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José Emilio Munera

¿Cuarto poder?

J. E. Munera

El HCF de la ineficacia se condena

Borrón y cuenta nueva para el Hércules, que volvió a caer ayer con la Ponferradina (4-1 en el cómputo final de la eliminatoria por el ascenso) y vivirá la próxima temporada su sexto año consecutivo en Segunda B. Borrón porque este año parecía propicio para volver de una vez al fútbol profesional en el grupo más flojo que se recuerda en la Liga regular y frente a tres rivales teóricamente accesibles en el «play-off». Y cuenta nueva porque de nada sirven ya los lamentos y es tiempo de tomar decisiones en el vestuario y el banquillo para planificar un nuevo asalto a la categoría de plata. Es lo que espera la afición alicantina, que este año recuperó la ilusión y ayer dio un nuevo ejemplo de entrega y compromiso con medio millar de fieles en Ponferrada. Por momentos, el equipo no ha estado a la altura de su hinchada a la hora de la verdad.

La ineficacia de la que tanto se ha quejado el entrenador Lluís Planagumà durante toda la temporada le pasó de nuevo factura al conjunto blanquiazul en El Toralín, donde volvió a encajar un gol en los primeros compases del partido en un mal rechace de Pablo Íñiguez y reeditó su endémica falta de gol con media docena larga de claras ocasiones desperdiciadas en otra mala tarde de Benja y Carlos Martínez en la suerte definitiva del remate.

Las concesiones del Hércules en las dos áreas han sido determinantes en el excesivo resultado final del cruce con el meritorio conjunto berciano. Ayer volvió a entrar tarde en otro partido decisivo, una distracción impropia de los equipos campeones, y la gesta de la remontada se le puso prácticamente imposible desde el minuto 3. Es muy difícil encarar una final cuando la empiezas perdiendo casi desde la caseta en los dos partidos.

Superado el primer cuarto de hora de imprecisiones en defensa y ataque, y ya con el marcador en contra, el Hércules le dio sentido a la posesión y comenzó a llegar con frecuencia al área de Manu García, pero le volvió a faltar mordiente y último pase. El equipo tuvo vergüenza torera e insistió por las dos bandas, aunque sus carencias en el remate le pesan como una losa: Benja tuvo una muy buena opción en el área pequeña a pase de Pol Roigé, aunque no llegó a disparar, y al filo del descanso mandó al larguero un cabezazo a apenas un metro de la línea de gol. Ese tanto habría insuflado mucha moral en el descanso para buscar el milagro en la segunda mitad.

Y mientras los alicantinos cometían imprecisiones en las dos áreas, la Ponferradina se ha dedicado a aprovecharlas en los 180 minutos de la eliminatoria. Es el de Bolo un bloque muy bien trabajado, que defiende con orden y se despliega con mucha intención. Los datos confirman su fiabilidad en El Toralín (sólo ocho goles encajados en la Liga y una derrota) y tiene en Isi Palazón, por ejemplo, lo que le ha faltado al Hércules: jugadores diferenciales que ganan partidos.

La segunda mitad fue un «quiero y no puedo» del Hércules, con cambios a la desesperada y una apuesta por el «ataque total» que se tradujo en tres nuevas oportunidades al limbo, el ascenso cantado de una admirable «Ponfe», el llanto desconsolado de los blanquiazules y el amago de despedida de Planagumà a las puertas del sexto año consecutivo en el infierno de la tercera categoría del fútbol español.

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