo con educación).

Desde aquí presento mi candidatura: ¡Vampiros del mundo, mi cuello está a vuestra disposición y si hay que hacer un juramento como el de la Guardia de la Noche, se hace, faltaría más! Y si hay que pagar cuota de inscripción de la Asociación de Vampiros Nocturnos os paso el número de cuenta para que lo domiciliéis. Siempre me saldrá más barato que el IRPF, el IBI y todos los impuestos, tasas y alcabalas humanas.

Que los infames ministros de Hacienda y sus esbirros y acólitos procuren no tropezarse conmigo en un callejón oscuro?, porque les daré amor al primer mordisco. Y recomiendo mucho cuidado a concejales, alcaldes, presidentes y asimilados, que el que avisa no es traidor.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats